• El poder adquisitivo de los usuarios, por los suelos
• Y aún no hay dinero contante y sobrante en la cartera
Que el Metro de la ciudad de México es, con aumento de tarifa y todo el más barato del mundo; que el valor real de un pasaje es de 10.50 pesos. Esto dijo el director del Sistema de Transporte Colectivo, Joel Ortega, para justificar la decisión de aumentar a cinco pesos el boleto, hecho que desató la furia de sectores populares, que se abalanzaron a tomar las estaciones para, como protesta, dejar pasar a todos libremente por los torniquetes.
Muy explicable y comprensible el malestar de los ciudadanos que usan el Metro para trasladarse a sus centros de trabajo en esta interminable ciudad, tan terrible como Bagdad o Nueva Delhi, Y la inmensa mayoría de los usuarios de este medio de transporte son integrantes de la clase trabajadores y viven al día, visten mal y muchos realizan cotidianamente viajes hasta de cuatro o cinco horas.
Sale sobrando que el Metro de ciudad de México sea uno de los más importantes del mundo, aunque no comparable ni con los de Moscù, o Nueva York o París en donde el servicio es de primer mundo. Tenemos que aceptarlo. El de la capital mexicana es de tercer mundo, en donde la inmensa mayoría de los poco más de cinco millones que viajan diariamente hacen un enorme esfuerzo para, con su salario de hambre, cubrir todas sus necesidades fundamentales de casa, vestido y sustento.
Dos pesos más a la tarifa es una muy pesada carga para los trabajadores mexicanos, que ya no ven lo duro sino lo tupido del infortunio de haber nacido para ser de las últimas categorías sociales del alfabeto de las contradicciones.
Los salarios en México han sufrido un terrible deterioro desde que el ahora inoperante salario mínimo fue implantado. Sufren una caída profunda que afecta la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora, sin soluciones claras por parte del gobierno, la iniciativa privada y los sindicatos. Actualmente, el presidente Peña Nieto está decidido a lograr con las reformas estructurales que los trabajadores mexicanos siempre tengan dinero disponible en la cartera. Pero aún falta mucho para que las reformas tengan un impacto positivo en la economía nacional. Por lo pronto, los trabajadores sobreviven, que ya es ganancia. Mal, pero viven, con salarios injustos, sin prestaciones, sin seguridad social, y ahora con el problema de que tienen que pagar más para desplazarse al trabajo.
El crecimiento del Producto Interno Bruto por habitante en los últimos años ha sido insatisfactorio y así lo reflejan las cifras del 2000 al 2009, que muestran un incremento de 1.5% anual. Entre 1980 y 2009 el salario mínimo real cayó 68.4%, mientras que el sueldo de los contratos colectivos decreció 50.5%.
En los últimos seis años, la pérdida en el poder adquisitivo de los salarios en México rebasó 25%, cifra que contrasta con el nivel de la inflación anual en el país, registrado en el mismo periodo, de 4.4%, en promedio.
El precio del kilo de tortilla se elevó 70.5%; el de huevo blanco, 68%; el arroz, 47.8%; el frijol bayo, 127.3%, y el litro de aceite vegetal, sólo al cierre de 2011. Si se destinara un salario mínimo nominal de 2011, equivalente a alrededor de 60 pesos diarios, al consumo de un producto, sólo se podrían adquirir cinco kilogramos de tortilla, o en su caso menos de tres kilogramos de huevo.
En contraste, con el monto que erogaban los trabajadores en 2006 -47.05 pesos- era posible comprar siete kilogramos de tortilla; 3.2 kilogramos de huevo; cuatro kilogramos de arroz; 5.3 kilogramos de frijol, o 3.7 litros de aceite.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2012 la inflación en productos agropecuarios fue de 9.2%, cifra importante si se considera que una familia que percibe hasta tres salarios mínimos destina, en promedio, tres de cada 10 pesos de sus ingresos a la adquisición de alimentos. En 2012, la inflación promedio en alimentos registró 6.5% y en energéticos 5.2% En este periodo, el salario mínimo general real creció 0.3%. Y ya no voy a hablarles de la seguridad social, ni de la fallida reforma laboral.
En estas condiciones, querido Joel Ortega. ¿Crees que es justo el incremento de la tarifa del Metro? El transporte público, en un país como México, no puede ser visto como un negocio subsidiado. Debe ser un servicio, inclusive gratuito, pagado por los contribuyentes. Ve a los ciudadanos que usan el Metro. Solo trépate a un vagón a cualquier hora pico.
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