• México tiene todo para ser Estado
• Lo primero, una Constitución Política
Ya va siendo hora de que la ciudad de México sea estado libre y soberano. Una reforma política tiene que ser aprobada por el Congreso de la Unión para que el Distrito Federal y su zona conurbada se convierta en el estado insignia de la Federación mexicana. En una Ciudad-Estado. Tiene todo, cumple con todo, y de ribete es el asiento de los poderes federales. Es la entidad más pujante económica, social y culturalmente. Es más, los gobiernos de otros estados están al pendiente de lo que se hace en ciudad de México para replicarlo en su planes locales de gobierno.
Pero parece que a muy pocos les interesa definir el estatus de una de las concentraciones humanas y urbanas más grande del mundo, ahora compartida con el estado de México. Y ña reforma política, que crearía una Constitución Política, no es prioridad ni del gobierno federal ni menos de los legisladores del Congreso de la Unión.
Para reformar la constitución y las leyes urge que la autoridad federal inscriba la reforma política del Distrito Federal en su agenda reformista. Es tan importante como las reformas financiera, fiscal, educativa, laboral y energética. Pero por el momento no hay voluntad para hacer de ciudad de México una entidad de las mismas características que cualquiera de los estados de la federación, con los mismos derechos y obligaciones para sus ciudadanos.
Y la reforma política siempre se queda en el camino, como se ha quedado ahora en la Comisión del Distrito Federal en el Senado, donde podría seguir durmiendo el sueño de los justos. Muerta. Ni avanzará, como dicen que dijo don Teofilito. Tanto que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ha solicitado el apoyo de los dirigentes nacionales y locales, diputados locales y federales, así como jefes delegacionales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para concretar una Constitución Política de la Ciudad de México que daría paso a la creación de una ciudad-Estado. Ya sería un gran avance.
Hubo algunos avances, como la pensión alimentaria para adultos mayores la cual, estuvo a punto de desaparecer por las reformas promovidas a nivel nacional. También se concretaron dos fondos de recursos federales para la capital del país, con apoyo de los legisladores perredistas, como es el Fondo de Capitalidad por 3 mil millones de pesos y el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS).
Pero los ciudadanos de la ciudad de México no pueden ya ser más ciudadanos de segunda clase. Es un absurdo que, viviendo en la sede de los poderes federales, en la ciudad más importante del país, continúen atados a los designios del gobierno federal en muchos rubros.
Lo afirma claro Porfirio Muñoz Ledo, el político más culto y experimentado de la clase política actual, que conoce desde adentro el poder porque fue presidente del PRI y presidente del PRD, y él está confiado en que el DF se transformará en un Estado, que reconozca todos los derechos a sus ciudadanos; que sea una entidad federativa similar a los Estados de la República, y que cuente con una Constitución Política propia, como el resto de las entidades federativas del país.
Al final del día, quiérase o no, el cambio constitucional que requiere el nuevo estatus del Distrito Federal para llevarlo a ser una Ciudad-Estado, se realizará porque así lo exigen las necesidades de la administración pública y los ciudadanos de esta entidad de la República; ni los gobiernos locales ni los ciudadanos pueden permanecer en una segunda categoría respecto al resto de las entidades. El gobierno actual, de Miguel Mancera, ha dicho que convocará a una consulta popular para preguntarle a toda la ciudadanía. Y seguro que ésta dará su veredicto a favor de la reforma.
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