* En Hidalgo como en todo el país, el partido gobernante inyectará este año millonarios recursos a los programas sociales para tratar ganarse al lectorado ante los brutales efectos de la crisis económica y de salud, en un desesperado afán por contrarrestar las propuestas y fuerza política de candidatos a diputados federales como Benjamín Rico, candidato por Pachuca, que ya demostró que sabe ganarse la confianza de la gente por su conocimiento de los problemas sociales y su capacidad para enfrentarlos
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
El año pasado, el partido gobernante tuvo un duro descalabro en Hidalgo, tan fuerte que echó abajo todos los pronósticos: Morena daba por descontado un triunfo rotundo y quizá por eso se dio una batalla interna que prohijó un desgaste que, al parejo de un sólido trabajo de los opositores, principalmente el PRI, le hizo perder las principales alcaldías de la entidad, incluida la capital Pachuca.
La ambición rompió el saco.
La atención de todos: políticos, periodistas, analistas, académicos y la iniciativa privada, se mantuvo fija en los movimientos que hizo Morena en la designación de sus candidatos. Surgieron conflictos en todos los municipios, tal y como sucedía en los tiempos de gloria del PRI. Y sucedió que, ya como un partido más en el juego electoral, el tricolor propinó una paliza a Morena.
Hubo personajes importantes en la estrategia opositora, en la tarea cuesta arriba para la captura del voto, después de que Morena aplastó a los demás partidos en 2018: uno de ellos fue Benjamín Rico, ex secretario de Medio Ambiente del estado, quien lejos de inconformarse con la postulación para alcalde de Pachuca de Sergio Baños, cerró filas, aceptó la suplencia y desplegó una campaña creativa, intensa y eficiente. El resultado fue un triunfo inobjetable y el tricolor recuperó la capital estatal, para sorpresa de muchos.
Rico demostró ser un político maduro, discreto, pero con capacidades que hablaron por sí solas, alejado de los protagonismos y los reflectores, recordó a los priístas el arte de hilar fino en política.
Ahora Benjamín Rico surge como firme candidato a diputado federal y, de hecho, tiene ya sobre sus hombros la campaña en la entidad, como abanderado de la alianza estratégica “Va por México”, junto con PAN y PRD.
La situación de los comicios legislativos por doble partida: federal y local, coloca a la oposición en la oportunidad única: a nivel federal, arrebatar la mayoría a Morena en el Congreso de la Unión, y lo mismo a nivel estatal.
LA DISFRAZADA COMPRA DE VOTOS DE MORENA
Así las cosas, Morena se ve todavía un tanto maltrecho por las derrotas del 18 de octubre, pero la estrategia no se maneja a nivel del estado, sino desde Palacio Nacional, donde el todopoderoso funcionario, Gabriel García Hernández, dispone por lo pronto de un presupuesto de casi 400 mil millones de pesos.
En otras palabras: si bien Morena se encuentra atado a un planteamiento muy limitante: lealtad antes que capacidad, desde la cúpula del poder se apuesta al dinero de los “programas sociales”. Compra del voto aderezado con las listas que ya elaboran los Siervos de la Nación, que ni siquiera saben inyectar, pero ya condicionan la aplicación de la vacuna para el Covid, con fines electorales, aunque esto sea un claro delito en la materia.
Sin tapujo alguno, muy dentro de su estilo, el presidente AMLO lo dijo con todas sus palabras: “En mayo (un mes antes de los comicios) se entregarán dos pagos anticipados de las pensiones para adultos mayores”.
Algo similar sucederá con la “becas Benito Juárez”, las “ayudas” a mujeres embarazadas, a discapacitados, a pequeños comerciantes.
Ya se hizo algo parecido en las elecciones del año pasado, pero solo en Coahuila e Hidalgo, pero con pésimos resultados.
Según vayan presentándose los acontecimientos, no puede dudarse que en cierto momento, desde Palacio Nacional se agregarán varios miles de millones más a esos “programas sociales”, toda vez que es la única “estrategia” en el partido en el poder, en donde todo se decide en la oficina de García Hernández.
A pesar de las carretadas de recursos –se cambió el frijol con gorgojo por dinero en efectivo–, en Morena no deben volver a echar las campanas al vuelo; hay por lo menos 350 mil familias agraviadas por la muerte de sus familiares a causa de pandemia –más los decesos que se sumen hasta antes de las elecciones–, que no quedarán muy conformes con vender a sus seres queridos por una beca o una tarjeta de apoyo.
En los hospitales públicos sigue haciendo estragos el coronavirus por la falta de recursos federales para contratar más personal, adquirir equipos, medicinas y evitar que la gente muera; pero además, está por venir el peor coletazo de la crisis económica que tiene parada la economía nacional, a millones de mexicanos en el desempleo y a otros tantos al borde de la miseria.
Los electores quieren propuestas y no dádivas que no les restituirán ni a sus quebrados negocios ni a sus familiares, por eso, la dosis electoral de Hidalgo y Coahuila bien puede repetirse en este 2021. De ahí la importancia que estén al frente de las candidaturas de la oposición gente como el aspirante a la diputación federal, Benjamín Rico. Una garantía y ejemplo de cómo se lucha a contracorriente, con la convicción y la camiseta bien puesta, pues cosechar excelentes resultados no es obra de la casualidad.
No por algo, en su toma de posesión el alcalde pachuqueño, Sergio Baños, dirigió Benjamín Rico, el siguiente mensaje: “Querido Benjamín: fuiste el mejor compañero de fórmula que pude haber tenido; durante el tiempo que te he conocido y hemos trabajado juntos, he aprendido mucho de tu visión, tu templanza para tomar decisiones, de tu cercanía con la gente y de tu compromiso con las personas que más lo necesitan, los proyectos que vienen más adelante. Tienes en mí, Sergio Baños, a un amigo, a un compañero que seguirá trabajando de la mano contigo”.
Rico es el mejor ejemplo de que en el PRI hay gente valiosa, con los tamaños y capacidades para dar la pelea electoral. Todo radica en saber darle su justo valor.