• Reformas, ¿y luego?
• Partidos, partidos…
Acuérdate que nos dijeron que Tonaya estaba detrás del monte. Y desde qué horas que hemos dejado el monte… no veo rastro de nada… Me estoy cansando…**
Hemos andado mucho y no se ve el horizonte en esta Rusticatio Mexicana. Promesas, promesas, promesas de los cabecillas políticos, de los gobernantes. Promesas… y puras vergüenzas. Lo único de que puede presumirse es de la llamada estabilidad macroeconómica y del impresionante, espléndido, lujurioso, estado de bienestar de las clases dominantes. Los trabajadores, unos más, menos la mayoría, caminan por la calle de la amargura.
La gente está cansada. Tiene sed y hambre, sed y hambre que no puede calmar las dádivas, las limosnas. Ni cruzadas medievales podrán lograr que unos 70 millones de personas dejen de tener hambre, dejen de vestirse con ropa de pacotilla, de engordar con aguas azucaradas y porquerías de las calles der las ciudades. Muy pocos pueden arrimarse a un comedor público, a una clínica de esas llamadas populares.
Mientras tanto, los barones de la partidocracia rinden, a diario, pleitesía al populismo y la demagogia, más preocupados en defender su chamba y se pasan la vida hablando de que acabarán con la pobreza en tanto ellos se enriquecen y pasan las horas en suculentas tertulias en los más lujuriosos centros de la glotonería.
Los funcionarios del PRI viven del triunfalismo que les inoculó su retorno a la Presidencia de la República y, obviamente, arropan incondicionalmente todas las iniciativas del gobierno. No podía ser de otra manera. Un primer año reformista, bajo el manto protector del Pacto por México.
Pero aún nadie conoce qué rumbo tomará esta marcha. El presidente Peña Nieto asegura que está sentando las bases estructurales para catapultar la economía al desarrollo pleno, hacia una sociedad en la que todo el mundo goce de igualdad de oportunidades, en donde todos tengan dinero en la cartera.
Quedan pendientes la reforma político electoral y la madre de todas las reformas estructurales: la reforma energética, que modernizaría, al estilo del mercado, a la empresa de México, Pemex, y a la empresa de clase mundial, la CFE, reforma en la que el presidente ha apostado su resto.
Tienen que ser aprobadas las dos – la política quizá antes del día 15; la energética, esperará al año venidero que ya está a la vuelta de un mes – por el bien de los mexicanos. Y lo será gracias al voto de la mayoría. PRI y PAN hacen la mayoría. No faltaba más. Pemex necesita de los dólares de los inversionistas del extranjero. Y ya no estamos para nacionalismos cursis.
Ya la revolución desapareció de la propaganda. El medio para conseguir el desarrollo económico es el mercado, como en China comunista.
Los berrinches del PRD no son de cuidado. Que Los Chuchos, en esa su estrategia tramposa de siempre, digan que se retiran de la mesa del pacto no tiene la menor importancia. Su voto en el poder legislativo no parará las dos iniciativas. que están más que cocinadas en las comisiones legislativas.
Es posible que la decisión de la dirigencia de Los Chuchos, de levantarse de la mesa del consejo rector del pacto, sólo sea una estratagema al interior del partido para seguir usufructuando la presidencia y todos los puestos del Comité Ejecutivo Nacional, ante la eventual amenaza de Cuauhtémoc Cárdenas, quien haría una limpia de raíz en el partido y los actuales detentadores del poder se irían a su casa.
Es posible que por ello los dirigentes perredistas simulen estar envalentonados. Ahora el presidente perredista, Jesús Zambrano, dice que la bancada de su partido en el Senado evaluará la respuesta que tenga su retiro de la mesa de negociaciones de la reforma política, para tomar la decisión de participar o no en la reunión de comisiones. en la que el lunes se votará el dictamen del paquete de cambios.
Pero en Los Pinos y en el PRI nadie suda ni se acongoja. Habrá reforma política y el año próximo quedarán abiertas las puertas de Pemex y de la CFE a las inversiones extranjeras. Ya puede desgañitarse López Obrador por todo Paseo de la Reforma y pegar de gritos en la plancha de la Plaza de la Constitución.
Pero ya cruzamos el monte y aún no se ve Tonaya. No se oye ladrar a los perros,
*No oyes ladrar los perros – El llano en llamas
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