Francisco Gómez Maza
• Cuidado con los chiapanecos
• Prefieren morir que ser derrotados
La historia indudablemente que es un proceso que se repite y se repite en sus aspectos más diabólicos y perversos. Lo bueno de la historia se queda enterrado en los socarrones de la historia. De ahí que no estoy muy seguro de que sea la maestra de la vida. Podrá ser la bitácora de la actividad humana, pero la maestra, la única maestra, es la experiencia.
Con todo, los grandes errores son repetidos. Se repite permanentemente la corrupción de los políticos, Nadie aprende en cabeza ajena, Y bien que los diabólicos y perversos gobernantes aprenden, como los actuales que, sin conocerlo personalmente, aprendieron de los más perversos represores del pueblo como Porfirio Díaz, Santana, Victoriano Huerta, Gustavo Díaz Ordaz.
En los tiempos del abuelo, llegué a escuchar de muchos adultos y de muchos maestros, sobre todo de los que venían de Europa, concretamente de las Hispanias, que la letra con sangre entra. Y tales “educadores” de verdad que practicaban el axioma. Enseñaban a golpes, a cuerazos, a reglazos, con castigos humillantes como permanecer de rodillas toda la hora de clases y a veces hasta más. Pobres niños de esa mi época. Yo fue una de las víctimas de reglazos en la cabeza y en las palmas de las manos. Cuerazos en la espalda y en las nalgas.
Indudablemente que la letra tenía que entrar por muy jilipolla que fuera el alumno. Y todo, avalado por los papás, por la sociedad, por las autoridades dedicadas a coordinar las actividades magisteriales. Era un régimen de terror al que el niño era obligado a asistir cotidianamente mañanas y tardes. Y había profesores que castigaban hasta con una espantosa tanda de puntapiés en el cuerpo del niño. Eso ocurría cotidianamente particularmente en las escuelas de carácter confesional. Y en los internados era muy común y nada mal vista la pederastia y la pedofilia, practicada por profesores de, como se dice ahora, preferencias sexuales diferentes, pero que tendrían que haber sido castigados, yo los hubiera llevado a la horca, con un gran rigor por las leyes penales.
Pues la letra con sangre entra se está volviendo a poner en práctica. La reforma educativa que de educativa tiene lo que la financiera tiene de financiera o la energética tiene de energética (más bien de venta de los activos de Pemex a extranjeros), está implicando sangre, dolor y lágrimas por la represión policiaca ordenada por las autoridades en contra de quienes no están conformes con una reforma educativa que de educativa tiene lo que el catecismo de Ripalda tiene de moral y buenas costumbres.
El joven Nuño no mira más allá de sus aspiraciones presidenciales, El quiere ser el presidente a costa de lo que sea, y es émulo de Díaz Ordaz. Es la personificación de la sangre con la que entra la letra. Y yo creo que debe cuidarse y ser menos intolerante porque si sigue como va jamás llegará a donde quiere llegar, porque la gente, los alumnos y padres de familia están muy molestos con él. Por supuesto que me refiero a esas mayorías silenciosas a las que no les gusta meter la letra con sangre.
Chiapas es el ejemplo más inmediato. Y no es porque sea la CNTE. No. En Chiapas es la inmensa mayoría de chiapanecos que ya odian al joven secretario de educación, Y que no les hablen de Peña Nieto porque abominan.
Los acontecimientos ocurridos durante las dos últimas dos semanas en Chiapas son verdaderamente deplorables. Represión, represión, represión, sangre, muertos, dolor y lágrimas. Y va a continuar porque los chiapanecos no se dejan. Y más las mujeres chiapanecas. Prefieren que las maten a renunciar a una lucha que consideran justa. En Chiapas, joven Nuño, no funciona la represión, no los va usted a doblegar con los toletes, con el gas pimienta, con los garrotazos, con las balas de goma y menos con las balas de verdad. Podrá hacer una matazón, podrá meter a muchos en la cárcel, condenarlos a cadena perpetua, pero nunca jamás doblegará a los chiapanecos. Lo traen en la sangre. Y no crea que viven muy contentos con los gobernantes mexicanos.
Ellos tienen en la memoria que fueron anexados a este gran país a la fuerza solo por el voto de los dueños, de los señores finqueros, de los curas de la extrema derecha, pero a ellos nunca les preguntaron si querían ser mexicanos.
Así que váyase con cuidado, joven secretario, si es que de verdad quiere ser el sucesor. En este país ya no caben las políticas represivas ni la cárcel para los disidentes. Ah, y aunque usted no lo crea, la letra no entra con sangre.
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