Francisco Gómez Maza
• No hay condiciones para levantarse
• Es más, los mercados se debilitan
No debería de extrañarnos ni sorprendernos el comportamiento de la economía mexicana. Tiene tres décadas que no se levanta. Que está echada como una gallina clueca a la que se le engüeraron los huevos. Que no crece. Que está estancada. Los mexicanos reales, no las clases dominantes, políticas y económicas, viven o sobreviven de puro milagro. Lo bueno que tienen a la Virgen de Guadalupe y ahora, desde hace algunos años, a San Juditas, que son los que hacen el milagro de la comida de tortas de tamal o quecas de frijol.
Los mercados externo e interno, principales motores económicos de México, se debilitan justo en el momento en que el mundo entra en una etapa de fuerte turbulencia, marcada por una mayor volatilidad financiera y un menor dinamismo productivo global.
En este entorno externo adverso, México está condenado a un crecimiento económico de entre 2% y 3%, en el mejor de los casos para los próximos años, igual que en los años pasados: más de lo mismo; pan con lo mismo, con lo que el gran despegue que se esperaba de entre 4% y 5% anual (quién lo esperaba; este escribidor nunca esperó crecimientos de tal envergadura porque la economía no tiene los suficientes recursos, o si los tiene se los llevan las ratas a las ratoneras de Panamá, o de Gran Caimán, o de Nueva York, o de Europa) va a ser imposible de alcanzar durante este sexenio, coincidieron especialistas.
Nadie creyó ese cuento del Saving México. Menos los grandes inversionistas que con su dinero sí habrían podido lograr un crecimiento económico por lo menos de 4 por ciento anual este año. Pero no. A nadie en el gobierno le interesa crecer arriba del 3 por ciento porque la pobreza es un gran apoyo electoral, ya que a los pobres se les compra la conciencia con una sopa Marushan, o unas láminas de cartón embadurnado de chapopote para tapar el techo de las chozas.
Dicen los expertos que el menor dinamismo de la economía mundial y en particular el bajo crecimiento de Estados Unidos, al que van dirigidas más de 80% de las exportaciones mexicanas, han reducido las expectativas del país de manera directa. Las proyecciones más recientes es que la economía estadounidense cierre con un crecimiento de 1.8% para finalizar este año, lo que contrasta con el 2.4% de 2015. Eso implica una limitación para el crecimiento económico de México, porque su comercio depende en más de tres cuartas partes del mercado estadounidense; por lo tanto una velocidad menor de Estados Unidos implica menor demanda para las exportaciones nacionales y eso es lo que va a limitar el crecimiento del país”, advirtió Alfredo Coutiño, director para AL de Moody’s Analytics consultado por reporteros del diario mexicano El Universal.
El especialista dijo que se observa una tendencia negativa descendente en las manufacturas mexicanas desde el año pasado, pues el valor de las exportaciones no petroleras a Estados Unidos cayó 1.5% en el último trimestre de 2015 respecto al mismo periodo del año anterior, algo que no se veía desde la crisis global de 2008-2009.
A escala nacional, la demanda interna tiende a agotarse. Acontrapelo del wishfullthinking del señor Videgaray y del señor Peña. Si bien el dinamismo de las remesas, la formalización del empleo y la baja inflación favorecieron el fortalecimiento del mercado nacional, constituyéndose en un importante soporte del crecimiento económico, su impacto comienza a disminuir.
“Estos factores pueden estarse agotando porque la inflación no va a seguir bajando más, por lo que el ingreso disponible se mantendría prácticamente constante; ya no veríamos estos efectos positivos; entonces es probable que en la segunda mitad del año el dinamismo del mercado interno tienda a moderarse”, opinó James Salazar, analista económico de CI Banco.
“México ha aprobado e implementado un conjunto de reformas que todavía dan la esperanza para atraer inversión extranjera, lo que va a permitir una trayectoria de tasas de crecimiento ligeramente mayor a las de Estados Unidos”, comentó Coutiño. Sin embargo, las reformas estructurales aún no van a dar las ambiciosas tasas de 5% o 6% que se plantearon al principio de esta administración federal.
En ese sentido, Coutiño dijo que ese objetivo casi está fuera del panorama de aquí a 2018. Tensión en la economía mundial “Lo que ha sucedido es que todo el cambio estructural que se está viendo en el mercado global del petróleo retrasa los efectos más favorables de las reformas en México, que eran los fuertes flujos de inversión que esperaban en el sector energético”, explicó Javier Amador Díaz, Economista principal de BBVA Bancomer. A finales de este año viene la primera licitación de aguas profundas, que es la que requiere mayor inversión, pero sus beneficios van a tardar más o menos cinco años, por lo que el efecto favorable más fuerte de las reforma energética se va a ver en el próximo sexenio, dijo. “Nosotros nunca vimos crecimientos de 5%, más bien preveíamos entre 3.5% y 4% en el largo plazo y creemos que todavía es alcanzable pero llegará más tarde de aquí a 2020”, enfatizó.
Por otra parte, el contexto internacional no parece que vaya ayudar a la recuperación de la economía mexicana. El proceso de normalización de la política monetaria de la Fed, la posible salida de Reino Unido de la Unión Europea, la desaceleración de la economía china, así como las elecciones presidenciales en EU, pondrán en tensión a la economía mundial. “Nuestro escenario central es relativamente optimista. Pero si hay un escenario de riesgo donde pudiéramos tener una “tormenta perfecta”, si el referéndum de Europa sale mal en junio, gana Donald Trump las elecciones presidenciales en noviembre y China se desacelera, podríamos vivir un otoño complicado, no es el escenario central, pero es uno de riesgo que estamos monitoreando con mucha atención”, coincidió Jorge Mariscal, oficial en jefe para inversión en mercados emergentes de UBS.
El presidente ejecutivo del grupo Financiero Santander México, Héctor Grisi, dijo que las actuales condiciones de volatilidad que se vive en la economía global no se habían presentado con anterioridad y hay incertidumbre de cómo reaccionarán los mercados. “Los mercados sí están volátiles. Hay condiciones complicadas en el resto del mundo. Tenemos escenarios que nunca habíamos vivido con tasas negativas en Japón, en Europa. Los bancos han metido una fuerte cantidad de liquidez a los mercados y no sabemos qué vaya a pasar”, comentó.
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