HORIZONTE DE LOS EVENTOS
“La ciencia a menudo nombra y clasifica, pero no siempre define”, dijo Octavio Paz en “Lectura, comprensión y contemplación”. Se refería a la “glosolalia”, más claramente identificada y mejor comprendida hasta hoy por la filosofía cristiana, ese milagro aun inexcrutable, que conocemos como el “Don de Lenguas”.
Vicio científico desde el origen de nuestra tradición judeocristiana, que a lo largo de los siglos, ha transminado a la opinión pública desde su nacimiento -dicho sea de paso, en el alumbramiento del Londres moderno del siglo XVIII, en gracia de las letters, pasquines que circulaban extraoficialmente y que contenían los debates del Parlamento, que manipulaban el sentido de éstos, sus decisiones y las posturas individuales sostenidas en Westminster. Órgano que para evitar confusiones de sus representados, y que recién había proclamado para sí, la función legislativa, al ver la inexactitud de lo que se transmitía al “público”, y siendo un órgano de la sociedad (representativo y deliberativo), no del Estado (que era el Rey), y en consecuencia, sin que privara en él la Razón de Estado, adquirió el carácter público y creó para corregir esa “desviación”, un instrumento de “publicidad” suyo, lo que en México llamamos el Diario Oficial, que contiene los debates y la voluntad votada y aprobada por la mayoría de sus miembros, hecha ley, para evitar las imprecisiones, producto de los intereses particulares y/o privados de las letters, ascendentes de los medios de comunicación masiva que conocemos hoy en día.
La referencia al surgimiento de la opinión pública en la sociedad occidental, ayuda a comprender mi afirmación del exceso que padecemos y nos desinforma -aunque también alerta-, con relación al tema de Baja California y su reforma en boga, que ha propiciado argumentaciones de voceros destacados de la sociedad, que dicho más específicamente, de las voces de la “opinión pública pública” -permítaseme la reiteración, porque la verdadera significación de la opinión pública, es mucho más amplia que sus voces públicas.
Voceros que han obviado precisiones legales, sutiles pero determinantes para la adecuada valoración de la legitimidad y legalidad de la reforma, que nuestro Órgano Federal que protege y garantiza nuestra plenitud vigente y positiva vida constitucional, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, deberá tener en cuenta en las próximas semanas, en caso de que se promueva una acción de constitucionalidad.
Hablamos de un tema crucial para la República y en ello coincido con las voces pronunciadas. De la misma forma que “defenderé hasta la muerte, el derecho que -todos- tienen de decirlo” ¿necesito citar a Voltaire?
Sin embargo, y por el mismo motivo, requerimos precaución en nuestras posiciones y propuestas que afirmamos: Hacer señalamientos sobre irregularidades sin conocer con precisión las reglas que rigen los procesos de reforma constitucional, y peor aún, aseverar sin reservas al público, omitiendo y evaluando extrajurídicamente dicho proceso, sin valorar los términos que regulan a las autoridades electorales y sus obligaciones con el electorado, padecidos por la ciudadanía bajacaliforniana desde el 2014 en el mismo particular, es más próximo al autoritarismo, que la reforma que se cuestiona, votada soberanamente por el Congreso de aquel estado.
Así, se han señalado “correcciones” desproporcionadas. La más escandalosa de todas, la DESAPARICIÓN DE PODERES, sugerida por Muñoz Ledo, una herramienta por él argumentada desde su más remoto pasado priista, que evidencia la verdadera sustancia y materia nuclear del viejo legislador: un déspota del Estado, pues ella implica, despojar al pueblo al que se aplica tal medida, de su calidad ciudadana y del derecho al voto, sumiendo al territorio, estado o estados de los que se trate, a una situación medieval ¡anterior a la Revolución Francesa!
