Argentina es una nación excepcional, cuenta con una envidiable extensión territorial y condiciones para ser el granero del mundo, su fortaleza agrícola y ganadera son legendarias. A su vez los argentinos representan un pueblo culto, con un alto nivel educativo, Buenos Aires es una ciudad famosa por estar sembrada de librerías y editoriales y las plumas argentinas constituyen un referente de las letras hispanoamericanas. A todo lo anterior se suma una robusta migración, particularmente española e italiana que han marcado de manera muy positiva la cultura e identidad del Cono Sur.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, Argentina no la ha tenido fácil en el ultimo medio siglo, sus habitantes han sorteado una cruenta dictadura militar, una guerra desastrosa con el Reino Unido, amagos de golpes de estado, impunidad y graves crisis económicas que han obligado a muchos argentinos a emigrar al viejo mundo o a Miami entre los destinos más recurrentes, incluso la Ciudad de México y Quintana Roo son también puertos de abrigo para la diáspora argentina.
En 1976, la fuerzas armadas argentinas, apoyados por sectores que tradicionalmente suelen ser conservadores como las cúpulas del clero y los sectores empresariales, dieron un golpe de estado que depuso a María Estela Martínez , conocida como “Isabelita” tercera esposa y viuda de Perón. Los golpistas instauraron una junta militar integrada por los comandantes de las tres ramas de las fuerzas armadas y bautizaron su ilegal dictadura con el pomposo eufemismo de “Proceso de Reorganización Nacional”. El llamado Proceso que incorporó también a civiles en los gabinetes golpistas fue conducido por Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Galtieri y Reynaldo Bignone.
La justificación de los golpistas que gobernaron a sangre y fuego hasta 1983 se apoyó según ellos, no solo en la incapacidad para gobernar que atribuyeron a “Isabelita” sino también en abatir la corrupción imperante y la subversión comunista que se manifestó en grupos guerrilleros, al combate a estos últimos grupos incluso se le dio el carácter de guerra patriótica. En esos años de la Guerra Fría los militares argentinos se alinearon con Estados Unidos y reafirmaron que Argentina era cristiana y occidental.
Sin embargo, su proceder fue todo lo contrario a los valores católicos y occidentales, pronto desataron una represión feroz y sangrienta en contra de sus opositores que se reflejó en torturas, asesinatos, desapariciones forzadas y sustracción de bebes que eran dados en adopciones ilegales a familias de militares o simpatizantes. Surgieron centros de detención y tortura como la infame Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y figuras como el sádico marino Alfredo Astiz “El Ángel Rubio” o “El Ángel de la Muerte” quien llegó a asesinar a ciudadanos europeos. El terror de esas jornadas, sin duda representa la hora más negra de la Argentina. También entonces, se alzaron voces valientes en el exilio y en el país como lo fueron particularmente las Madres de Plaza de Mayo con Hebe de Bonafini como su liderazgo más visible. Las tres ramas de las fuerzas armadas concurrieron de manera activa en estos crímenes, los vuelos de la fuerza aérea argentina en los de los cuales arrojaron a los opositores vivos y cadáveres desde aeronaves militares al océano fueron constantes y recurrentes.
La dictadura intentó dar una imagen de bonanza y paz social al exterior, llegando al extremo de organizar el mundial de futbol en 1978 y donde oportunamente los argentinos fueron campeones del mundo al vencer en la final a los Países Bajos. De cualquier modo, nada más alejado de la realidad, la situación económica era apremiante y el descontento social generalizado. En 1982, siendo Galtieri presidente de la Junta Militar, decidió dar un golpe de suerte para ocultar el fracaso de las Juntas Militares gobernado, decidió tocar las fibras patrióticas del pueblo argentino materializando el utópico y añejo sueño de recuperar las Islas Malvinas bajo dominio británico.
Con la arrogancia que fue característica de los golpistas, Galtieri invadió las islas el 2 de abril de 1982, al ser los golpistas anticomunistas, pensaron contar con el respaldo norteamericano, también pensaron que el Reino Unido no iría tan lejos a pelear por un puñado de tierra, en ambas apreciaciones se equivocaron, los americanos no dejaron solos a su antigua metrópoli y los británicos enviaron una formidable fuerza que para junio de ese año recuperó las islas. A la torpeza de la junta militar, en Malvinas, se contrapusieron actos de valor de las tropas del ejército cuya infantería la formaban conscriptos de 20 años de edad junto a batallones de infantes de marina, la proeza de los pilotos de la fuerza aérea que infligieron daños severos a la flota británica y el desempeño de jóvenes jefes como el artillero Martín Balza, futuro comandante del Ejército Argentino.
El desastre de Malvinas, es una herida aun abierta en el pueblo argentino y particularmente en los veteranos de guerra agrupados en distintas asociaciones. Sin embargo, el fracaso militar y la derrota ante el Reino Unido detonaron la caída de la dictadura militar y el retorno a la legalidad. Raúl Alfonsín fue el primer presidente surgido en la democracia, en 1983 expidió un decreto sometiendo a los golpistas a juicio. Fue el primer proceso contra militares desde Núremberg y también el primero bajo la competencia de tribunales civiles en la historia. Los acusados intentaron apelar a los tribunales militares y al fuero de guerra, lo cual no procedió en virtud del origen ilegal de la dictadura militar, producto de un golpe de estado.
Llevar a cabo este juicio no fue cosa menor, por el poder e influencia de los acusados. Se dio una enorme presión así como riesgos para el fiscal Julio Strassera y a su equipo quienes en 1985 lograron que el tribunal civil condenara a Videla y a Massera a cadena perpetua, a Viola a 17 años de prisión , a Lambruschini a 8 años encarcelado y a Agosti a 4 años de prisión.
El llamado “Juicio a las Juntas” marcó un hito en Argentina, pero los militares golpistas y sus simpatizantes no se quedaron de brazos cruzados participando en intentonas de golpe de estado por medio de los alzamientos de los “carapintadas” y obligando al gobierno de Menem a expedir las “Leyes de Impunidad” logrando sustraerse de la acción de la justicia particularmente por las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Afortunadamente en 2003, durante el gobierno de Néstor Kirchner se anularon los indultos derivados de las Leyes de Impunidad, y los golpistas fueron de nueva cuenta sometidos a los procesos pendientes. Esta hora cruenta, la más negra de la historia argentina es aun una pagina fresca en la memoria colectiva de esa nación, pero sin duda alguna el honor y la virtudes de un pueblo noble han quedado a salvo con actuaciones valientes como la del fiscal Strassera, la decisión de abrogar las Leyes de Impunidad y por supuesto la intervención del General Martín Balza quien como comandante del ejército se presentó ante los medios de comunicación para pedir en nombre de su institución una disculpa pública al pueblo argentino.