RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Contrariando la percepción de la mayoría de aquellos con quienes intercambiaba puntos de vista, desde finales del Siglo XX y principios del XXI había manifestado su desacuerdo con la mancuerna que formaban quienes fueron seleccionados entonces como responsables del cargo político más importante y del poblado con el mayor número de habitantes.
Lo que entonces parecía contraria a la lógica imperante, poco a poco la realidad se encargó de mostrarle que no existía equivocación en las apreciaciones. Uno y otro fueron dando muestras de su incapacidad para gobernar y habilidad para destruir. El primero en el territorio amplio de cada una de las entidades federativas, mientras que el segundo se circunscribía a la ciudad más habitada. El objetivo de ambos, por vías distintas, era presentarse como promotores del cambio. Todos los alababan y los definían como ejemplo de que, por fin, la democracia había arribado al país.
Aun recordaba el dialogo que escuchara en un programa radiofónico, apenas después del segundo dia del mes séptimo en el primer año de siglo nuevo. Los actores eran un destacado comentarista, entonces plenamente identificado con el recién seleccionado para encargarse del cargo político más importante; y un articulista antiguo oriundo del noreste, especialista en proclamarse demócrata con la izquierda, pero siempre dispuesto a pactar con la derecha con aquellos a quienes criticaba.
Pequeño se les hacia el espectro radiofónico a estos dos personajes para lanzarse alabanzas mutuas como constructores de la democracia. Al mismo tiempo, competían para cubrir de elogios al recién ungido. Ese era el tono prevaleciente, seis años más tarde se convertirían en feroces críticos de su otrora alabado, no había honrado sus expectativas y otros eran los recipientes de sus lisonjas.
Habían transcurrido casi siete años de distancia y la mancuerna de salvadores seleccionados al arribar la centuria nueva continuaba dando de qué hablar, uno y otro padecían de manera crónica el mal de la incontinencia verbal y al menor asomo soltaban una cantidad extendida de incoherencias.
Uno de los miembros de esta mancuerna, líder nacional en materia de dislates, volvía a hacerse presente, lo cual no significaba que el otro componente se encontrase eclipsado. Veamos el caso de aquel que durante seis años se encargó de manera sistemática y sostenida por destruir en todas las entidades federativas lo realizado por sus antecesores, lo cual debe de apuntarse, para su “reconocimiento,” lo hizo de manera relevante.
Este ciudadano quien durante un sexenio actuó como responsable (¡!) del cargo político más importante, se ha dio a la tarea de mostrar que la incultura y la carencia de oportunidad no fueron accidentes de las presiones bajo las cuales vivió durante su pasado inmediato, sino que forman parte inherente de su forma de ser.
Muestra de lo anterior era lo acontecido en aquel tiempo cuando en el marco de una serie de “conferencias” efectuadas en diversos sitios del país vecino a las cuales acudían quienes estaban dispuestos a arrojar al cesto de los desperdicios un puñado de billetes, tal vez porque les sobraban. En esos eventos, quien ha hecho de la ignorancia y la imprudencia su divisa; primero otorgó el Premio Nóbel y una ciudadanía inexistente a un escritor sureño cuyo accionar en la política no necesariamente iba a la par de sus productos literarios.
Claro que sus panegiristas pudieron justificarlo tres años después, cuando al aludido le otorgaron esa presea, hasta pudieron llamar clarividente al incontinente. Posteriormente, mostró el tamaño de su estatura de “estadista” cuando se refirió a los resultados del proceso electoral, que recientemente se había realizado, como parte de una revancha personal en contra de quien junto con él conforma la mancuerna referida en el primer párrafo de esta colaboración. Tantas alabanzas a los logros democráticos en el país para terminar enterándose de que todo se circunscribe a reyertas de piqueras en donde las pasiones personales son la constante.
Sin embargo, eso fue solamente una parte de las perlas emitidas por el neo-conferencista. Acto seguido procedió a vanagloriarse de cuan democrático era, entonces, el país gracias a su labor. Poca memoria debe de tenerse o vivir una fantasía para realizar esas afirmaciones. Hablar de democracia en un país en donde la inseguridad ha sentado sus reales, la distribución del ingreso es cada vez peor y donde millones de mexicanos huyen del solar patrio ante la falta de oportunidades es no tener idea de lo que se dice.
Pobre concepto de la democracia tiene quien solamente la circunscribe al hecho de introducir una papeleta en una urna. Lo que si debemos de reconocer como todo un “logro” es que, gracias a las políticas implantadas por el antiguo encargado del del cargo político más importante, el país se colocó a la vanguardia entre las naciones que subsistían gracias a los recursos que enviaban los expulsados, no hay otra forma de denominarlos.
Ante tales acciones, los seguidores del otro componente de la mancuerna saltaron a la palestra y procedieron a revivir al difunto. De pronto, el calendario se regresó siete meses y de nueva cuenta surgió el debate acerca de la pureza o no del proceso electoral. Tratando de presentarse como seres impolutos, una vez más hubo que escuchar la cantaleta de que el segundo componente de la mancuerna representaba los intereses de las mayorías y patrañas similares. Obviamente, sus panegiristas escondían las condiciones en que se encontraba la ciudad más habitada gracias a la sistemática labor de destrucción encabezada por quien se presentaba como mártir de argucias políticas.
