Juan Luis Parra
En política, los mensajes suelen ser sutiles. Pero hay días en que la diplomacia se quita los guantes y se “hace un polvadero”.
Christopher Landau llegó a México por “cortesía”, según Claudia Sheinbaum. Pero su paso dejó a Morena bailando… y no precisamente por gusto.
La presidenta intentó pintar la reunión en Palacio Nacional como un gesto amable, casi un café entre amigos.
Nada más lejos de la realidad.
Apenas unas horas después, Landau le “quitó” la visa a Melissa Cornejo, operadora de Morena en Jalisco cercana a Adán Augusto. Detalle menor: no tenía visa. Pero eso no detuvo el espectáculo. ¿La causa? Un tuit con la elegancia y educación que distingue al partido guinda.
¿Coincidencia? ¿Vamos a creer que fue por un tuit? Por favor. La política no cree en las coincidencias, y menos cuando se trata de amenazas con destinatario.
Mientras Sheinbaum hablaba de “respeto mutuo” y presumía sus cifras en seguridad y migración, del otro lado alguien ya se estaba quitando los guantes… pero los de box.
Landau no vino a platicar. Vino a marcar territorio.
A mostrar quién sigue teniendo la batuta en la pista bilateral. Y vaya que la marcó.
El “efecto Landau” no tardó en cruzar fronteras… o mejor dicho, en cerrarlas.
En Sinaloa, el gobernador Rubén Rocha prefirió no asistir a una boda familiar en Arizona. ¿Compromisos de agenda? No. Miedo. Miedo a que lo reciban los federales con un ramo de esposas. Y su paisano, el senador Enrique Insunza, ya le hace el feo a las reuniones en Washington. No sea que termine con maletas en el pasillo de un juzgado.
Morena, tan echada pa’lante en sus retóricas, se volvió tímida de pronto.
Y mientras todo esto pasaba, Sheinbaum sonreía frente a las cámaras, como si el golpe no fuera con ella. Como si Landau no hubiera dejado claro que allá no se andan con rodeos.
La sonrisa presidencial no alcanzó a cubrir el temblor que recorre las filas guindas.
¿Habrá venido a revisar cierta lista negra? La infame Lista Marco, esa que “no existe”.