Claudia Rodríguez
Cada vez que el presidente estadounidense Donald Trump pronuncia un discurso o teclea cualquier asunto a través de Twitter, seguro el equipo del presidente Enrique Peña Nieto debe temblar pero igual se queda impávido.
Desde hace unos días, Trump insiste y reclama acciones del Gobierno mexicano sobre la caravana de hondureños inmigrantes que transita por el sur de nuestro país, y a partir de esto; amenaza con cancelar el Tratado de Libre Comercio (TLC) porque critica la debilidad del Ejecutivo mexicano para evitar que de manera indocumentada más y más personas lleguen a su país, para lo que reafirma Trump la necesidad del muro entre México y Estados Unidos o militarizar la frontera desde el norte.
El tema de la caravana de hondureños ha sido tema de la agenda de Donald Trump para atacar a México, al grado de señalar que la política de migración mexicana alienta tales desplazamientos.
Tanto la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), como la Secretaría de Gobernación (SEGOB) han manifestado de distintas formas pero de manera tibia, que es incierto que México aliente la migración ilegal, y explicaron como muchos saben, que la caravana referida por Trump, es de carácter anual y tiene por objeto llamar la atención de la condición que viven en sus países y lo que tienen que sortear cada vez que se desplazan hacia el norte en la búsqueda de oportunidades.
Pero eso no le basta a Trump para frenarse y no “golpear” a México como su piñata, ni al Gobierno mexicano para atenuar el aporreo ya no sólo en términos de política exterior, sino de temas muy internos, ya que según Trump un solo tuit suyo, fue suficiente para frenar a los hondureños en su intento de cruzar la frontera hacia su país.
No puede pasarse por alto, empero, que los señalamientos de que México alienta la migración no sean ciertos.
Todo vuelve al origen y el hecho es que nuestro país se ha convertido en un territorio expulsor de sus propios habitantes, por las conocidas y reiteradas faltas de oportunidad y abusos perpetrados; por ende, quienes desde otros países de América intentan cruzar por nuestro país hacia Estados Unidos, se encuentran con un sinnúmero de flagelos que igual merman su camino hacia el norte y que incluso son más terribles que la pobreza, la apropiación de tierras indígenas, el hambre y la violencia que viven en sus países.
Si vivir en México es temerario, cruzar como indocumentado lo es aún peor. La pesadilla se acrecienta con un presidente estadounidense, acotado por su Congreso, pero que con sólo parlotear hace mucho daño en términos tangibles y cuantificables.
Acta Divina… “El gobierno de la República considera que la caravana Viacrucis Migrante es una manifestación pública que busca llamar la atención sobre el fenómeno migratorio y la importancia del respeto a los derechos de los migrantes centroamericanos, que en muchos casos se ven obligados a dejar sus lugares de origen, en busca de mejores oportunidades o con la intención de obtener protección internacional a través de la figura del refugio”: SRE y SEGOB.
Para advertir… De las embestidas de Trump, el único candidato presidencial que se ocupó, fue Andrés Manuel López Obrador. Y más migrantes señalan que ya no es tanto el peligro cruzar la frontera, sino México.
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