Desde las máscaras, los judas hasta las muñecas de cartón, se sabe que el arte prehispánico y popular fueron parte de las obsesiones del muralista Diego Rivera, pero poco se sabía, hasta hoy, de su gusto por los alfeñiques, muy tradicionales en el Día de Muertos, y que se revela en la exposición Azúcares sacras: dulces rituales que exhibe el Museo Mural Diego Rivera.
En la muestra, que reúne más de un millar de piezas, particularmente se exhiben tres calaveras de azúcar de gran formato, que el público podrá encontrar en el primer piso del recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), las cuales pertenecieron al artista guanajuatense y que se presume adquirió en el Mercado de la Merced, entre 1956 y 1957.
Si bien en ellas se mira el desgate por el tiempo, pues son creaciones que conllevan una intención efímera, todavía hay evidencia del color festivo con que fueron diseñadas, hace más de medio siglo.
Así como el arte prehispánico y popular aparecen en sus murales, los alfeñiques se encuentran presentes en la obra de Rivera, particularmente en el fresco Día de Muertos, que pertenece al ciclo del Patio de las fiestas, ejecutado entre 1923 y 1924, en los muros de la Secretaría de Educación Pública.
Pero esta exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 17 de julio y cuyas piezas, en su mayoría, provienen del acervo del nieto del artista, Juan Coronel Rivera, muestra otro tipo de tesoros, como la pieza de cerámica que muy posiblemente inspiró al pintor mexicano para diseñar su famosísima Catrina, personaje que inmortalizó en el fresco Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947) que resguarda el recinto.
Esta pequeña escultura, que tendrá aproximadamente 10 centímetros de alto y muestra a la “flaca” con un vestido de época color rojo y un sombrero negro tipo cloche con una pluma, data de 1900 y fue realizada por el taller de Pantaleón Panduro.
Además de la Calavera Garbancera, de José Guadalupe Posada, esta cerámica no solo serviría de referencia al pintor mexicano, sino que sería, de acuerdo con los datos que ofrece el recinto, la primera representación de cuerpo entero de una catrina. La obra, por cierto, perteneció al gran curador y coleccionista mexicano Fernando Gamboa, amigo de Rivera.
Entre otras piezas que se pueden encontrar en el recorrido y que amplían las lecturas sobre el mural del recinto, están un par de bocetos a lápiz, los cuales corresponden a los personajes de Diego niño y del General Medallas.
Cabe destacar que la muestra, curada por Coronel Rivera y el especialista en arte popular Raúl Cano, hace un recorrido por la tradición del alfeñique en México, desde el siglo XVI, época en que se instala con la llegada de la religión católica al territorio, y en la que se utilizaba amaranto y mieles en lugar de azúcar, pasando por la influencia asiática y africana durante la época virreinal, hasta expresiones más contemporáneas, como las dedicadas a la lucha libre.
Asimismo, la muestra se complementa con 71 piezas de arte popular, 24 de arte prehispánico, seis hojas volantes de José Guadalupe Posada, tres cerámicas de Pedro Coronel, pinturas de caballete de Roberto Montenegro, José Chávez Morado, Naya Márquez y José García Narezo, una fotografía de Manuel Álvarez Bravo, que muestran la influencia de esta tradición en el arte mexicano del siglo XX.
Azúcares Sacras: Dulces rituales se puede visitar de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 h en el Museo Mural Diego Rivera, Colón s/n, esquina Balderas, Centro Histórico.
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