FRANCISCO RODRÍGUEZ
Pocos días antes de morir, el Nobel de Literatura 1988 José Saramago, dijo en su Lisboa natal que “política y democracia son una fantasía; el único poder que existe es el económico”. En México es rotundamente cierto y a diario se atizan las contradicciones y los errores se vuelven horrores. No se pueden arrear tantos palos de ciego, así no se puede.
Y es que el tan publicitado Plan de Infraestructura, el diseñado al gusto de los caciques neoliberales, el que dizque creará cientos de miles de empleos, el que dizque justificará aparentemente todos los birlibirloques, lo que eso más pueda añadirle más leña a la hoguera de la Cuarta Decepción viene precedido de varios gazapos.
El peloteo dantesco de los miles de millones de pesos escenificado entre Grupo Higa, el baluarte del atracomulquismo ordinario, el Grupo Rivero-Gérard y el carlista Slim-Salinas, que acabó dando el triunfo a los depredadores frente a los chinos ganadores de la licitación del tren bala a Querétaro, sin interconexiones posibles, será una realidad, dicen en Palacio.
“Es que solos no podemos”, “la mejor vacuna contra la depresión económica es la inversión privada”, reconocen los demoledores de siempre. Los chinos, propietarios de la empresa rielera más grande del Oriente, se alzaron ya con una indemnización punible de más de 300 millones de dólares.
Patito, la mayoría de las obras del Plan de Infraestructura
Y ésa es la pura puntita. La gran bolsa de un billón de pesos, el guardadito que tanto presumió Arturo Herrera para tomar posesión de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se achicó. Sólo son 300 mil millones de huachinangos. De ellos, la tercera parte es para resarcir de pérdidas a los mandones del rancho grande.
El gran escándalo diplomático causado por Enrique Peña Nieto al defenestrar a los chinos desde el escritorio luego de que se pusiera al descubierto su moche con la casa blanca de las Lomas, es retomado por los desesperados de Palacio Nacional, para demostrarle a la Nación que no tiene conflicto con los empresarios, que andan de manita sudada cuando de servirle al empleo se trata. Otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos errores.
Las otras obras del dichoso Plan de Infraestructura son patito. Como casi todo a lo que nos tienen acostumbrados. Ninguna que ofrezca dificultades geográficas ni problemas caros. Carreteritas nylon de ocho mil millones como la que conectará con la mega central avionera de Santa Lucía, hoteles paradores, centros vacacionales y demás gaitas, se suman al descuajaringue nacional.
Los mercachifles neoliberales, escandalosamente beneficiados
Tal es otra forma de aparentar que se hace, de justificar que se actúa tarde, pero se actúa. Bueno, eso quién sabe, porque en una de esas, las obritas de relumbrón pueden ser las coartadas del empresariado para ganar tiempo. Nadie, dicen en esos círculos del dinero, se atreve a invertir un peso teniendo enfrente la guillotina y la maledicencia de la Cuarta Decepción.
La desconfianza es mutua. Vivimos en un escenario tenso que no augura nada bueno. Las puñaladas traperas se suceden día con día. La búsqueda de la simpatía popular es la cereza del pastel en todos los segmentos, mucho más entre los políticos y mandarines del régimen modito Tepetitán que mueve el pandero.
Los grupos de mercachifles neoliberales serán escandalosamente beneficiados, no tanto por el tamañito de las obras que, como vemos, es ínfimo, sino por la vista gorda en el uso de la baja calidad de materiales, infles de miles de millones en las construcciones, y toda clase de excesos con la marca de la casa. Las mermas y las partes del león.
Slim-Salinas, Hipólito Gérard, Olegario Vázquez, Carlos Hank
Regresan por sus fueros, a trasmano del regañadito Carlos Salazar –empleado de El Diablo, de FEMSA–, los de siempre: Higa, de Peña Nieto, Constructora GIA + A, Prodemex, y La Peninsular, propiedad, respectivamente, de Carlos Slim-Salinas, Hipólito Gérard, Olegario Vázquez y Carlos Hank. Les repusieron la inversión, premian sus coartadas.
Eso, aparte de las dichosas obritas en el sector energético, después de que las rondas de entrega de la soberanía nacional los premió junto con sus socios Sierra Oíl & Gas, Talos Energy, EnCap Investments y Premier Oíl, con los mejores territorios petroleros, cedidos a costos y posturas ridículas, a contrapelo de las energías renovables y limpias.
