• No se debate ninguna decisión del Tlatoani
• Las políticas públicas, para bien de México
No se hacen así las cosas en México, Alfonso Cuarón. No se debate ninguna decisión del Tlatoani.
Una vez decidida arriba una política pública, nada la cambia. Quien o quienes la decidieron tienen toda la potestad, potestad sagrada que les da la representación nacional…
La de México es una democracia. Lo aceptan, y la defienden, las derechas y las izquierdas institucionales – por eso éstas participan en las elecciones – y hasta los inexistentes centros. Los únicos que no lo aceptan son los inadaptados.
En México hay elecciones libres, democráticas. Las mayorías eligen a sus autoridades. Aquí sí son autoridades. En otras democracias trasnochadas son siervos, empleados públicos. Algo así como lo que pretendía el cura Morelos y Pavón.
Y una vez elegidas por las mayorías, las autoridades asumen la representación nacional (ente difuso e inexistente) y tienen todo el poder de cambiar la Constitución, según su conveniencia, según los intereses de quienes verdaderamente mueven la economía con sus millones.
Y si ayer los energéticos eran propiedad exclusiva de la nación, hoy las autoridades – los llamados poderes – decidieron que ya no más, Que la modernidad exige que la propiedad del petróleo y de la energía eléctrica, y de todo lo que se pueda, sea compartida con los grandes magnates privados extranjeros.
Más o menos, o más que menos, como era antes de que al presidente Cárdenas del Río se le ocurriera que los recursos del subsuelo eran de la nación y no de las compañías petroleras extranjeras.
Así que, estimado cineasta, director laureado, premio nobel del cine imperialista (el Óscar es el premio Nobel que otorgan los barones del cine capitalista a quién o a quienes quieren), lo que le pides a Peña Nieto es un absurdo.
Aquí, en el reino de emos como Nezahualcoyotl, no se debate nada.
Toda decisión de arriba es para beneficio de México, de los mexicanos, de los trabajadores, de los grandes empresarios. No hay de otra sopa. Vivimos en una democracia, al estilo calvinista, al de Escrivá de Balaguer.
O en todo caso, como te lo dijo muy alto y claro este martes el mismísimo encargado de la tesorería y recaudador de rentas, don Luis Videgaray Caso, será en el Congreso donde se llevarán al cabo los principales debates en torno al asunto de la privatización del petróleo y de la generación de energía eléctrica.
Y ya sabes, Cuarón, que tanto en la Cámara como en el Senado tampoco de debate. Toda iniciativa de ley o de reformas a la ley llega ya planchada (como se dice en el argot), perfectamente elaborada para beneficio de los mexicanos. Y en el salón de sesiones se impone ipso facto la mayoría. Y la mayoría, para bien de la nación y gloria de dios, está ahora en manos del partido que retornó a Los Pinos con el apoyo incondicional de la familia González Torres, de los malagradecidos de Nueva Alianza y de Los Chuchos.
Así que ya puedes, Cuarón, pedir debate. Mejor confórmate con ser voz de los desadaptados, inconformes de siempre. Y sí es “mucho pedir”. Los mexicanos están bien como están. Gordos, flacos, mal comidos, muertos de hambre, pero felices, como lo ha decretado el vendedor más grande del mundo, José Ángel Gurría Treviño.
¿Por qué no debatir? ¿por qué no celebrar al menos tres debates en televisión abierta, en horario “prime” y cobertura amplia, sobre la reforma energética y petrolera, en los que se incluyan puntos de vista a favor y en contra, en los que participen expertos en diversos temas?”…
Sencillamente porque la decisión está tomada. Y es para bien de México… Aquí no se debate. Nunca se ha debatido. Palabra de dios.
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Amen, RIP ¡Qué descaro contradecir cuestionar a quienes sí saben (de negocios privados)!