La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El plan B consiste en que ya tiene listo un carruaje, desde luego, 4X4
Andrés tiene casi 67 años, llegó a la presidencia, después de recorrer el país durante, al menos, cuatro lustros, como él mismo se define, es un político todoterreno (o sea, un viejo lobo de mar), que se nutre de las enseñanzas del ‘pueblo bueno’.
Justin, por el contrario, no llega a las cinco décadas, aún, nació en el seno de una familia de la elite del poder y su apellido, le ayudó para ser primer ministro. Sus palmareses académicos, abarcan desde la literatura inglesa hasta temas medioambientales.
Andrés se guía por el instinto y evoca a próceres decimonónicos, para tomar decisiones. Por el contrario, Justin es pragmático y su referente, es el tiempo en el que se desenvuelve.
Con fulgurantes reflejos, el canadiense no dudó en ser el primer mandatario extranjero en reconocer a Joe. Pausado, Andrés se apoltrona y afirma, que la cosa es calmada.
Por otro lado, Joe, de 78 años, tiene un gran reto para superar las afrentas hechas por el locuaz Donald, de 74 abriles. Sabe que debe apresurarse a construir consensos, por lo tanto, su primer acuerdo fue con Justin, que contó lo siguiente: “Hoy hablamos de esos desafíos específicos, así como del comercio, la energía, la OTAN, el racismo contra los afroamericanos (…)”
No sobra decir que, cuando Donald convocó a Andrés y Justin a la Casa Blanca, en plena campaña, el joven líder decidió, en un acto de sensatez, hacer mutis, mientras, quien presume ser prudente, hizo un desangelado paseíllo por Washington.
Pronto sabremos, si más sabe el diablo por viejo o el que razona que debe atender consejos.