Por Vicente Moreno Aparicio
• Con argucias, Peña Nieto pretende aniquilar a sus enemigos: Anaya y AMLO
• Por ahora sigue en suspenso el caso del “Cerillo” y la intención de encarcelarlo
• Nadie se preocupa por los 55 millones de pobres y el latente estallido social
A través de las redes sociales se puede apreciar el coraje, el rechazo, la indignación y el fanatismo de los asiduos internautas, quienes expresan su sentir en estos tiempos electorales y, mientras que los aspirantes a la presidencia de la República se atacan mutuamente, el gobierno federal –vía Enrique Peña Nieto- utiliza las instituciones de justicia –PGR- para deshacerse con argucias de aquellos que manifiestan ser un peligro para sus intereses personales y, fundamentalmente, a su candidato José Antonio Mede, quien no levanta su campaña..
Anteriormente, el titular de Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), Santiago Nieto Castillo, fue “misteriosamente obligado” a renunciar por el encargado de la Procuraduría General de República (PGR), Alberto Elías Beltrán, debido a que violó el código de conducta de esa institución.
Nieto Castillo, le hecho valor al asunto de presionar al ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, para que declarara su inocencia por presuntos desvíos de millones de dólares de la empresa Odebrecht al Partido Revolucionario Institucional durante la campaña presidencial de 2012, obviamente, en apoyo a la campaña de Enrique Peña Nieto.
Esto, puso en aprietos al PRI e indudablemente a Peña Nieto y para frenar el caso, el cual aún flota en el aire y con la exigencia del pueblo de que se ejerza la justicia, su tocayo de apellido Nieto Castillo prefirió poner a salvo su integridad y la de su familia y dejar desconcertados a millones de mexicanos que ansiaban que esa investigación llegara hasta sus últimas consecuencias.
Hoy la estrategia pripeña de ir con todo contra el candidato presidencial del PANRD, Ricardo “Cerillo” Anaya Cortés, llama la atención y pone en duda la honestidad del panista y como dicen por ahí golpe bien dado ni Dios lo quita.
Hay que recordar que Anaya Cortés en su momento fue acusado por diputados de Acción Nacional de enriquecimiento ilícito por los “moches” cuando fue coordinador del grupo parlamentario, secretario general y presidente interino de ese partido y ahora en la actualidad es señalado, presuntamente, de lavado de dinero y la creación de empresas fantasmas, junto con su amigo Manuel Barreiro, a quien dijo primero no conocer y luego se demostró lo contrario.
Por ahora está en suspenso el caso del “Cerillo” Anaya Cortés y las encuestas indican que esa publicidad – de una forma creada por el gobierno y nadie puede dudar que Peña Nieto está detrás de todo ese tinglado- ha dañado al candidato panista.
Y ahora el merolico Enrique “Clavillazo” Ochoa enarbola el estandarte de la justicia –como la zorra de no ver su cola- y exige que la PGR lleve el caso hasta sus últimas consecuencias y envié a la cárcel al panista, quien ya en varias ocasiones ha advertido que de triunfar en las elecciones, el corrupto Peña Nieto ocupará una celda en un reclusorio de alta seguridad…
Pero ahí no queda la cosa, pues muchos nos preguntamos: ¿quién sigue? Y la respuesta brota de inmediato en la mente de los electores: Andrés Manuel López Obrador, pero también se manejan otros nombres como el de Cuauhtémoc Blanco que busca la gubernatura de Morelos y así darle el golpe de gracia al actual gobernador Graco Ramírez, quien impuso como candidato del PRD a su hijastro Rodrigo Gayosso Cepeda en la misma entidad.
Promesas y nada por erradicar la pobreza
Hemos observado y escuchado las propuestas de los aspirantes presidenciales tanto del PAN y del PRI y no dan soluciones para erradicar la pobreza, la inseguridad y, fundamentalmente, la imperante corrupción.
Para el no priísta José Antonio Meade no hay de otra que atacar a sus oponentes y reiterar que acabará con la corrupción, pero cuando le preguntan si metería a la cárcel a Peña Nieto, responde con evasivas y en lo que se refiere a los 55 millones de mexicanos que viven en la pobreza, no da una solución que al menos convenza.
En el caso del “Cerillo “Anaya, éste precisa que México debe estar acorde con la tecnología de punta y el día que fue postulado oficialmente en el Auditorio Nacional como candidato presidencial presentó un video donde demostró su alto conocimiento de esas innovaciones –más bien sus aptitudes de vendedor-.
Asimismo, se dirigió a AMLO, sin decir su nombre: “el que ya saben quién, dice que cuando sea presidente –de inmediato con sonrisa burlona dijo: que nunca lo será- construirá seis refinerías que costarán miles de millones de pesos y que para el 2024 no servirán pues para ese tiempo ya no habrá vehículos con motores consumidores de gasolina sino eléctricos”.
Sin embargo, expertos desmienten a Anaya al decir que en 2024 estará presentes los autos, camiones, trailers, ferrocarriles con motores a gasolina y que la propuesta de AMLO es válida porque ya no es posible que se compre el combustible a tal precio y aquí se siga vendiendo muy caro, más caro que en otros países que ni siquiera tienen yacimientos petrolíferos.
Y en su exposición cuanto toca el tema de la tecnología de punta, habla que México debe prepararse para estar acorde con los tiempos, sin embargo, se puede apreciar que el futuro de la gente es preocupante, pues por la automatización o la robotización, como quieran llamarle, que se tiene en las grandes empresas tanto armadoras, maquiladoras y de carga de productos amenaza con incrementar el desempleo. Muchas fábricas han dejado de ocupar la mano de obra de los trabajadores y han tenido mejores y mayores ingresos económicos.
