• Como un bulldog en una supervía
• El repunte, sólo muy buenos deseos
La economía, a las tontas y a las locas, titulé este domingo para Análisis a Fondo Diario la nota del Informe semanal del Vocero de Hacienda. Y no es para menos. Los números, los porcentajes hacia arriba o hacia abajo, ofrecidos por los expertos hacendarios, hablan de que, en estos catastróficos momentos en los que se debaten millones de mexicanos por las inundaciones en el estado de Guerrero, los agentes económicos andan tan perdidos como un bulldog francés en los carriles centrales de una supervía.
Las autoridades, no obstante, realizan esfuerzos sobrehumanos para destacar los “avances” de los indicadores de Gini, pero esos adelantos son tan pinchurrientos que no alcanzan para afirmar que la economía saldrá del hoyo. Es más, todo el mundo escuchó, vio o leyó la noticia de que don Luis Videgaray anunció un nuevo ajuste de sus estimaciones acerca de la somnolienta marcha de la actividad productiva. De 1.8 a 1.7 por ciento para este año, que está ya en pleno otoño inundado por las lluvias torrenciales, que le costarán al erario alrededor de 70 mil millones de pesos. Y la estimación del Secretario de Hacienda es muy optimista.
Los economistas gubernamentales están totalmente despistados porque no es lo mismo conducir la economía del estado de México, que se monitorea desde Toluca, que enfrentarse a la decimocuarta megaeconomía mundial, ahora en verdadera recesión, aunque declinen aceptar esta realidad.
Como lo escribió hace unos días el corresponsal del diario madrileño El País, México enfrenta su peor desgracia humanitaria en por lo menos 30 años. Desde el terremoto que destruyó buena parte de la Ciudad de México en 1985, ninguna catástrofe natural había causado los daños materiales que las tormentas Manuel e Ingrid dejaron a su paso por el país, desde el 13 de septiembre pasado. Al margen de las desgracias humanas, muerte, desapariciones, las infraestructuras del país han quedado diezmadas y las pérdidas son inauditas y millonarias. Y esto, quiérase o no, claro que le pegará a la economía.
Pero las autoridades no se resignan y pretenden crear expectativas optimistas entre los mexicanos – y eso está bien, pero no tanto -, cuando lo que tendrían que hacer es hablar con la verdad. Y la verdad es catastrófica, que no catastrofista. Millones de mexicanos se debaten entre la falta alimentos – la despensa de apoyo es sólo un lindo regalito, pues en el campo lo que se necesita son toneladas de maíz y frijol y no laterías ni mucho menos catsup o mermeladas -, seguridad personal, falta de empleo, salarios injustos, falta de créditos bancarios¸ entre otros infortunios. No será nada fácil convencerlos de que la economía se está levantando. A pesar los repuntes en varios indicadores, no se ve cómo, en la próxima década por lo menos se logre el bienestar.
No obstante que los indicadores vienen mostrando repuntes, el mercado bursátil continúa respondiendo a los caprichos de los mercados del exterior, pero en realidad sólo revela la incertidumbre de los jugadores, que no tienen ni idea de qué harán las autoridades para equilibrar la embarcación.
Según el reporte, en julio el IGAE (Indicador Global de la Actividad Económica) creció 0.47 por ciento real; las ventas se aceleraron y aumentaron por tercer mes consecutivo; los indicadores del sector servicios (ingresos y empleo) continuaron creciendo; la productividad laboral aumentó 0.3; los del sector manufacturero mejoraron, pero el secretario de Hacienda anuncia un ajuste general a la baja.
Mientras, el Meteorológico pronostica más lluvias intensas en todo el territorio nacional, y aunque la inflación se mantiene alta, en tres y medio dígitos.
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