Javier Peñalosa Castro
Al más puro estilo del viejo PRI, y en connivencia con sus incondicionales de los medios más acedos, ha iniciado una nueva campaña negra en contra de Andrés Manuel López Obrador, de quien, se busca hacer creer ahora, hasta sus propios hermanos reniegan (por generalización de las declaraciones de su hermano Arturo, quien apoya al Yunes que busca la gubernatura de Veracruz cobijado por la bandera del PRI y con la bendición del impresentable Javier Duarte para relevar a éste como cacique de aquel estado).
Campaña previa al golpe a Excélsior
Este nuevo episodio de la picaresca política mexicana trae a la memoria, por ejemplo, la campaña orquestada contra Julio Scherer García para preparar el golpe que lo separó de aquel periódico que, bajo su dirección, se había convertido en referente del periodismo mexicano, y que tuvo como principal ariete visible (en televisión) al energúmeno Roberto Blanco Moheno, quien complementaba su trabajo con el de prominentes empresarios que, a pedido del gobierno de Luis Echeverría, retiraron su publicidad de las páginas del diario y, por supuesto, el grupo golpista, en el que participaron algunos cooperativistas y esquiroles ajenos a la cooperativa encabezados por el traidor Regino Díaz Redondo, quien a la postre llevaría a este prestigiado diario a la ruina, tras haber acabado con la credibilidad y el patrimonio de la cooperativa. El eje de esa campaña estuvo formado por descalificaciones y golpes bajos de todo tipo, y desgraciadamente logró su cometido.
La campaña contra Cárdenas en el 88
Otro ejemplo lamentable de campaña negra orquestada por el gobierno en contubernio con Televisa fue la que se difundió en 1988 para intentar desacreditar a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la Presidencia por el PARM, con entrevistas a supuestos hijos del general Lázaro Cárdenas en el noticiario estelar, quienes fueron contratados para descalificar públicamente al representante de las izquierdas.
Aquella campaña habría de fracasar, por lo que el gobierno de Miguel de la Madrid tuvo que echar mano de todas sus artimañas e inventar la famosa “caída del sistema” para escamotear su triunfo legítimo a Cárdenas y entronizar a Carlos Salinas de Gortari en contra de la voluntad mayoritaria de los mexicanos.
La primera campaña negra contra AMLO
Más recientemente, en 2006, Vicente Fox y su aparato de desgobierno intentaron encarcelar a López Obrador con un pretexto absurdo: la construcción de un camino de acceso a un hospital privado. Al caerse, por burdo, este teatro, se orquestó la infame campaña en la que se advertía sobre el supuesto “peligro para México” que, según la ultraderecha, representaba López Obrador como gobernante, pese a las evidencias de su buen desempeño como jefe de gobierno del Distrito Federal.
A la distancia, resulta vergonzoso constatar cómo Fox manipuló a su antojo el proceso electoral de 2006, lo cual sólo le valió un “regaño” por parte del Trife. Otro punto destacado de la estrategia dl foxismo y los grupos más reaccionarios para impedir la llegada de López Obrador al poder fue la campaña de los llamados videoescándalos, orquestada desde las entrañas del poder por Fox, su secretario de Gobernación, Santiago Creel, Carlos Salinas de Gortari, el impresentable Diego Fernández de Cevallos y Televisa.
Mediante esta confabulación —que acertadamente calificó como complot AMLO— se buscó lesionar su imagen mediante la propagación de la idea de que el político entonces perredista se rodeaba exclusivamente de pillos de siete suelas (nadie menciona la cercanía que tienen con él personas de conducta intachable, como el exprocurador Bernardo Bátiz, los escritores Fernando del Paso y Elena Poniatowska y otros personajes probos y rectos, y que se han mantenido fieles al Peje.
De escándalo, resultó también la contratación de un propagandista español que, en flagrante violación a la prohibición legal de participar en asuntos internos de México, se dedicó a propalar mentiras sobre López Obrador, a quien se tachaba de violento e irrespetuoso de las instituciones, y se le comparaba gratuitamente con Hugo Chávez. Todo ello, con el propósito más que evidente de hacer creíble el fraude maquinado que llevaría a Los Pinos al insignificante Felipe Calderón, a quien, sin embargo, sólo le alcanzó para recibir la banda presidencial por la puerta trasera del Palacio Legislativo de San Lázaro.
En 2012, otra vez campaña de descrédito hacia AMLO
Calderón, a su vez, luego de asumir el poder no escatimó esfuerzos ni recursos para limpiar el camino a Peña Nieto, un producto de la mercadotecnia política que ha demostrado la invalidez de la idea de que lo importante no es ser, sino parecer, de modo que, por más que Televisa y sus asesores de imagen se han empeñado en hacerlo un producto exitoso, su popularidad entre la gente es la más baja en muchas décadas.
La guerra sucia está en marcha
Lue3go de haber mostrado el músculo en las elecciones intermedias de 2015, especialmente en la capital del País, Morena, el partido formado por López Obrador trabaja para tener una representación importante en la asamblea constituyente de la Ciudad de México, y sigue trabajando de cara la elección presidencial de 2018.
El camino, sin duda, será difícil. Especialmente por la guerra de golpes bajos, descalificaciones y otras triquiñuelas que desatarán PRI, PAN y el propio PRD para tratar de impedir, de nueva cuenta, la llegada de López Obrador a la Presidencia.