• Las reformas hicieron el sexenio
• Y los grandes pendientes, pendientes
Los objetivos más importantes para él le están saliendo a pedir de boca a la Presidencia de la República. Lo que más buscaba, y que no logró la administración panista, lo tiene ya resuelto. El Congreso le ha aprobado todas las iniciativas de reformas estructurales.
Con ese triunfo pareciera que ya hizo su sexenio el mandatario priísta. Lo demás es lo de menos. Los maestros, la violencia del crimen organizado en el norte y en el sur, en el este y el oeste, el Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, los Caballeros Templarios, los cuerpos policiacos, las fuerzas federales, los Grupos de autodefensas, algunos de ellos convertidos ya en policías comunitarios institucionalizados, no tienen la fuerza de atracción de las reformas.
Las Cámaras aprobaron la reforma educativa, la reforma de las telecomunicaciones, la reforma energética entre otras, consideradas importantísimas para mover a México y en el periodo ordinario de sesiones a inaugurarse el primero de febrero, diputados y senadores aprobarán las llamadas leyes secundarias, la letra chiquita que abrirá el horizonte a la era del México en Movimiento.
La Presidencia actual no puede ser más que de estirpe revolucionaria, de los revolucionarios priístas al estilo de Adolfo López Mateos, de Miguel Alemán Velasco, de Miguel de la Madrid Hurtado, de Ernesto Zedillo Ponce de León y hasta de Luis Echeverría Álvarez y de José López Portillo, las dos ovejas negras de los gobiernos de la revolución.
Sin embargo, están fallando los comunicadores, los que escriben los discursos, que con el discurso de hoy matan todos los anteriores. No informan de lo verdadero. Se quedan en el follaje. Presumen de lo que se busca, de lo que se quiere, de lo que debería ser y aún no es. Pero dejan oculto los logros verdaderos, los que realmente importan a la sociedad. Y ningún lector encuentra en el comunicado información de hechos concretos, trascendentes, sino solo buenos, los mejores, deseos, y mucha e insistente propaganda goebeliana, como eso de que con las reformas estructurales se sientan las bases para una economía productiva y competitiva, cuando vemos que la realidad es reaccionaria y los pronósticos no son alentadores.
Como que México, los mexicanos, se están quedando sólo con la esperanza; como que la esperanza se está convirtiendo en la filosofía de la vida del mexicano. Los periódicos reflejan una realidad irreal, un montón de expectativas, sólo el deseo, y las expectativas y el deseo sólo generan incertidumbre, desilusión, decepción, desesperanza y ansiedad y depresión.
Michoacán es el ícono del México actual. Violencia, crimen, reacción inmediata, recortadero de cabezas de la Hydra, pero ésta sigue muy viva y con una enorme fuerza, que no sólo resiste sino que ataca como una fiera herida de muerte.
La anhelada sociedad del conocimiento se está quedando sin datos concretos, sin datos duros, atrapada en los sofismas matemáticos y filosóficos, en los falsos axiomas, al estilo del Face Book, y de la política del avestruz.
Ahí están los gravísimos fenómenos de la miseria, de la extrema pobreza, del desempleo masivo, de la economía subterránea, de la violencia criminal, de la desaparición de personas, de niños y niñas, de los secuestros, de los asesinatos, de los feminicidios.
Pareciera ser que se acepta que ésta violentada vida es la forma de vida del moderno salvaje y no hay comunicación verdadera entre el poder, los medios masivos de información y comunicación y las sociedades. Una ruptura que se acepta natural. Que inclusive pareciera una política de manipulación de conciencias. Vidas paralelas que caminarán en paralelo mientras el mundo mexicano sea mundo y no llegue el fin de la historia.
Algo no está bien aceitado en la maquinaria oficial, ni en la de los agentes del poder popular. Bueno el poder popular es inexistente. Un fallo de la energía, porque no se han pagado las facturas del servicio. Y los grandes problemas se acumulan mientras ya la hicimos con las reformas estructurales y la economía permitirá que todos tengan dinero en la cartera.
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