Francisco Gómez Maza
• Los indios continúan malviviendo
• Ahora, somos policía fronteriza de EU
¿Independientes, o sólo cambiamos de amo? España hizo lo que quiso con los mexicanos y con las riquezas materiales (oro, plata, piedras preciosas y muchas más), artísticas, espirituales de México, durante unos 300 años. Incomparable el saqueo con los beneficios que, para las clases dominantes los españoles dejaron en la nación. (Luego vinieron otros españoles de buena cepa que se hicieron mexicanos y nos trajeron cosas buenas, pero muchos siguieron explotando la fuerza de trabajo y violentando a las mujeres)
Los indios siguieron sobreviviendo peor de como los encontraron cuando los europeos, súbditos de una reina sanguinaria, invadieron pueblos, ciudades y civilizaciones. Hasta la actualidad, los indios, despojados, saqueados, destruidas sus grandes ciudades, anatematizadas su teogonía, su teología, se arrinconan en los sitios más inhóspitos y, cuando gozan de ciertas bondades de la naturaleza, son robados.
Los españoles les quitaron sus tierras en los llanos y planicies y los echaron a las laderas de los montes, entre pedregales, donde rehicieron sus viviendas y tuvieron que acostumbrarse a la miseria. Hasta la actualidad son discriminados, separados, excluidos, explotados, despreciados.
Han pasado muchos años y los vencidos, los indios de México, como los llama en inolvidable Fernando Benítez, quien redime su ser y su esencia, siguen ahí, ahora no sólo maltratados por aquellos despreciables encomenderos de aquella reina asesina, cuyo nombre debería ser anatematizado y borrado de los anales de los mexicanos, sino por los propios mexicanos, seres de su mismo color y ahora, celebrando fiestas de independencia de los primeros explotadores, más dependientes de otro imperio del mal como es el de la llamada “Unión Americana”, cuyo presidente mangonea a los gobernantes mexicanos como si fueran sus sirvientes.
Siempre, los supremacistas blancos han tratado muy mal a los mexicanos que deciden abandonar la pobreza en que los mantienen los otros mexicanos, también prietos, e irse a territorio estadounidense a trabajar, a contribuir con la creación de riqueza, pero ahora el gobierno de Trump obliga al gobierno “nacionalista” de López Obrador, mediante amenazas, de agresión comercial a constituirse en muro, en policía fronterizo para no permitir el paso, por la frontera sur de México, de cientos de miles de centroamericanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, los países más pobres de América, que buscan también migrar a Estados Unidos en busca de los peores trabajos porque en sus países de origen sólo hay pobreza, violencia y muerte, como en México.
Y ahí los tienes a los gobernantes mexicanos usando la Guardia Nacional, el Ejército, la Marina, la Policía Federal reprimiendo a quienes intentan ingresar a México para pasar posteriormente a los Estados Unidos. Dice el canciller Marcelo Ebrard que en el plazo dado por Trump, la migración se redujo casi un 60 por ciento. De no haber ocurrido ese fenómeno, Trump estaría imponiendo aranceles a los productos mexicanos que compran los mercados estadounidenses. Qué pírrico triunfo.
Cambiar oro por espejitos es lo que hacían los españoles en tiempos de la conquista. Es lo mismo que se hace bajo los nuevos amos, que ciertamente no habían llegado al grado de humillar a un gobierno mexicano como lo han hecho con López Obrador, quien ha querido simular con actos humanitarios como la inversión de unos 100 millones de dólares en un intento de crear condiciones en los países del triángulo centroamericano en un intento de frenar la migración que absurdamente rechaza Trump, no obstante que los migrantes son un factor de desarrollo económico porque realizan trabajos que ningún estadounidense del color que sea quiere hacer por considerarlos indignos.
Así pues, los mexicanos sólo cambiamos de amo. Apenas llevamos dos centurias bajo el dominio real de los estadounidenses. Alguien calificó a México como el patio trasero de los Estados Unidos y de ribete progresa la “reconquista” española mediante millonarias inversiones bancarias, sobre todo.
Así que, qué es lo que celebramos este 15 de septiembre en la noche. Un grito que sirvió para poco, porque quienes se emanciparon de la reina sanguinaria, y de ribete católica, siguieron siendo esclavos de los criollos, tan prietos como los indios. Que no es ninguna vergüenza ser prieto. Y ahora de los supremacistas blancos.