Francisco Gómez Maza
Creyeron los priístas Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto, principalmente, que era mentira ese axioma, ese exhorto, que de repente salió en las redes: ni un voto al PRI.
Hubo muchos votos, que no dejaron en la calle a los tricolores, sino con un poquito más de la mitad del país, cuando en tiempos idos no muy lejanos lo tenían todo, pero votos producto de la miseria y la ignorancia. Una torta un voto, una sopa maruchan un voto, una lámina para la choza un voto…
Los ciudadanos de mediana educación le quitaron el sufragio al presidente – ya no quieren al presidente ni las niñas, ni las jovencitas, ni las cuarentonas. Y es que engañó a medio mundo y medio a los mexicanos en camisa de once varas. Le quitaron el sufragio y se aventuraron a dárselo al partido de Felipe Calderón, que tanto daño hizo a los mexicanos en la “docena trágica”, cuando empezó la matazón de seres humanos con el pretexto de una guerra estúpida al narcotráfico. Ni los pobres, ni los trabajadores contradictoriamente son de izquierda. La mayoría de sufragantes votan con el estómago vacío, esperando que alguien de la derecha priísta o panista los deje satisfechos de su hambre. Y tienen razón: barriga llena corazón contento.
Pero los que votaron en contra del PRI y le quitaron Veracruz, después de 87 años de ser tricolor, fiel al amo y un contribuyente de dinero para tramar el fraude electoral en toda elección, aunque no hiciera falta (los priístas estaban tan acostumbrados a ser fraudulentos que hacían fraude hasta en las elecciones donde no tenían oposición. Recuerdo que cuando Arely Madrid, sin opositores, ganó por el Distrito de Pichucalco, todo el mundo decía que había votado padrón y medio, y se tomaban tan en serio que lo hacían conscientemente.
Ya no más PRI en Veracruz. Estaban los veracruzanos hartos de tanto latrocinio, de tanta porquería en palacio de gobierno, de tanta sangre, muerte, dolor y lágrimas en las calles y hasta dentro de las casas de periodistas. Cuántos buenos periodistas, sin tomar en cuenta las complicidades con el crimen, fueron asesinados a los ojos de Javier a quien todo el mundo quería fuera de Veracruz.
El culpable inmediato de la derrota fue Javier Duarte de Ochoa, el gobernador a modo de la corrupción y la impunidad. Claro la mayoría de los veracruzanos se cansó de tanta pillería. Y más culpable el presidente que le sirvió de alcahuete.
El PRI perdió también Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Aguascalientes y Quintana Roo, estados muy importantes para muchos y más para las pandillas del narcopoder. Dónde quedaron los 72 cadáveres de los ejecutados en San Fernando. Cuántos asesinos fueron castigados. Sólo por mencionar un caso. Pero hay miles. Y ya no digamos asesinatos de mujeres, esos que ahora se llaman feminicidios.
No fue pues una sorpresa que el PRI perdiera plazas tan importantes. Con que hubiera perdido sólo Veracruz, quizá la más importante después del Estado de México. Si no pierde el Estado de México es porque ahí reparte y comparte corrupción entre todos, en serio, indios y no indios: empresarios y obreros. Pero todo cambia. Y no se vaya a sorprender si en la siguiente elección Luis Videgaray, ícono de la corrupción, o el que vaya a ser en candidato sale con su batea de baba.
Y Manlio Fabio no aprende a pesar de que está viejo. (lo vengo viendo en el PRI desde que alguien mató a Coloso en Lomas Taurinas; entonces era gobernador de Sonora). Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero aquí falló el axioma. Simplemente esconde la cabeza en la arena como el avestruz. Y sale con mensajes insulsos como el que se divulgó la mañana del miércoles en las redes. No hombre. La situación del país es gravísima. La situación del PRI es para llorar. Y eso que no le he dicho que el poder de compra de los trabajadores está por los suelos. Que muchos, muchos están sin empleo y sin poder pagar la comida diaria. Y que a nadie le importa que millones mueran de hambre. Y que hay millones, como 40, que tienen empleo pero que su pinchurriento salario no les alcanza para mucho.
Ah, y el niño Nuño, defendiendo una reforma “educativa” que sólo ha servido para golpear maestros. Pero, qué sabe Nuño de lo que llaman Educación o de lo que se llama Maestro, Profesor, Mentor.
No es justo pues que Peña Nieto, Manlio Fabio, Videgaray, Nuño, Ildefonso, Meade, Ruiz Massieu y el resto de cardenales vivan como jeques, rodeados de una miseria infame. Así hasta yo me uno, y eso que no soy partidista: ni un voto para el PRI. Aunque parece que este país no tiene remedio. Anclado en la corrupción y la impunidad, el PRI ya probó que sólo es un casino; EL PAN, que es el que cacha lo que se cae de la mesa del poder; el PRD, patiño de quien esté en Los Pinos, y Andrés Manuel López Obrador tampoco es la solución porque es como los Papas del pasado: dogmático, intransigente, convenenciero, fundamentalista. ¿Y entonces? ¿O necesitamos un militar…? ¿O una invasión al estilo Panamá?
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