Mientras tanto, las verdaderas víctimas de las políticas implantadas durante los seis años en es e poblado por quien adoptaba, entonces, el papel de víctima eran los niños que ahí viven y cuya salud se deteriora día con día como resultado de fomentar el uso de automotores y la deforestación de las pocas áreas verdes que aún quedaban ahí. Pero eso no era importante para el segundo integrante de la mancuerna y sus aduladores, había que buscar seguir vivos políticamente y que mejor que aprovechar la publicación de un inoportuno libro, escrito por un descendiente del Caudillo, el cual desató la polémica sobre sí quien se ha empeñado en mostrarse como víctima de maniobras lloró o no al reconocer que había perdido. La democracia llevada ahora al nivel del folletín rosa.
No existe duda alguna, los integrantes de esta mancuerna tiene los mismos orígenes, su accionar es paralelo. Cuando pareciera que uno de ellos se extingue el otro siempre habrá de salir a reavivarlo mediante una bien surtida cantidad de cuestionables declaraciones, después de todo comparten raíces similares, aun cuando parecieran ser opuestas. Su objetivo se circunscribe a intereses estrictamente personales, llevando implícito la división y la destrucción del país. Solamente quedaría preguntarnos: ¿Quiénes fueron los interesados en mantener vigente a esta mancuerna?
El texto que acabamos de presentar a usted, lector amable, fue publicado originalmente el 17 de febrero de 2007 y los actores principales aún continúan enfrascados en sus dislates verbales, pareciera ser que son almas gemelas.
Finalmente, el complemento de la mancuerna pasó a ocupar el cargo de aquel con quien rivalizaba. El método para arribar fue el mismo y los resultados similares. Entre el decir y el actuar hay un trecho largo y, al igual que su antecesor vendió humo y los resultados fueron nada.
Al final, aun cuando dicen representar intereses distintos son un reflejo el uno del otro. Ante la carencia de resultados tangibles en su accionar, recurren a enorgullecerse de lo mismo. A toda costa, buscan venderse como demócratas; están orgullosos de que los expulsados mantengan la economía con los recursos que envían de regreso; han sido inoculados, de manera perene, con el mal de la incontinencia verbal; se visten con ropajes de colores distintos con lo cual buscan marcar la diferencia entre uno y otro, pero al final terminan hermanados en una competencia por ver quien genera el número mayor de dislates.
Pareciera que nacieron para ser almas gemelas, ambos fueron vendidos como la quinta esencia del cambio y vaya que lo lograron, solamente que este, como lo apuntara alguien con un poco más de luces intelectuales que los dos, fue en reversa que, también, es un cambio. Hoy, están enfrascados en un duelo nuevo en torno a la venta como la octava maravilla de un producto que al igual que los dos ofrece fantasías para los deslumbrados. Uno es el encargado de promoverla y el otro de denostarla. Al final, al igual que en el caso de esa mancuerna de antaño, no se trata sino de otro bien envuelto en papel celofán de colores alrededor del cual se emplean los mismos métodos mercadotécnicos que encumbraron a los miembros de esa pareja.
Al parecer, hay quienes no terminan por entender que esto no se trata de un concurso de simpatías. La responsabilidad de dirigir una nación es un asunto importante y no de ver quien es capaz de verter la mayor cantidad de sapos y culebras o bien de aparecer como más “nice” y con mayor “charming.”. ¿En verdad no les ha bastado con los resultados que ha arrojado la incapacidad de quienes fueron vendidos como salvadores de la patria? Por favor, un poco de reflexión. Las historias almibaradas y simpáticas son para el folletín rosa. Se ha ido lo que va del siglo entre mesiánicos, valentones y guapitos cobardones, es el momento de retomar la seriedad. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (23.29.132) En 1983, una indígena guatemalteca publicó un libro que la llevaría a obtener el Nobel. Años después, se descubrió que aquella historia no era sino una historieta. Lo que ahí se vendía nunca aconteció. Así que, mucho cuidado con adquirir ese tipo de relatos lacrimosos.
Añadido (23.29.133) No hay duda de que la 4-T no tiene límites en su proceso de cambio. Ahora, le tocó el turno al béisbol. En los camiones urbanos de pasajeros de la Ciudad de México, se exhibe una muestra grafica de ello. Hay una imagen del otro señor López disfrazado de pelotero empuñando una majagua y ahí es donde, como diría Mario Moreno Reyes, “ahí está el detalle.” Resulta que este ciudadano, simulando que espera el arribo del lanzamiento adopta la postura de quien batea por el lado de los derechos. En ese contexto, toma el bat con la mano derecha abajo y la izquierda arriba. Después de sesenta y cuatro años de ver partidos de beisbol, a este escribidor no le quedo sino decir cómo han cambiado las cosas. Pero qué le vamos a hacer, son los tiempos de la 4-T y ellos batean así, ¿algún problema?
Añadido (23.29.134) ¿Será que el comentarista es el verdadero jefe de campaña y por ello está tan urgido de que todos declinen en favor de la precandidata a la que de pronto le surgieron virtudes que solamente los iniciados, con una venda sobre los ojos, observan?