Parece mentira, a estas alturas del partido, cuando el árbitro está a punto de pitar el final, todavía tenemos que soportar la mendacidad, el exceso a todas luces, la aberración efectiva y el asalto abrasivo de la ñoña publicidad oficial para convencernos de que les asiste la razón. ¡Fuchi guácala!
Al mismo tiempo de que la obrita insignia del plan de rescate es surgida de una adjudicación sin licitación, como siempre, exacerba que se estén atizando las contradicciones en la cúpula, sin secuencia y sin consecuencias, y al mismo tiempo se agudicen las contradicciones entre los segmentos de la pobreza.
¿Dónde están las mayorías que la 4T presume que la apoyan?
Mientras los camajanes del régimen Tepetitán se apoyan en los imposibles socios de la crema y nata de la corrupción, arremeten a diario contra sus bases sociales. ¿De dónde se agarra la Cuarta Decepción si en todos los sectores, regiones, segmentos y clases ha sembrado la discordia? ¿Dónde está la mayoría?
Cualquier movimiento, aunque esté impulsado por motivaciones escapularias, puede prender en pradera seca. Es una especie de seudópodo que abarca todo. Todo es dialéctico, se transforma a medida que las contradicciones avanzan. Esto no lo digo yo, sólo es una enseñanza de la historia recurrente y objetiva. No le rasquen al tigre, anda hambriento.
Poco a poco ha perdido el apoyo de quienes la votaron en 2018
La mayoría ya no está en las clientelas del sistemita, está en las colonias populares que han sido arrasadas por pésimas decisiones políticas, en los cinturones semiurbanos afectados por la depresión económica, está en los jóvenes, las mujeres agraviadas por el antifeminismo, y hasta en los cuerpos represivos que muestran solidaridad con los inconformes.
No está en el campo ni en el sector agropecuario devastado, ni en los centros universitarios, ni en los tecnológicos, ni en los centros superiores de estudio tan lastimados. No está entre los investigadores, académicos y científicos que están parados de pestañas frente a la imposible liquidación de los fideicomisos.
No está dentro de la inmensa burocracia que ha sido despedida y maltratada, ni entre las organizaciones obreras oficiales ni las independientes, salvo el grupo del SME que controla y amordaza Martín Esparza. No está entre los militares de tropa utilizados como albañiles y mil usos por este régimen. Los entorchados preferidos son un grupito de golondrinas que jamás harán verano.
No están dentro de los trabajadores informales que representan el 63% de la población económicamente activa. Ha sido un segmento maltratado durante la crisis provocada antes y durante lo que llevamos de pandemia. Los taxistas y trabajadores del sector servicios, menos.
La Cuarta Decepción se ha echado encima a todos los mexicanos
Las burocracias estatales se solidarizan con sus gobernadores. Y al menos en los estados con mayor padrón electoral, el de Tepetitán sale muy raspado. Se ha echado encima a todos. Los periodistas tampoco: ya van 23 asesinados desde que llegó el tabasqueño. Además, desaparecieron los organismos defensores de derechos humanos de los periodistas.
Tampoco está la mayoría entre los familiares de los niños enfermos de cáncer que han sido abandonados a su suerte, tampoco entre los de los miles de niños enfermos de parálisis cerebral. Tampoco entre los arrumbados en los hospitales públicos.
El modito Tepetitán de gobernar sólo se sostiene en sus fanáticos
¿Dónde está la mayoría de la Cuarta Decepción?
Quien diga que entre los tenedores de las tarjetas de apoyo, sólo mueve a carcajada.
¿En quiénes, sino en un grupo de fanáticos se sostiene o eso cree, el modito Tepetitán de gobernar?
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Dos caras, dos. El mismo personaje es el titiritero en dos pistas contrapuestas del mismo circo. Mueve, en una de ellas, a Carlos Salazar Lomelí –director general de Coca-Cola FEMSA desde el 1 enero de 2000 hasta enero de 2014— en Palacio Nacional para aplaudir a AMLO y a su Plan de Infraestructura. Y en la otra pista, la plancha del Zócalo de la capital nacional, manipula los hilos de Gilberto Lozano –de 1995 a noviembre del año 2000, miembro del Consejo de Administración de Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y de Coca-Cola FEMSA–, quien grita y grita que AMLO lleva a México al comunismo. El titiritero es El Diablo. Y se apellida Fernández.
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