Redacción Mx Político.- Creador de magnas obras que hoy son referencia obligada para asomarse a la antigua cultura del Anáhuac, fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) y su legado sigue vigente, por lo que la Asociación Civil Miguel León-Portilla busca divulgar su vida y obra a diferentes sectores de la población.
El Centro de Estudios Teotihuacanos, instancia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), será la sede de la Tercera Jornada de Conferencias “Fray Bernardino y su obra”, el próximo 22 de febrero, a partir de las 11:30 horas, la cual es organizada por dicha asociación.
Para su presidenta, la científica y pedagoga Ludmila Holkova Oborna, este ciclo de ponencias contribuye al objetivo principal de la organización: el reconocimiento y valoración de las contribuciones de fray Bernardino de Sahagún, y dar continuidad al trabajo realizado por el tlamatini (hombre sabio) Miguel León-Portilla, en torno al conocimiento y comprensión de las culturas del México antiguo.
El catedrático de la Universidad de León, España, Jesús Paniagua Pérez, abordará Aspectos alegóricos en la ‘Psalmodia Christiana’ de fray Bernadino de Sahagún; en tanto, los especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ascensión Hernández Triviño de León-Portilla y Mario Alberto Sánchez Aguilera, dedicarán sus ponencias al Códice Matritense y Los sermones de dominicos en lengua mexicana de fray Bernardino de Sahagún, respectivamente.
Estas miradas diversas para entender al fraile y su obra, en su espacio y su tiempo, también serán transmitidas por el perfil en Facebook de la asociación civil.
Como refiere Ludmila Holkova, Bernardino de Ribeira –quien tomaría por apelativo el lugar donde nació, la Villa de Sahagún, en el reino de Castilla, al norte de España– se embarcó al entonces Nuevo Mundo entre los 29 y 30 años de edad, junto con una veintena de religiosos franciscanos, bajo la dirección de fray Antonio de Rodrigo.
A su llegada vivió en el Convento de San Luis Obispo, en Tlalmanalco, a las faldas del Iztaccíhuatl, y poco después en el monasterio de Xochimilco, lugares donde comenzó a familiarizarse con la lengua náhuatl, de la cual se haría conocedor. Trabajó como misionero, profesor y administrador.
No obstante, anota la también traductora, gran parte de su vida la dedicó a la escritura de la Historia general de las cosas de la Nueva España, basándose en fuentes documentales como los códices, y en los testimonios de sabios ancianos que recabó con ayuda de sus discípulos indígenas.
De esa labor titánica son mudos testigos el Colegio de la Santa Cruz de Santiago de Tlatelolco, en Ciudad de México, y el Convento de San Francisco de Tepeapulco, en Hidalgo, este último, propuesto por el propio Miguel León-Portilla como “Cuna de la antropología en el Nuevo Mundo”, ante la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, iniciativa a la que da seguimiento la asociación que lleva su nombre.
Esa magna obra se realizó por etapas y requirió diversas revisiones que aparecieron sucesivamente bajo los títulos de Primeros memoriales de Tepeapulco, Códice Matritense y Códice Florentino. Este último, escrito en náhuatl y español, se divide en 12 libros que tratan la cultura mexica y profundizan en la zoología, botánica y mineralogía de los nativos del centro de México, aspectos que describen 1,850 ilustraciones.
Como concluye la presidenta de la Asociación Civil Miguel León-Portilla, es a la visión de Fray Bernardino de Sahagún que debemos, como humanidad, la memoria de un mundo antiguo cuyos ecos resuenan hasta hoy.
El Centro de Estudios Teotihuacanos se localiza frente a la Puerta 5 del circuito empedrado de la zona arqueológica mexiquense.
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