José Luis Parra
Washington decide. México tiembla. Y no por un temblor sísmico, sino por el movimiento telúrico en los tribunales que determinará si Donald Trump puede o no manejar la política comercial como si fuera su cuenta de Twitter: a capricho, sin filtros y con impacto global.
Una corte le dio una aspirina legal al presidente, pero no le curó el mal de fondo. Trump quiere que su voz siga siendo ley, pero se topa con el sistema que juró odiar: el judicial. Si pierde ahí, tendrá que negociar con un Congreso que no es exactamente un club de fans. Y ya sabemos lo que hace Trump cuando no le hacen caso: grita, amenaza… y en este caso, apunta.
Para México, que siempre ha sido el saco de boxeo favorito del rubio naranja, la cosa es más seria. Si ya no puede chantajear con aranceles, lo que sigue no son sanciones, sino soldados.
Del TLC al Pentágono
Lo están diciendo sin decirlo: si no cooperas en migración o fentanilo, cooperas a balazos. El oxígeno que respiraba la política bilateral gracias a los Acuerdos del Bicentenario de Biden puede esfumarse y nos quiera vender de nuevo la Iniciativa Mérida, con su combo de helicópteros, asesores militares y guerra.
La Corte Suprema está por fallar si los fabricantes de armas deben hacerse responsables del uso letal de sus juguetes. Si los liberan, se acabó el jueguito de la diplomacia: bienvenidos al club del plomo.
Roberto Velasco, el negociador de terciopelo de la Cancillería, intenta apagar incendios con sonrisas y tecnicismos legales. Pero la Casa Blanca ya no quiere diplomáticos, quiere sheriffs. Y si Stephen Miller termina reemplazando a Marco Rubio, ya podemos ir aprendiendo a saludar con la mano en la frente.
Harfuch sí, Ejército no
Hay favoritos en la lista de Santa Trump. Uno es Omar García Harfuch, que huele a uniforme sin ser tropa, y eso gusta en el Capitolio. Dan Crenshaw, congresista de Texas con complejo de John Wayne, ya lo adoptó como el tipo ideal para enfrentar a los malos.
La Sedena, en cambio, despierta sospechas. ¿Mucho poder? ¿Poca transparencia? ¿Tibia colaboración? Demasiadas preguntas para una diplomacia que ya no tiene tiempo ni ganas de preguntar.
Remesas: el nuevo petróleo… también en la mira
Y mientras todo eso ocurre, en los sótanos del poder gringo se cocina la posibilidad de meterle impuestos a las remesas. Velasco sugiere protegerlas con tratados. Pero lo que realmente preocupa es otra cosa: si las remesas entran al mercado negro, ¿quién las manejará?
Piénselo: más de 50 mil millones de dólares anuales que podrían caer en manos de los mismos a los que Washington quiere combatir. Resultado: autogol.
Balas o tratados
Lo grave no es lo que dice Trump. Lo grave es que lo podría hacer. Si los jueces le cierran una puerta, buscará otra. Y si el Congreso no coopera, ya sabemos a quién culpará: a México.
La relación bilateral está dejando de ser política para convertirse en militar. Del libre comercio al libre fuego. Y si las cosas salen bien para los gringos habrá que cambiar el T-MEC por el T-MAC: Tratado de Miedo, Amenaza y Confrontación.
Porque con Trump, el bisturí se guarda. Y se sacan los cañones.