La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Lampedusa tropical: hay que cambiar todo para que todo vaya peor
Todo grupo en el poder tiene el derecho para buscar su permanencia tratando de nulificar a sus adversarios, sin embargo, el juego democrático marca límites.
El buen gobierno, la propaganda (sobre todo cuando está sustentada), el deber cumplir los compromisos de campaña y la operación política, son mecanismos, legítimos, para desestimar todas las críticas opositoras, en buena lid.
Pero, cuando ante la falta de resultados y de pericia gubernamental, se recurre a la judicialización de la política perdemos todos, en particular, los que la aplican, que más tarde o temprano, serán medidos con la misma vara (aserto para tatuarse en la memoria).
Sin duda, la detención de Rogelio Franco Castán es una búsqueda para desarticular las redes electorales de la alianza opositora, lo de los ‘ultrajes a la autoridad’, es una (intención de) justificación legal que se anula, sólo, por ser un mayúsculo despropósito.
Insistimos, la 4T local está en lo suyo al buscar refrendar su control del Congreso, pero hacerlo a cualquier costo (la ley del garrote v.g.), tiene implicaciones a futuro. El regodearse en un: ¡no te preocupes Cuitláhuac!, es un efímero salvoconducto.
Hace un par de días, el presidente López Obrador, se tomó una instantánea con el mandatario veracruzano, al cobijo de los retratos al óleo de Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines, ex gobernadores de Veracruz y ex presidentes de la República, ojalá Cui les aprendiera algo, en lugar de dejarse embaucar por sus pinochetistas asesores.