· La criminalización, camino equivocado
· La adicción es una enfermedad mortal
Acéptelo o no, esté de acuerdo o no, la guerra contra el comercio ilegal de las drogas ilegales está condenada al fracaso.
Muerto el rey, viva el rey en el caso del legendario Joaquín El Chapo Guzmán Loera. No es Loera, ni es El Mayo, ni La Tuta, ni Perico de los palotes.
Es el negocio, el intercambio comercial como una mercancía ilegal. En el momento en que deje de ser ilegal, se acaba el narcotráfico, la violencia, el asesinato, el ajuste de cuentas.
En aquellos años maravillosos, los barones del mal comerciaban con guiski en los territorios estadounidenses.
Los capos se hicieron también legendarios y se escribieron kilómetros de cuartillas sobre sus peliculescas andanzas. Se filmaron grandes obras cinematográficas.
Mientras el alcohol estuvo prohibido, la violencia no cesó. En cuanto fue legalizado, se acabó para siempre.
Y el alcohol es infinitamente más dañino que cualquier estupefaciente con el que comercian los chapos, los mayos, los barones de la droga.
Las drogas están prohibidas. Si no lo estuviesen serían de la misma calaña que los dispositivos móviles, los platillos odiosos que son servidos en un Sanborns, o en un Vips, o en el lugar que usted quiera y mande, o los medicamentos de precios exorbitantes que se expenden en las boticas de moda. O los tacos de la calle, atascados de bichos de la peor ralea.
Ahora, las adicciones no son vicios como la ignorancia los califica. Son enfermedades del cuerpo, de la mente y del alma. El alcoholismo, por ejemplo, es una enfermedad incurable, progresiva y mortal, como la califica oficialmente la Organización Mundial de la Salud.
El alcohol se convierte en el cerebro del consumidor en una sustancia más fuerte que cualquier otro tipo de droga.
Al final de cuentas, y de cuentos, lo que debe tener primacía es la información sobre las sustancias adictivas. Que la gente sea informada de la naturaleza y de los efectos de las drogas. Y que se dispensen los medios para la prevención desde el hogar, pasando por la escuela y los medios masivos de información y propaganda. Y por último, poner en manos de la gente alternativas de rehabilitación. Alcohólicos Anónimos es una excelente, espléndida app, que le puede servir a cualquiera, si es que quiere salir del problema.
Óigalo bien. Las adicciones, que son alimentadas por el tráfico de drogas hasta ahora ilícitas, y por la televisión comercial, jamás serán extirpadas por medios violentos, represivos. Entre más represión, mayor fuerza adquiere del mercado, suben los costos de producción y por ende los precios al consumidor. Entre más represión, mayor número de adictos. Y eso lo tienen probado, muy probado, los estadounidenses.
El ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, eminentísimo miembro de la comunidad médica mundial con ser siquiatra, acaba de dar otra voz de alerta: llamó de nueva cuenta a dar el paso en el principio fundamental que debe afrontar México ante las drogas, el principio de la descriminalización, aunque obviamente deben estar terminantemente prohibidas para menores de 18 años.
Y a este segmento de la población, los niños y los adolescentes, se le debe de atiborrar de información sobre lo que son y lo que causan las drogas y la adicción a ellas. Pero lo que les falla a los políticos, aparte de muchas otras capacidades y habilidades, es la educación. Confunden educación con enseñanza y así nunca llegaremos más que al vacío.
Pero por lo que toca a las drogas, lo dice claramente De la Fuente: La descriminalización significa que el que use una droga por el hecho de usarla no está cometiendo un delito: ese es el punto central; no quiere decir que se pueda usar de manera indiscriminada, libremente, a las dosis que quiera, en cualquier lugar y a cualquier edad; son dos cosas diferentes. Estar descriminalizada le quita esa connotación delictiva pero hay, evidentemente, que crear un marco normativo.
Urge pues que los políticos abran su mente y no digan que están de acuerdo con el debate, pero no con la despenalización. Porque es absurdo que las adicciones estén penalizadas, aquí, en Estados Unidos (el mayor mercado de consumidores) y en China,
Es el cuento de nunca acabar.
Le cercenan una cabeza a la hidra y le brotan cinco. Y así hasta la eternidad.
Y unos, muy pocos, enriqueciéndose, sobre todo los bancos y los grandes barones que no son ni los chapos ni los mayos, ni las barbis. Estos son sólo peones de los grandes que hacen sus pingües negocios en Wall Street.
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