• Los buenos deseos para 2015
• 4.7% no estaría nada mal, pero…
Este martes la Cámara de Diputados dio a conocer un documento que le envió la Secretaría de Hacienda con los principales objetivos que busca el gobierno federal para sustentar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2015. En el reporte, el secretario Luis Videgaray Caso les informa a los diputados de sus estimaciones en torno a variables económicas como producto interno bruto, inflación, comercio exterior, petróleo, finanzas públicas, entre otros.
En este espacio hemos porfiado en destacar lo imposible de ocultar: lo difícil que ha sido para los responsables de la política económica poner las condiciones para que la economía nacional se levante y deje de comportarse tan mediocremente como en las últimas tres décadas. O mejor dicho, el importante éxito que han tenido en la gran economía y el fracaso – sí, fracaso; no hay que temerle a las palabras – en el manejo de la economía real.
Las estimaciones, los pronósticos de los economistas hacendarios no llegan a lo ideal. Lo ideal es que la inflación no sea más el impuesto que pagan los pobres y que el crecimiento del producto permita lograr abatir el desempleo, el mal empleo, el empleo informal o subterráneo y mejorar sensiblemente las condiciones de los 70.000,000 de pobres, porque no negará que los millones que usan el Metro de ciudad de México no son pobres, cuando se les ve mal vestidos, mal comidos, con la desesperanza en la mirada, con la angustia a flor de piel.
Para que el aparato económico nacional pudiera lograr el pleno empleo tendría que crecer anualmente por arriba del 6 por ciento, pero para ello se requieren millonadas de dinero contante y sonante (digamos que unos 300 mil millones de dólares cuando menos, cantidad estratosférica que ni el hombre más rico de México podría negocias con sus socios, y menos el gobierno aunque emitiera una tal cantidad de papeles en los mercados de dinero del mundo)
Pero bueno. Los pronósticos, las expectativas de Hacienda son realistas. La liga no da para más.
En el documento entregado a la Cámara, Hacienda prevé, para 2015, un crecimiento económico de 4.7 por ciento. No es lo ideal, pero como un buen deseo es una cifra congruente con el tamaño de la sábana que cubre a los mexicanos.
Eso no quiere decir que al terminar el ejercicio fiscal la economía haya logrado esa meta. Imposible. No hay condiciones ni internas y menos externas para lograrlo. La economía mundial no está en las mejores condiciones de su historia. La economía de los Estados Unidos apenas como que quiere y no quiere levantarse. Los pronósticos de los economistas independientes no esperan que en 2014 se cumplan las expectativas.
Sin embargo, no seamos tan duros, tan exigentes. No es responsabilidad sólo del gobierno la marcha de la economía. Ya no somos la economía planificada del pasado. Ya estamos al arbitrio de las leyes de la oferta y la demanda, que en este espacio denominamos las leyes de la necesidad y del abuso. Y aunque hay economistas que aseguran que el mercado es inexorable, no estamos de acuerdo porque hasta en los imperios del librecambismo es controlable. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno no deja todo en manos del salvaje mercado, en el que los que tienen más saliva tragan más pinole.
La de México es, y más actualmente cuando se están aplicando ad pedem literae los principios del capitalismo calvinista, es una maquinaria económica codependiente de los mercados extranjeros y más del estadounidense. Sigue siendo verdad que cuando a los gringos les da un catarrito a los mexicanos les da neumonía. Entonces, no hay que esperar que en este país del subrrealismo humboltniano se logren las condiciones ideales para salir de la pobreza.
Las estimaciones del comportamiento de las variables económicas, así, hay que tomarlas como valores referenciales con los que los de Hacienda negocian la aprobación de los presupuestos de ingresos y gasto para un ejercicio fiscal, que en el caso es el de 2015.
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