Él sí, buscando de nuevo que cobre vigor esa medida infame contrademocrática -luego de 45 años, en que alegó su conveniencia y logró su aplicación en dos estados de la República, con LEA, nomás calcule usted-, sentar un precedente para la supuesta permanencia de la actual Administración federal, o de otras. Desproporcionado y extralógico, la sola sugerencia, invita a revisar la conveniencia de su representación. En mi opinión, lo convierte en el primer candidato para que proceda la revocación de (su) mandato, cuando -ojalá no- sea aprobada.
En este escenario confuso, de falta de respeto a la soberanía de aquel Congreso Local, de frivolidad expresiva e incendiaria de la legalidad aplicable y de señalamientos, también se ha difamado e infamado a personas cuya actividad pública, evidentemente, les es desconocida.
Es el momento de nombrar a Amador Rodríguez Lozano. Pero antes de ello, recupero la posición manifiesta del Ing. Bonilla, quien desde un principio fijó su posición de “dejar a los abogados” la calificación legal del proceso de reforma. Así debimos mantenernos, aun señalando nuestra opinión, advertir al público, las limitaciones de nuestro conocimiento de dicha reforma y de la legalidad aplicable.
Para una apreciación de lo omitido, me permito compartir los señalamientos hechos por Rodríguez Lozano: http://amadorrodriguez.com/la-reforma-constitucional-de-baja-california-rectifica-el-atropello-de-2014/
Como la ciencia occidental, que “a menudo nombra y clasifica sin definir”, las voces con el privilegio de expresarnos públicamente, a menudo calificamos y clasificamos sin definir, cometiendo la doble falta de mal informar al respetable, afectando de paso a quien nos referimos, y con ello, creando y sumando inercias hacia eventuales conclusiones oscuras y limitadas.
Es el caso que la brillante pluma de un columnista bien enterado y sospecho, leído a menudo en Palacio Nacional, aunque crecido en el último tercio del período neoliberal que nos gobernó desde 1982, poniéndole nombre al supuesto operador de esa reforma constitucional, que modificó el pasado día 9 a cinco años, la reforma del 2014 que estableció de dos años la duración del período de la Administración gubernamental que iniciará en noviembre de este año: Amador Rodríguez Lozano. Y le llamó “mapache” -¿existe esa condición todavía?
¿Quién es Amador Rodríguez Lozano? De entrada diré que es nombrable, calificable, incluso clasificable pero ¿es definible?
Amador es un hombre de la Ilustración del siglo XX y del XXI: fue secretario de Sepúlveda Amour. Fue adjunto de la cátedra del Dr. Carpizo MacGregor, que heredó. Genio destacado de la primera reforma electoral del país que codificó la materia: el Código Federal Electoral, con muchos mayores derechos a la ciudadanía y a los partidos políticos, a quienes reconoció aquella reforma, por principio, constitucionalmente, y que les otorgó igualmente, derechos, obligaciones y prerrogativas sustantivas. Más sin fin de reglas que garantizaron la seguridad jurídica electoral, que son fundamento de la evolución de la materia, de las revisiones y reformas de los 31 años siguientes, hasta el día de hoy, en las que por su claridad y conocimiento personal de origen de los antecedentes, ha participado igualmente.
Reforma aquella, sin la que sería imposible realizáramos la transición democrática mexicana, deficiente e inacabada aún y que han sido marco para este proceso de tres décadas, tan conflictivas para el país, y nos hayamos conducido dentro de las instituciones.
También sentó las bases en que se sostiene la actual soberanía de la Ciudad de México, pues otorgó derechos de representación a los ciudadanos capitalinos, con la creación de la Asamblea de Representantes.
Su aportación jurídica es basta y reconocida por todos los teóricos mexicanos de la literatura constitucional y es de los pocos constitucionalistas nacionales, posteriores al Dr. Carpizo, que es leído, consultado y citado por los estudiosos extranjeros de la materia.
Su conocimiento constitucional y su participación en los procesos electorales de los anteriores 40 años, como académico, como estudioso en el gabinete y para algunos presidentes de México, al elaborar diversos proyectos legislativos e Iniciativas de Ley, suscritas por el Jefe del Ejecutivo.
