Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
32 años 5 horas y 55 minutos después del terremoto que cambió las estructuras sociales y políticas de la sociedad mexicana el 19 de septiembre de 1985. el fenómeno se ha repetido. También la solidaridad, también las ganas de apoyar y algunas del mismo tipo de víctimas.
Como en 1985, cuando varios talleres de costura se colapsaron, destacando el de la fábrica de pantalones Topeka, donde se logró el último rescate de un ser humano con vida casi dos semanas después del siniestro, en esta ocasión una bodega de textiles ubicada en las calles de Chimalpópoca y Bolivar también es uno de los 44 edificios que se colapsaron en la capital de la República. Otra similitud se dio entre la escuela secundaria numero 3.
En 1985 varios alumnos habían logrado salir durante el sismo, pero algunos perdieron la vida al regresar por sus útiles escolares. Este 19 de septiembre de 2017, el mayor número de víctimas se produjo en la escuela preprimaria y primaria Enrique Rébsamen ubicada en el sur de la Ciudad de México, donde paradójicamente se rescató con vida y casi ilesos a los dos primeros menores, una niña y un niño, pocas horas después a la directora de la escuela.
En las primeras horas se hablaba de 30 personas sobrevivientes en un edificio de la céntrica y plurinacional colonia Condesa, un barrio de la ciudad de México donde destacan las viviendas de intelectuales y de personal diplomático acreditado en México. Es el único caso. Otro edificio emblemático en la calle Alvaro Obregón, en la Colonia Roma esta integrado por un comercio de colchones en la planta baja y varias oficinas. La primera información que hubo de este caso es que la gente si lo había desalojado, regresó creyendo que estarían a salvo y tres segundos después se desplomó.
Esto no se ha confirmado. Pero a diferencia de lo ocurrido 32 años cinco horas y 55 minutos antes, para la mayoría de los habitantes de la Ciudad de México la principal consecuencia ha sido tomar conciencia de la fragilidad de la vida, de nuestra idiosincracia que no puede apaciguar su inquietud si no encuentra alguna manera de ayudad, removiendo piedras, acarreando carretillas con escombros, preparando agua de limón y tortas o en el peor de los casos, estallando en júbilo, aplausos y vivas, al percatarnos de que de un vientre de tierra y escombros ha surgido el cuerpo de un ser vivo.