• Enésima estrategia contra la criminalidad
• Nada servirá si no funciona la inteligencia
Extorsión, amenaza, levantón, secuestro, asesinato, ejecución: el diabólico rosario michoacano. Parece imposible que lo rompan las fuerzas armadas, la policía federal y menos las policías estatal y municipales. Como la serpiente, los malos son inteligentes; usan los más eficaces medios de escucha – taxistas, vende chicles… -; los buenos son como la paloma, inocentes, tontos.
Los malos hacen lo que les viene en gana. Hasta incendian plantas de luz o estaciones de gasolina. Y matan. Tan campantes. Los buenos no saben qué hacer; andan como cachorritos en una vía rápida.
Los buenos se pasan la vida inventando estrategias disfuncionales ante un verdadero combate irregular desplegado por las fuerzas del mal.
Dicen que todo está podrido en Michoacán desde siempre. Pero no lo estaba. Lo pudrieron los gobiernos estatales y el gobierno federal, sobre todo el de Felipe Calderón. Y ahora, el PRI hecho gobierno paga los platos rotos. Ni los políticos, ni los militares, ni los policías saben qué hacer para proteger a la población, y sólo dan palos de ciego, mientras caballeros y familiares se ríen a mandíbula batiente.
Y es que los malos libran una guerra irregular: Lanzan la piedra y esconden la mano. Atacan sorpresivamente. No requieren ni de pelotones, ni de batallones, ni de compañías para hacer la guerra. Pegan, incendian, matan y salen corriendo y se desperdigan, mientras los padrinos siguen con el proceso de acumulación de riqueza producto del comercio y la exportación de estupefacientes. Y con una ayudadota de autoridades soldados, policías sin prejuicios. Mas los buenos no están autorizados para desplegar una guerra de guerrillas. Se les va encima cuanto ombudsman hay en este planeta.
Ayer, por ejemplo, el vocero del Gabinete de Seguridad, el subsecretario de Normatividad de Medios, Eduardo Sánchez Hernández, dio a conocer la enésima estrategia, particularmente para el puerto Lázaro Cárdenas. El objetivo, ya repetido en innumerables ocasiones: “coadyuvar con el restablecimiento de las condiciones de paz, legalidad y seguridad de aquel estado; y con el objeto de fortalecer al Estado de Derecho, así como la legalidad de las actividades comerciales…” etcétera, etcétera.
La Marina “garantizará” la seguridad de una de las terminales portuarias más importantes del país y “por ello incrementará el personal y fortalecerá los esquemas de operación del Centro Unificado de Respuesta de Incidentes Marítimos, conocido como CUMAR, instancia encargada de planear, organizar y ejecutar acciones conjuntas con las autoridades portuarias…”
La Defensa Nacional reforzará la seguridad periférica y las vías de acceso al puerto, y evaluará y adiestrará a los elementos de la Policía Municipal, aunque mientras esto sucede el personal militar realizará funciones de seguridad pública.
La Policía Federal reforzará la seguridad periférica y las vías de acceso al puerto, en apoyo de los soldados, y garantizará en las carreteras el libre tránsito de personas y la integridad de, por supuesto, las personas y las mercancías que por ahí circulen. Y la Procuraduría General coadyuvará en las revisiones de rutina que conforme a la ley se llevan a cabo dentro y fuera del recinto portuario, además de recibir las denuncias y realizar las investigaciones derivadas de probables actividades ilícitas que pudieran ocurrir en la zona portuaria.
Mientras, Marina prácticamente requisó la administración y la capitanía del puerto. Y para prevenir colusión con y entre servidores públicos, las dependencias federales involucradas relevarán, de manera gradual y cíclica, a la totalidad de los empleados públicos comisionados a este puerto, estableciendo un esquema de rotación que abarcará también al Administrador de la Aduana Marítima y sus respectivos subadministradores.
Los diputados, lo anunció el presidente de la Junta de Coordinación Política, el michoacano Silvano Aureoles, dedicarán la sesión plenaria del este martes para “construir una estrategia integral que atienda la grave problemática” de Michoacán. Mientras tanto, los michoacanos de bien ya no soportan la hediondez del cadáver.
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