• La violencia criminal, viento en popa
• La economía, ¡ay dios, la economía!
De qué podemos presumir. En Michoacán, en Guerrero, en Nuevo León, en Oaxaca, en Durango, en todo el país, no hay mucho de que presumir. Las “mañas” hacen lo que se les antoja. Se burlan de los empleados encargados de cuidar la seguridad pública. La prensa no deja mentir: Localizan cinco cadáveres en Michoacán, entre ellos los de dos niños; matan a ex alcalde de San Juan del Río, Durango; asesan a cuñado de síndico de Guasave, Sinaloa; hallan muerto a joven cantante… y lo que se acumule al concluir el día…
Triste la historia de la triste Eréndira. Pero qué querías por un tostón, dijeran mis paisanos. Ya llevamos muchos años en este desbarrancadero, en esta matazón, en esta corrupción. Por más que se empeñaran las partidas de policías federales y las de soldados de la élite militar por proteger a la gente, pareciera que la situación no tuviese remedio; que los mexicanos estuviéramos condenados a vivir de por vida en medio de la violencia, el secuestro, el levantón, las violaciones de mujeres, los feminicidios, las ejecuciones hasta de niños que no tienen nada que con ninguna droga, más que con la leche materna.
Alguien me comentó este fin de semana que los famosos Caballeros Templarios no se quedarían cruzados de brazos ante la incursión de las fuerzas federales en un territorio que ellos tienen marcado, como marcan los perros o los gatos su zona de influencia: orinándose. Y ahora sólo estamos contando las primeras cuentas del rosario.
Va para largo. Y no tiene ningún sentido los reportes que a diario da la Secretaría de Gobernación sobre la actuación de los guardianes de la seguridad en las tierras de don Vasco de Quiroga. No dan ningún dato duro, ninguna información digna de destacarse en las páginas frontales de la prensa escrita o digital, o en los principales espacios de la televisión y de la radio. Nada periodístico.
Va para largo. La guerra entre las fuerzas federales comandadas por el comandante supremo, don Enrique Peña Nieto, y las de los soldados de las “Mañas” apenas ha comenzado, o recomenzado, como quiera usted contabilizar (ya la había comenzado y recomenzado el otro que fue inquilino de Los Pinos, con casaca verde olivo guanga y todo, el antecesor del mexiquense).
Ahora, ni rezar es bueno, para aquellos creyentes en lo ocultísimo. Lo mejor es seguir la vida como si nada ocurriera, que si te han de matar mañana que te maten de una vez, como dice la canción. Que nadie en las alturas repara que también de dolor se muere, y se muere de hambre y de pobreza. Y de desempleo.
De la economía nacional, como de la inseguridad pública, tampoco hay nada de que presumir. Fíjese si lo hay. La demanda de empleos vendría siendo de aproximadamente 1.300,000 cada año, para que más o menos pudiéramos presumir de que hay medio pleno empleo aunque esté injustamente remunerado.
Sin embargo, resulta que en todo el 2013 sólo se crearon 463 mil y cacho de puestos de trabajo en todo el país; ya no entremos en los detalles de cuántos más no están inscritos en el seguro social. Que sólo 16 millones y medio de un total de cuarentaytantos millones “ocupados” contabiliza don José Antonio González Anaya.
Y ya no hablemos de las demás variables de la economía: de la actividad de las empresas manufactureras, del petróleo, de las otras energías, de los indicadores financieros. El mercado de valores, por ejemplo, que yo considero como el termómetro de la actividad económica, sigue comportándose mediocremente, un comportamiento mixto con sesgo negativo. Pero, repito, qué queríamos por un tostón.
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