• La política, fácil enriquecimiento
• La “gente” que sobreviva en la joda
Este material no es para salir del paso o cubrir una obligación de Fiestas de Pascua, cuando muchos cristianos y no cristianos (ahora hay una confusión teológica terrible) intercambian huevitos o de chocolate negro o de chocolate blanco, o simplemente de plástico, según las posibilidades económicas de los celebrantes.
No, de ninguna manera, Es un reclamo; es un grito de rabia ante los políticos dedicados a robarle al Erario que es nuestro, de la gente que paga sus impuestos, sus derechos, y cumple sus obligaciones de todo tipo, Pero a esos políticos ladrones les importa un pito de quien sea el dinero que se llevan a sus cuentas en el exterior, porque para ello se metieron en la política, porque es la manera más fácil de hacer buenos bisnes y ni quien diga nada, sólo que te portes mal como le ha ocurrido a los políticos que son encarcelados y que al fin de cuentas son liberados por falta de pruebas.
Acabaís de celebrar con música, alcohol y lujuria el martirio, la tortura, la muerte colgado de un madero del Maestro Jesús y ya podéis volver a ser los mismos fariseos de antes. Así que ya podemos hablar de los abusos y costumbres que hacen de este México de mis amores uno de los estados más corruptos del mundo y lo peor de todo viviendo, triunfando, en la más cínica impunidad, que ahora califica el socio del señor presidente – su investigador personal -, Virgilio Andrade Martínez, nombrado secretario de la Función Pública para decretar que su amigo, el presidente, no estuvo implicado en conflicto de intereses por la casa que le regalaron y que coso unos 80 u 86 millones de pesos.
Los negocios apabullantes, hechos a la luz del día, mientras las mayorías pasan o mueren de hambre son obras millonarias de relumbrón como lujosos estadios deportivos, velódromos de lujo, lienzos charros “para la gente” y un sinfín de obras que a fin de cuentan significan pingües negocios para gobernantes, gobernadores, presidentes municipales, y familiares de estos,
En Tuxtla Gutiérrez, por ejemplo, alguien levantó un lujurioso lienzo charro que podría estar en cualquier pueblo globero del oeste estadounidense, donde se dedican a actividades similares a la charrería mexicana. Y el tal “auditorio” para caballos fue bautizado con el nombre rimbombante de “Auditorio de la Gente”.
¿Y necesita la gente muerta de hambre, que es la mayoría de mexicanos, esperpento “arquitectónicos” que cuestan una gran fortuna, fortuna que se va distribuyendo entre contratistas, funcionarios, coyotes, hasta llegar a la cabeza de esa hidra diabólica que se llama corrupción? Ah, pero son el negocio de la vida. En México es casi el único país del mundo en donde los políticos se meten de políticos como antes los hijos de los ricos eran metidos de curas para enriquecerse desaforadamente a costa de “la gente” .
¡Qué cosas, qué contradicciones, qué injusticias, qué gente tan sinvergüenza la que “dirige” “los destinos” y usufructúa los dineros de la “gente”, en estados y municipios (la Federación es un “asunto federal”)! ¡Líbreme dios dellos!
Y me pregunto: qué es la gente. ¿La gente es la que puede pagar una entrada al Foro Sol, a cualquier restaurante de Santa Fe, o de la Plaza de Slim en Polanco, o a un gran concierto en Bellas Artes, o a la cena de fin de año en los salones de Palacio?
El resto, la inmensa mayoría, millones de trabajadores mal pagados y otros sin empleo, muertos de hambre, no es gente. Son lánguidos personajes “omega”, que deben ser desaparecidos de la faz de la tierra porque se colaron en el mundo sin tener el derecho de nacer.
Mientras, a seguir haciendo muy buenos y productivos bisnes, señores políticos de cualquier signo ideológico. Porque los perredistas, por ejemplo, salieron más vivos que sus maestros. Y qué importancia tiene la educación, y las universidades, y los mesabancos rotos, y los niños con hambre, y… bueno, no olvidéis que la gente es la servidumbre de la casa del patrón. Así es esto. Pero toda factura se paga en este mundo mucho antes de salir de él con los pies por delante.
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