El movimiento feminista en México es legítimo y necesario. Las exigencias que ponen sobre la mesa y en el ojo de la opinión pública deben ser una prioridad a atender por parte del actual gobierno. Esto no puede ser ignorado más tiempo. La salud, integridad y vida de muchas mujeres depende de las acciones legales, con perspectiva de género, que realicen las autoridades para protegerlas.
Sin embargo, hay mujeres que, escudadas en este virtuoso movimiento, pretenden hacerse pasar como víctimas de abusos, aunque las propias autoridades consideren que lo acreditado no es su calidad de víctima sino de abusadoras.
Tal es el caso de Ariadna Ittzell Muro Esquivel, quien se asume como “health coach” y que ha participado en algunos espacios en programas de televisión en los que comparte consejos de “salud”.
Ella procreó un hijo, quien actualmente tiene seis años y que vive con su padre debido a que múltiples especialistas en psicología infantil y las autoridades competentes determinaron que es lo recomendable.
Ariadna, por medio de sus redes sociales, emprendió una campaña digital en la que acusa al padre del menor y a las autoridades, de haberle quitado a su hijo por medio de “la corrupción y abuso de poder”, exigiendo que le sea devuelto.
Pide también tener un juez competente y “que se me deje de perseguir de forma injusta, me quieren meter a la cárcel con fundamentos inventados”. Pero eso no es lo que han determinado las autoridades a lo largo de un tortuoso juicio familiar por la patria potestad del menor.
Ariadna olvido mencionar que, de acuerdo a la carpeta de investigación que integra la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Niños, Niñas y Adolescentes, de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, lo que se le imputa es la comisión del delito de “Violencia Familiar Psicológica” en contra de su hijo de tan solo 6 años de edad.
Al menor, dentro de las actuaciones de la Fiscalía antes mencionada, se le practicaron diversas pruebas psicológicas realizadas por peritos adscritos a la PGJCDMX.
En el primero de los estudios, se concluyó que el menor tiene problemas de afectivos y conductuales, baja autoestima, depresión y ansiedad, entre otros trastornos emocionales, debido al “desdén e indiferencia de la madre hacia las necesidades del pequeño, que generaron sensación de abandono”, sugiriendose además, que sea separado de forma inmediata del núcleo materno.
Por su parte, especialistas del Centro de Terapia de Apoyo a Delitos Sexuales (CTA), determinaron que el pequeño “presenta síntomas acordes con niños que han sido victimizados sexualmente, tales como: resistencia, negación y malestar psíquico porque evitó hablar de la violencia sexual haciendo interrupciones en diversos momentos de la sesión. También se detectó vergüenza y ansiedad. Sintomatología asociada a víctimas de violencia sexual”.
Hay que resaltar que inclusive, personal de la propia “víctima” Ariadna, en específico la nana del pequeño, que trabajó para ella -pagada por ella- durante 6 años, refirió a las autoridades competentes, al rendir su declaración dentro de la carpeta de investigación que la madre solía llegar a la casa en estado inconveniente y acompañada por múltiples y diversas parejas, inclusive llegaba a ausentarse durante días, situación que trajo como consecuencia la alteración de la conducta del niño y un cambió en el comportamiento del mismo con sus compañeros de la escuela.
Ariadna en todo momento ejerció su derecho a la defensa, pero por falta de pruebas y/o por negligencia de su abogada defensora, decidió faltar a diversas audiencias convocadas por un juez competente y cambiar su residencia de manera voluntaria a Italia desde julio del 2019. Es decir, decidió abandonar sus obligaciones procesales y en consecuencia, ante dicha evasión, se libró la correspondiente orden de aprehensión en su contra.