• Una historia sin fin
• Debajo, un estercolero
Michoacán en la agenda periodística, Michoacán en la agenda política, Michoacán en la agenda personal de Peña Nieto. Michoacán en la agenda del Departamento de Estado, que es el mecenas de la guerra mexicana contra el crimen organizado y el narcotráfico. Los políticos de Washington están extremadamente preocupados ante la violencia en Michoacán.
Los voceros de la Casa Blanca y particularmente del Departamento de Estado están preocupados porque no vayan a pensar sus detractores que Michoacán es el ícono del fracaso de la fracasada Iniciativa Mérida que le echó dinero a un barril sin fondo durante la desadministración de Felipe Calderón. Millones de dólares invertidos en el vacío porque ni la casaca verde olivo, tan guanga en el cuerpecito del entonces presidente, ni las metralletas de los soldados y policías federales sirvieron para detener el avance del crimen en el país. Es más, sólo fueron un palo con una estopa encendida para alebrestar el avispero de los cárteles mexicanos.
Ahora, Peña Nieto está pagando las torpezas, las irresponsabilidades, las ligerezas, las facturas de dos sexenios sin rumbo ni destino, de dos presidentes cuya insignia fue la soberbia del advenedizo que siempre quiso el poder, pero que cuando lo tuvo no supo ni de qué se trataba tener poder y menos gobernar. Y Michoacán comenzó a podrirse desde el PRD y el PAN.
Y ahora, la Tierra Caliente es una gran mole de fuego inextinguible en las manos de soldados y policías, en las del gobernador y en las del presidente de la república.
Lo más doloroso es que en estos casos pagan justos por pecadores. El ejército y la policía federal deben de ser muy rigurosos, muy severos con aquellos elementos que se brincan trancas como los soldados que asesinaron a dos pobladores el pasado lunes cuando comenzó el operativo de suplantar a las autoridades municipales para proteger a la población. Ayer, unos 700 pobladores dieron el último adiós a las dos víctimas muertas (asesinadas en realidad) tras el forcejeo con fuerzas militares ocurrido el pasado lunes
Unas 700 personas se dieron cita en el panteón de Antúnez para despedir a Rodrigo Benítez Pérez y Mario Pérez Sandoval, muertos tras un forcejo con elementos Ejército durante los hechos del lunes pasado en las afueras de Antúnez.
Pero lo que está ocurriendo en Tierra Caliente parece de película tragicómica porque tanto los soldados como los policías federales están batallando contra fantasmas, porque los tales Caballeros Templarios o los de la Familia no aparecen por ninguna parte. ¡De zonzos! Y las guardias comunitarias todavía hasta el momento de redactar esta nota no habían dado a conocer cuál sería su destino. Porque si los desarman los soldados se quedan a merced de los vengativos sicarios del crimen. Y si no los desarman, qué van a decir. Que el gobierno está tolerando la ilegalidad. Esperaremos pues a ver a qué acuerdos finales llegaron entre el gobierno federal y los también llamados grupos de autodefensa.
Mientras tanto, hay que seguir pendientes de los acontecimientos. No olviden que lo que ahora está ocurriendo son las primeras cuentas del rosario. Y no hay que olvidar que debajo de toda esta historia hay un estercolero inmundo que ayudaron a juntar los gobiernos estatales y federales y los partidos políticos sin excepción.
Veremos y diremos.
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