Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
Al minuto 87 del partido México-Portugal, con el equipo de mi país perdiendo 2 a 1, pienso que a 17 años de la muerte del cronista deportivo Fernando Marcos, sus palabras siguen teniendo vigencia: “Jugamos como Nunca, Perdimos como Siempre”. Al minuto 90, con el empate, recuerdo “ya merito le ganan al PRI en el Estado de México”. Salgo por una golosina a la tienda, el dependiente se entretiene con la televisión, en la cual veo como el presidente del PRI utiliza información de la década pasada para acusar de corrupto a López Obrador.
Cuando se anunció la salida en Netflix de una serie llamada EL CHAPO mi primera impresión fue que el oportunismo la desacreditaba, pero el resultado de la primera temporada sorprende por la reconstrucción histórica. Inicia con noticieros donde se anuncia la aprehensión de Rafael Caro Quintero a quien responsabilizaron por la muerte del agente antidroga Enrique Camarena Salazar. Unas escenas adelante, tras la leyenda: “Tres años después” vemos la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari y minutos después escenifican en la casa de Amado Carrillo, la orden presidencial de dividir al país en regiones, lo que se va a traducir, en la serie y en la vida real, en una guerra de cárteles.
Muy poco después, en el capítulo, 4 las cosas llegan a un clímax del que esperamos que por reseñarlo no se nos acuse de estropeo (spoyler) dado que se trata de hechos que en lo esencial fueron periodísticamente documentados desde el 24 de mayo de 1993: El subprocurador general de México quiere entrevistarse con Joaquín Guzmán Loera y lo llama a viajar desde Guadalajara a Puerto Vallarta. A esa misma hora va a estar en el aeropuerto el cardenal Posadas Ocampo, quien ha denunciado nexos del narcotráfico con el gobierno y lleva documentos al nuncio papal Gerónimo Prigione.
Los dueños del cártel de Tijuana, quienes tienen rencores contra “el chapo “porque le han dado el control del trasiego en Tecate y Ensenada, también son avisados de la presencia de este en el aeropuerto de Guadalajara. En la serie, como en la vida real, la versión para explicar el asesinato del ministro religioso, es la de un fuego cruzado, pero también, tanto en la serie como en la vida real, esto no explica ni los disparos a quemarropa, ni el hecho de que los sicarios hayan ido directo a sustraer el portafolio del cardenal Posadas.
En la serie: uno de los hermanos “Avendaño”, caracterizado por su violencia, escapa de la escena del crimen presentando una placa que lo acredita como policía federal. Esta la habría recibido de parte de un gobernador, como compensación al dinero que le dio el crimen organizado para establecer una plaza comercial que nunca se realizó…en la vida real se sabe que uno de los hermanos Arellano abordó un avión a Tijuana y que ninguna autoridad lo detuvo.
También en la vida real, según el sucesor en el cardenalato, Juan Sandoval Íñiguez, del asesinato de Posadas se responsabilizó a la Policía Judicial Federal, entonces al mando de León Aragón, quien fue nombrado por el PRI en el 2016, candidato a la presidencia Municipal de Salina Cruz Oaxaca. (Referencia (http://videos.religionenlibertad.com/video/zkaZpeXzuH/Quien-y-por-que-mato-al-cardenal-Posadas)
En la serie: el Cardenal Posadas pronuncia una homilía en la que acusa al gobierno de nexos con el crimen organizado.
En la vida real: Juan Sandoval Iñiguez estableció que un mes antes de que lo acribillaran, Posadas Ocampo estuvo en la residencia oficial de los Pinos en una reunión en la que participaron, entre otros, Carlos Salinas de Gortari y su secretario, José María Córdoba Montoya y ahí denunció que el gobierno local priista no solo estaba relacionado con el tráfico de drogas, sino también con la trata de blancas.
El crimen de Posadas Ocampo ocurrió durante el breve espacio en que Jorge Carpizo ocupó la titularidad de la Procuraduría General de la República. Usualmente un procurador no nombra a todo su equipo de trabajo, como tampoco los secretarios de Estado a sus subsecretarios, estos le son sugeridos desde la presidencia. Carpizo murió intempestivamente en 2012 y con esto ya no hubo más investigaciones sobre el “fuego cruzado”.
En EL CHAPO, la serie de NETFLIX, el joven “De Tavira” enfurece cuando entran al penal de alta seguridad de Almoloya y hacen una conferencia de prensa con el objetivo de presentar a Joaquín Guzmán para ratificar la teoría de las balas cruzadas.
En la vida real, en la madrugada del 24 de diciembre de 1994, Pablo de Tavira fue víctima de un atentado con gas que le impidió ejercer el cargo de director de Policía Judicial Federal para el que lo había nombrado el procurador Antonio Lozano;y en el año 2000, para ser precisos en noviembre, De Tavira fue asesinado de cuatro tiros en la cabeza en el Centro Universitario de Pachuca.
Pero dejemos ya la serie y vayamos a cosas aún más actuales: Las amenazas de muerte al periodista Javier Valdez se intensificaron justo después de publicar una entrevista con Dámaso López, “el licenciado”.
Dámaso López fue capturado por la Procuraduría General de la República en mayo de 2017.
Se dice que Dámaso ayudó a Joaquín Guzmán en su último escape de la cárcel. Por lo tanto no tiene mucha lógica que los hijos de El CHAPO le tuvieran algún rencor si tan amigo era del padre.
Javier Valdez fue asesinado un mes después de la captura de Dámaso, su entrevistado. ¿A alguien en la PGR ya se le ocurrió preguntarle al respecto? ¿Permitirían que una comisión de periodistas de Articulo 19, Reporteros sin Fronteras o similares lo entrevistaran sobre el tema, o la PGR teme que gente ligada al PRI o al gobierno pudiera salir en la conversación? ¿Se confirmó o no que documentalistas ingleses de Netflix tenían una cita con Valdez para recabar información?
A lo mejor Javier Valdez también tenía instalado el sistema de espionaje PEGASO y al menos para eso podría servir el espionaje gubernamental denunciado por The New York Times.
Volviendo a la serie de Netflix, el PRI se transforma en PTI; se cuidaron bien de no violar las leyes sobre el Escudo Nacional y ponen en diálogos de personajes de ficción; pero perfectamente reconocibles, diálogos como este:
“Esos son los políticos, son los más tontos pero hay que cuidarse de ellos. Esos los militares, son los que nos cuidan los plantíos. Esos son los de la DEA” le va diciendo a EL CHAPO uno de sus mentores, en un segmento de la serie. que más cercana al documental que a la ficción, parece estar inaugurando un nuevo género del periodismo.
Si con todo esto Enrique Ochoa piensa que el PRI se puede salvar solo con culpar de corrupción a López Obrador, que mejor revise la historia criminal de su partido, o como Morena, convoque a un plan sexenal para desligar al gobierno del crimen organizado.