• Del plato a la boca… una arrachera
• El optimista de Enrique Peña Nieto
Algún día, no muy lejano, los mexicanos tendremos que dejar de hablar sólo de infortunios. Por lo pronto, sin embargo, no hay grandes noticias con que alimentar el optimismo. Ejemplo: sequía, falta de capacitación, precios inestables de los insumos, por lo menos, han hecho que la situación de la ganadería en México sea crítica. Históricamente, los pequeños productores afrontan el riesgo de la sobrevivencia.
A esos infortunios hay que añadir que la mayoría de las empresas ganaderas no están integradas verticalmente, lo cual les impide obtener mayores márgenes de ganancia.
La Secretaría de Agricultura, llamada ahora con el extenso y aburrido nombre de SAGARPA, registra cifras que nada alentadoras: México sólo produce alrededor del 3% de carne de res en el mundo. Sólo dispone de unos 28 millones de vacas y becerros. Otros cuatro millones los dedica producir leche. La ganadería emplea a unos 150 mil personas y genera alrededor de un millón de empleos indirectos, pero… pero podría estar a la altura de los grandes productores del mundo.
La Asociación Mexicana de Engordadores de Ganado Bovino (Ameg). Agrupa a un poco más de 400 explotaciones, pero sólo algunas están integradas corral y engordadero, planta de alimentos, rastros y empaque. Y el promedio de cabezas por cada productor son sólo de 30 animales cada una. Pero también carecen los ganaderos de buenos créditos y bajos intereses.
Con todo, los productores en general sacan fuerzas de flaqueza. En 2012, la producción nacional de carne superó las 1,800 toneladas. Así, a pesar de los problemas que enfrenta el sector, éste ha tenido un desarrollo positivo, sobre todo después de la crisis de las vacas locas, que golpeó a las exportaciones de carne de Estados Unidos y Canadá. Los engordadores, por lo menos, pueden gozar de ciertas ventajas, como algunos mercados de Asia y África, y hasta Europa e Inglaterra
Pero como se lo dijo Álvaro Ley, presidente de la Ameg, al experto en el tema, Elie Smilovit, los requerimientos de capital de trabajo se han incrementado, hacen falta técnicos, veterinarios y personal capacitado. Los productores tienen que comprar los becerros de contado, para después pasar por un periodo de engordado de 150 días. Además, todavía pasan algunas semanas más, para hacer el sacrificio y el empaque. Durante ese tiempo, los pequeños ganaderos que no son sujetos de crédito, pasan muchos problemas financieros.
Y este texto sólo permite un asomo a la situación de la ganadería mexicana, que este miércoles fue uno de los grandes temas de la agenda presidencial. El Peña Nieto se reunió con un buen grupo de ganaderos del país en Querétaro, en ocasión de la 77 asamblea de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas. Ahí, el mandatario prometió el oro y el moro: “Queremos que esta actividad, íntimamente vinculada al campo, pueda, a partir de las acciones que estamos emprendiendo, cambiar el rostro que por muchos años ha tenido el campo y la actividad ganadera de nuestro país.”
No. Si Peña Nieto tiene un discurso revolucionario: “La actividad agroalimentaria tiene vital importancia como motor del desarrollo regional y, sobre todo, para reducir la pobreza, tanto en las zonas rurales como en las urbanas. Éste es momento para cambiar paradigmas, pues no podemos seguir aceptando que un país como el nuestro, con una vasta riqueza natural, tenga severas condiciones de pobreza y de hambre en algunas zonas del país.”
Ahí le dejamos el discurso presidencial. Usted decide si confía. Aunque yo le diría que tiene que hacerlo porque no hay de otra sopa.
fgomezmaza@analisisafondo.com
www.analisisafondo.com