Claudia Rodríguez
En septiembre de 2011, es este espacio se consignó cómo el bello puerto de Acapulco se había vuelto prohibitivo para múltiples turistas por los sucesos de violencia cotidianos y el grado de inseguridad que se percibía en el terreno, aun cuando para otros más, Acapulco sigue siendo destino infaltable en casi cualquier oportunidad de asueto.
La cercanía en distancia y tiempo al puerto guerrerense, lo posicionan como un esplendoroso sitio de mar, que ofrece alojamiento para muy distintos presupuestos, e incluso áreas de playa y mar más que agradables; en razón de su geografía.
Pero ya desde el mismísimo 2011, las noticias surgidas desde la autopista del Sol sobre atracos a pasajeros de autos particulares y de servicio públicos que terminaban como “daños colaterales”, resultado de la guerra contra el narcotráfico que emprendió en su Administración, Felipe Calderón, se posicionaba como un el primer elemento a considerar para viajar hacia Acapulco. No era aconsejable hacer la travesía de noche, y de día, con extrema precaución.
Ya para el destino de Acapulco, se realizaban desde hace más de siete años, las recomendaciones de no salir del hotel o de la zona de hospedaje de ser posible, y no caminar de noche por el malecón, cuando es un paseo obligado y oportunidad de mover la economía de los locales a lo largo de la calle principal del puerto.
No faltaron las voces que instaban a no ponerle veto particular a Acapulco y lo estimaban una exageración; que sí había asesinatos, balaceras, descabezados, desmembrados, y que a lo largo del día se escuchaban en repetidas ocasiones, las sirenas de ambulancias y patrullas, “pero que los turistas no eran blanco de la delincuencia”.
No es posible que en casi una década, la situación de violencia e inseguridad haya aumentado de manera descomunal, al grado que todos los días en Acapulco hay al menos un homicidio doloso, y a las autoridades y a los empresarios del ramo turístico, sólo les importe que la ocupación hotelera se mantenga en altos niveles.
Pese a los hechos ocurridos en la Autopista del Sol, donde la Policía Federal frustró un asalto a turistas hace unos días, el edil Evodio Velázquez de Acapulco, reconoció que aunque hay violencia en el estado, el puerto sigue siendo el mejor destino de México para vacacionar.
Es un hecho que Guerrero se ha vuelto una zona de terror y violencia a nivel internacional y Acapulco no escapa a esa realidad; pero a las autoridades eso parece no importarles; ya que aseguran que pese a la situación, lo importante es que siguen arribando turistas.
Velázquez hasta parafrasea a tipo de slogan turístico el enunciado del finado ex secretario de Turismo municipal, Alejandro González Molina: “Nos tocó vivir un México, un Guerrero y un Acapulco con violencia, lamentablemente”.
No se trata de hacer una campaña negativa y dejar morir el turismo, pero sí de exigir seguridad para pobladores y paseantes; o ya de plano le entramos al turismo extremo.
Mientras las autoridades sigan cruzadas de brazos, en lo particular seguiré extrañando al hermoso puerto guerrerense.
Acta Divina… En Acapulco, Guerrero, avanzan los trabajos de logística de los operativos de seguridad en los que participarán la Armada, el Ejército y la Policía Federal, en tanto los muertos, decapitados y heridos se cuentan día a día –esta cita se plasmó intacta hace siete años en este espacio.
Para advertir… Delincuencia, violencia y turismo; una bomba de tiempo.
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