• Los desastres naturales pegan a los pobres; pierden todo
• ¿De veras para ellos un programa de aseguramiento?
Si no soplan violentos huracanes, si no caen lluvias torrenciales, si no se padecen horribles inundaciones, se diría que el tema del cambio climático sólo es un pretexto para la propaganda mediática de científicos comodinos y políticos ávidos de poder.
Pero el asunto es infinitamente más grave que la mediática; es más preocupante que un político oportunista, que se vale del dolor humano para engrandecer su figura mediante el socorro a la gente damnificada por un terremoto, por un diluvio devastador; reparto de despensas que no resuelven ningún problema.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, debido a su ubicación geográfica, México es propenso a recibir eventos de tipo geológico e hidrometeorológico, que ponen en riesgo a gran parte de la población e incrementan la probabilidad de enfrentar daños económicos de gran magnitud.
Lo experimentamos el año pasado cuando las tormentas tropicales Ingrid y Emmanuel devastaron buena parte del territorio nacional, y sobre todo del estado de Guerrero, en donde aún hay pueblos y comunidades de La Montaña que no han sido rescatadas a pesar de la propaganda de la señora Rosario Robles Berlanga, que declarándose de izquierda ha salido más demagoga que el más demagogo de los panistas y los priístas.
Son las actividades agropecuarias las que presentan mayor vulnerabilidad ante contingencias climatológicas, particularmente aquellas relacionadas con la falta, o el exceso de precipitación pluvial y, en menor escala, aunque cada vez con mayor frecuencia, las temperaturas extremas.
Datos recabados por la FAO y la Secretaría de Agricultura (SAGARPA), que son la base para el programa Componente de Atención a los Desastres Naturales – Cadena -, dado a conocer este lunes por autoridades mexicanas y representantes de la ONU, revelan esa vulnerabilidad de la actividad agropecuaria mexicana, pero sobre todo de los productores de bajos recursos, que no tienen manera de asegurar sus propiedades, cultivos y ganado.
Es grande el número de productores que se debate en la incertidumbre y que pierde todo por una sequía prologada, por una granizada, por una helada, por una tormenta, qué sé yo. De los 22 millones de hectáreas dedicadas a las actividades agropecuarias en todo el territorio nacional, sólo el 15 por ciento – las denominadas en transición – forman la clase media, por llamarlas de alguna manera, y medio pueden prevenirse de pérdidas por fenómenos naturales. Y sólo el 4 por ciento está en manos de agricultores ricos que están en plenas posibilidades de comprar planes de seguros.
La FAO está coadyuvando con los encargados de impulsar la actividad agropecuaria en México, encabezados por la SAGARPA, con el fin de que la mayoría de los productores de escasos recursos puedan acceder a los planes de seguros de aseguradoras privadas. Buen plan que desterrará la demagogia en los momentos más cruciales de una catástrofe. Usted asegura sus tierras, sus cultivos, su ganado, con el apoyo financiero de las agencias de SAGARPA y se olvida. Ya puede haber un diluvio universal, que sus bienes están asegurados para volver a rehacerlos y no dejar a los millones de consumidores de alimentos al garete.
Un dato duro: La actividad agrícola se realiza en casi 4 millones de unidades de producción que ocupan aproximadamente 22 millones de hectáreas. El 66 por ciento de la actividad se realiza en unidades menores de 5 hectáreas; sólo 240 mil son altamente eficientes y rentables; un 18 por ciento están en transición hacia un nivel alto en productividad y competitividad, y un amplísimo sector, de más de 3 millones de unidades, produce principalmente maíz y frijol para autoconsumo en condiciones de mutualismo, escasa tecnología y nulo acceso al financiamiento.
Ya comprenderá usted por qué los desastres naturales causan tanto estrago en la gente pobre. Pero la pregunta de siempre: ¿el programa anunciado va a ser realmente eficiente y eficaz? ¿No será, como tantos, víctima de la corrupción? Que los productores pobres puedan tener la certidumbre de que una póliza de seguro será su salvación. Veremos si es como lo pintan las autoridades, particularmente don Enrique Martínez y Martínez.
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