Obvió que el “Cerillo” Anaya no tocó el tema de los desprotegidos y marginados, pues no hay que olvidar aquellas palabras de Luis H. Álvarez que Acción Nacional es un partido de empresarios y cuando se le preguntó si aceptarían en sus instalaciones a los campesinos que seguían a Manuel Clouthier, no quiso responder y enojado dio la vuelta y se retiró.
En cambio, Andrés Manuel López Obrador está consciente de las altas cifras de pobres existentes en México y en sus discursos y entrevistas plantea soluciones que para muchos causan burlas y lo acusan de falso y soñador.
Es preocupante y AMLO lo sabe que esos más de 55 millones de pobres son un gran peligro para México, ya que por esa razón se daría el estallido social con graves consecuencias tanto para la economía del país y grandes pérdidas para los empresarios sin faltar la fuga de capitales.
No hay que olvidar que en la actualidad miles de personas de la tercera edad, en la ciudad de México, se benefician con la ayuda económica que les brinda el gobierno capitalino y eso gracias a AMLO, pues él fue quien instituyó ese donativo.
Por ahora, AMLO encabeza las preferencias del electorado y su proyecto de gobierno es analizado por economistas, quienes le dan la razón en el sentido de recortar los altos sueldos a los funcionarios, los gastos personales como lo han hecho los anteriores presidentes con sus esposas, los viajes al extranjero, los excesivos gastos en el Congreso de la Unión y por supuesto los pagos de paracaidistas…
Cabe señalar que la medición de la pobreza cobra tal importancia que se ha convertido en uno de los criterios sustanciales para evaluar tanto el desempeño gubernamental como el propio desarrollo del país.
De hecho es sabido que por varias décadas ningún presidente tanto del PRI como del PAN ha hecho algo por erradicar la pobreza. El priísta José López Portillo lloró y pidió perdón a los desprotegidos y marginados; Miguel de la Madrid heredó la crisis que dejó Jolopo y sorteó muchos problemas tanto de la naturaleza como aquel terremoto y de la economía. Poco pudo hacer para distribuir equitativamente la riqueza del país, pues los precios del petróleo se desplomaron.
El filosofo francés Rousseau sostiene, que la desigualdad social y política no es natural, que no deriva de la voluntad divina y que tampoco es una consecuencia de la desigualdad natural entre los hombres. Su origen es el resultado de la propiedad privada y de los abusos de aquellos que se apropian para sí de la riqueza del mundo y de los beneficios privados que se deriva de esa apropiación.
El neoliberalismo delimita la grandeza del ser humano a la capacidad de generar ingresos monetarios, exacerba el individualismo y la carrera por ganar y poseer. Desata la codicia, la corrupción y la violencia y, al generalizarse en los grupos sociales destruye socialmente la comunidad. Se impone así un orden de valores, donde priva la libertad individual para acceder al consumo de satisfacciones y placeres.
Con Carlos Salinas de Gortari el neoliberalismo se hizo sentir. Privatizó las empresas estatales –mismas que adquirió para su provecho-, formalizó el Tratado de Libre Comercio el cual dejó un millón 400 mil de agricultores desplazados y se perdieron dos millones de empleos.
La pobreza en ese lapso gubernamental se acrecentó. El sector popular fue vapuleado por las políticas de austeridad y por ende no generaron un crecimiento neto en el empleo como lo expresó con mentiras y gran satisfacción Salinas de Gortari y los obreros resultaron perjudicados. Oficialmente, ya había 27 millones de mexicanos pobres. Hay que recordar aquellas palabras de Luis Donaldo Colosio: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia”…
Hoy muchos sufren – hasta los beneficiados- y ruegan que las amenazas de Donald Trump no se conviertan en realidad de desaparecer el TLC que los ha enriquecido.
Habría que recordar aquel 12 de mayo de 2009 cuando Miguel de la Madrid dijo que era tanta la ambición corruptiva de Salinas y lo acusó de haberse robado el dinero de la partida secreta y que su hermano Raúl tenía vínculos con el narcotráfico…
Con Ernesto Zedillo se vino la debacle económica. Salinas había dejado una economía prendida de alfileres y de inmediato surtió efecto. La cifra de pobres subió a 40 millones. De nueva cuenta la pobreza sufría los estragos de la iniquidad.
Todos pensaron que con la caída del PRI y la llegada del panista Vicente Fox todo iba a cambiar y que México saldría de su crisis, en fin todo era felicidad, pero la realidad fue otra. Las promesas vanas del presidente desilusionaron a millones de mexicanos. Al concluir su corrupta gestión administrativa junto con su martita y sus hijastros los Bribiesca, dejó una cifra superior a los 50 millones de pobres.
Y cuando se pensaba que se daría el cambio a favor de Andrés Manuel López Obrador, llegó el “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón, a ocupar la presidencia gracias al fraude electoral elaborado y exigido por el confeso Vicente Fox. A partir de ese mandato, se incrementó la miseria, el desempleo y el luto en los hogares mexicanos al declarar una inconstitucional guerra al narco.
Miles de millones de pesos fueros destinados a las Secretarías de la Defensa Nacional y Marina para la adquisición de nuevo armamento y el pago sueldos, de alimentos y hospedaje de militares en hoteles, que por cierto luego los propietarios de esos inmuebles pegaron de gritos por no recibir pago alguno.
Así que con Calderón al igual que los anteriores mandatarios, se dio el olvido hacia los pobres y en lugar de aminorar las cifras, éstas han crecido y ahora a meses de que Enrique Peña Nieto termine su ineptitud y corrupta gestión los índices de pobreza seguirán por las nubes y con mucha hambre.