Ha sido legislador destacado en el Congreso de la Unión, cuya posición ha sido referente y conductor en las legislaturas de las que ha sido miembro.
Como servidor público, su eficacia siempre destacada. Nunca ha sido acusado por actos de corrupción. Por el contrario, su congruencia y fecundo pensamiento, ocupado en la construcción y robustecimiento de las instituciones, a fin de que den cabida a las demandas políticas cada vez más exigentes de la dinámica y madura sociedad mexicana.
Por ello, permanentemente ha sido requerido por actores posteriores a los mencionados, pese a que su posición vertical, firme y congruente -como he señalado-, también le ha generado envidias, enfrentamientos y contendientes que lindan en la contradicción de los enemigos. Mismos que pretenden excluir su expresión, para conservar sus privilegios con la permanencia del oscurantismo más retrógrado del sistema político mexicano.
Yo fui asesor jurídico electoral y operador electoral de Colosio en varios estados de la República y en su asesoría personal, desde que fue Diputado y Oficial Mayor del CEN del PRI -dicho de otra manera, desde que empezó a crecer en serio-, por su instrucción directa. Y lo fui hasta su muerte, que me sorprendió en Morelos, en su campaña, atendiendo su instrucción expresa, que recibí en casa de don Luis, su padre, el 28 de noviembre de 1993, en Magdalena, el día de su destape.
En julio de 1988, en las reuniones de los asesores electorales de Colosio, sólo éramos dos abogados, Amador Rodríguez Lozano, y aunque en las infanterías del grupo convocado, yo. Amador ganó confianza hasta ser el mayor respaldo electoral de Luis Donaldo (amable lector, que no le platiquen).
En julio de ese mismo año, 1988, el candidato presidencial Salinas, encargó al ya Senador Electo Colosio, la Calificación Presidencial del último Colegio Electoral que funcionó en el país. Allí estuvimos tres días acuartelados, en las oficinas prestadas a Luis Donaldo por el Secretario de la Gran Comisión de la Legislatura saliente de la Cámara de Diputados, el tabasqueño Reynés Berezaluce.
Dicha oficina, con acceso inmediato a la Tribuna del recinto -por lo que se ofreciera. Eran dos oficinas con monitor, un baño y una cocineta en medio. Una, destinada a las infanterías y a su secretaria privada, Carolina Gómez. Los relaciono: Esteban Moctezuma Barragán -acompañado por Fernando Solís Cámara, recién llegado de Harvard-, Arturo Núñez, con el prestigio de ideólogo priista en desarrollo, que no llegó a cuajar -con los hermanos Collado. Y los asesores personales, un politólogo, un economista y un abogado: Samuel Palma, Adrián Gallardo y yo. Además contamos con el apoyo de otros dos sonorenses -como yo-, Pedro Contreras y Enrique Palafox.
Adentro, en la oficina del líder, tres nombres sustanciales del país, breve directorio político principal, requerido y evitado desde la muerte de Luis Donaldo, cuyo mérito, más que su amistad con él, es su valía y preclaridad política, y por ello incorporados por Colosio: Santiago Oñate Laborde, Fernando Ortiz Arana, y el único que sigue en su batallar y desarrollo surtidor al servicio del país, Amador Rodríguez Lozano.
En la Legislatura que inició en 1988, ellos en los legislativos, siguieron en el fortalecimiento del proyecto político de Colosio, que de hecho refundó al PRI (El PRI vivió tres momentos importantes: su fundación, en virtud del General Calles, el momento que descansó su dirigencia y liderazgo en don Alfonso Corona del Rosal y con don Alfonso Martínez Domínguez y con Colosio Murrieta). Yo fui designado Coordinador General de la Comisión Nacional del Padrón Priista, creada por Colosio en marzo del 89, con el objeto de identificar el nombre y domicilio de cada uno de los diez millones de electores que votaron por Carlos Salinas de Gortari: ¡10 millones! de un Padrón Nacional Electoral de poco más de 38 millones, hace 30 años ¿Cómo comparar al Partido con el millón de militantes que reconoció su Presidenta. O aún, los seis que en el primer debate por la dirigencia, Alito afirmó que tiene el PRI? De más de 85 millones inscritos en el padrón electoral nacional.
