Luis Alberto García / Moscú
*El arbitraje de Andrés Cunha y el francés entraron a la historia mundialista.
*El Video Assistant Referee se estrenó en la Copa FIFA / Rusia 2018.
*Consulta de imágenes para marcar o no los penales en un juego.
*El juez uruguayo también validó un tanto de Paul Pogba.
“Francia gana a Australia con el VAR”, tituló el diario “L’Equipe” de París al referirse a un acontecimiento histórico en el futbol mundial, ante la decisión del árbitro uruguayo Andrés Cunha, al señalar el primer tiro penal de la Copa FIFA / Rusia 2018 con la ayuda de la tecnología.
Según el prestigiado periódico parisino, al celebrarse en Moscú el quinto juego del torneo, el Video Assistant Referee (VAR) influyó en el resultado de un partido en el que Francia fue la beneficiada por un juicio deportivo expresado con el brazo al inicio del segundo tiempo, cuando el defensa Ridge entró en el área fuertemente sobre Antoine Griezman.
Cunha no apreció la infracción y el juego continuó hasta que un asistente de video-arbitraje, el argentino Mauro Vigliano, reclamó la presencia del árbitro en la caseta ubicada a un costado de la cancha, generando el silencio expectante que conlleva la tecnología que ha entrado a formar parte del juego.
El árbitro consultó las imágenes y decidió señalar la pena máxima desde los once metros: la repetición mostraba un contacto del zaguero australiano con el pie de atrás de Griezmann, sin que faltaran los reclamos de los aficionados isleños más cercanos a la ubicación del lugar del asistente de video, quienes trataron de disuadirlo antes de decidir.
Con la mano trataban de decirle que no había sido penal; pero quedó en el aire si el francés hubiera llegado a la pelota porque el control se le había ido de largo, y Griezmann no perdonó; pero en su celebración hubo algo de esa frialdad que transmite el reciente y discutido invento.
El segundo gol de Francia también fue dado por bueno gracias al VAR: el disparo con efecto de Paul Pogba, a partir de un rebote, pegó en el larguero y botó unos centímetros por detrás de la línea y a Cunha le vibró el reloj, con el que los asistentes del VAR le transmiten a los colegiados que la pelota ha entrado.
Una vez más, la tecnología del gol fue clave para que Australia se fuera doblando ante la selección del director técnico Didier Deschamps, el capitán de los monarcas de 1998, quien tuvo que enfrentar una táctica recia y estorbosa del contendiente que, frente al poder intimidatorio del tridente Antoine Griezmann, Kylian Mbappé, Ousmane Dembelé, se desplegó dispuesto a librar una batalla física en su propio campo.
Los llamados “socceroos” jugaron a hacer pensar a una Francia más diseñada para atacar al galope, que al trote; pero nadie como el medio centro del Huddersfield representó el espíritu combativo de los “aussie”, quienes parecen tener el efecto revitalizante de las selecciones menores.
Éstas suelen tomarse los partidos como una cuestión de orgullo, se trata de no ser ridiculizados y de competir con el cuchillo entre los dientes, y eso trasmitió Aaron Mooy a los suyos, que crecieron alrededor de él y, donde Francia trataba de progresar, allí se encontraba Francia con la brega del volante australiano.
Los franceses dejaron la sensación de que tenía más jugadores que juego, y el perfil granítico de sus mediocentros, Ngolo Kanté y Paul Pogba, le obligó a acortar el juego en el centro del campo, sin laterales que pesen, ni Lucas Digne ni Alphonse Pavard que, sin duda, arriesgaron en exceso, extrañándose un creador para conectar con su amenazante ataque.
Una vez más ocurrió lo insólito –cosas así se dan solamente en encuentros mundialistas- cuando la mano de Samuel Umtiti generó un penal que vino de un centro lateral, convirtiéndolo en gol Mile Jedinak, al tirar con la calma suficiente para esperar a que Hugo Lloris se venciera a su derecha y superarlo con un golpeo lento al otro palo.
Restaban unos minutos y Deschamps tomó una decisión que alimentó la polémica en Francia al sentar a Antoine Griezmann, que se sorprendió de ser el elegido para salir, dando entrada a Olivier Giroud, seguido de Nabil Fekir.
Con esa carga final, Francia metió a Australia en su área y allí, Pogba –parte importante en ese cuadro interracial que ya sabe cantar “La Marsellesa” en las ceremonias previas a los partidos- tuvo la fortuna de encontrarse con ese rebote que voló por encima del portero australiano, botó por detrás de la línea de meta, que nuevamente, ante el azoro de la concurrencia, la tecnología del gol validó.
Algunos comentaristas de televisión han dicho que, casi siempre, sorprende la insistencia de los aficionados por averiguar cuestiones profundas después de un partido de futbol, como el arbitraje, y que, a fin de cuentas, la justicia debe exigirse en los tribunales: total, el fútbol es solamente un juego, no la guerra, para que esa lección tan simple la aprendan los ultrapatriotas.
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