En aquel 1989, Amador y su amigo, César Augusto Santiago, principalmente, crearon e instrumentaron -y nos enseñaron a operar- el Plan Nacional Electoral del PRI, que permitió al Partido en capilla, a punto de ser sustituido por el “Partido de la Solidaridad Nacional” y de su desaparición, que recibió Colosio Murrieta en diciembre de 1988, cuando en el auditorio Plutarco Elías Calles, protestó como su Presidente, en la siguiente elección (intermedia, cuando se supone que se vota menos por el Partido del Presidente de la República), en 1991, ganó el 100% de los 300 Distritos Federales Electorales (!).
Ese fue Colosio, por eso ganó la candidatura a la Presidencia. Y Amador era pilar de carga de aquella, su estructura.
Colosio, luego SEDESOL, y el 28 de noviembre del 93, candidato, y Fernando Ortiz Arana, Presidente del CEN del PRI, para operar su campaña. Amador fue el Secretario de Acción Electoral, y sí, no teníamos ninguna duda del triunfo electoral, porque no sería producto de una casualidad, sino de una estructura seleccionada, capacitada, identificada, comprometida en el triunfo y construida de la misma forma que se construye un puente, probada estado por estado: Bastaba la estructura electoral del PRI, para obtener más votos de los requeridos para triunfar.
Y ello explica, el 67 % de la votación que obtuvo un candidato desangelado, poco atractivo e impreparado electoralmente, que fue Zedillo.
En la campaña del sonorense, Amador quedó en medio como vínculo de identificación y confianza personal de dos hombres insalvables de la historia del país, y que en el escenario del sistema político mexicano de 1994, tan bien aceitado como en sus mejores tiempos, eran las cuñas que garantizaban su continuidad: el candidato presidencial del PRI y el Secretario de Gobernación.
Vale la pena pensar en Bartlett y Salinas, que no tuvieron ese vínculo. Tampoco Olivares Santana y de la Madrid lo tuvieron. Don Pepe tampoco con Mario Moya. Aunque sí, seis años antes, por supuesto, hubo coincidencia política del más alto registro de entendimiento, entre el propio Moya Palencia y el candidato Luis Echeverría, de la misma forma entre Echeverría Álvarez y don Gustavo Díaz Ordaz. Dicho con mayor claridad: el sistema estaba restaurado con la pinza que significó Amador Rodríguez Lozano.
Por ello, los pragmáticos operadores -de la CIA y del Departamento de Estado- de la democracia liberal estadounidense, cuyo modelo debía imperar (alternancia partidista), al que el PRI de Colosio no se ajustaba, es que la derrota del PRI, era y fue un imperativo en el diseño y propósito del imperio… y con Luis Donaldo, sería imposible “hasta el 2020”, como él mismo lo dijo.
Carpizo, le dijo a Colosio que cualquier asunto con la secretaría de Gobernación, era el vínculo apropiado, Rodríguez Lozano: ¿Mayor respaldo a su integridad, lealtad y talento, que la confianza de éste y del candidato? Sin duda, un privilegio no alcanzado y gozado por más nadie, desde 1970.
Amador siguió adelante -y sigue- y no puedo continuar con el atrevimiento de calificarlo, clasificarlo, y menos sin alcanzar a definirlo. Baste mi referencia sólo para precisar cuan irresponsables podemos ser, al señalar sin entrar al fondo, con precisión, de aquello que soporta nuestra aseveración.
Por último, es propicio referirme a los enemigos oportunistas de la 4T y la ocasión que para ellos representa la reforma cuestionada del Congreso de BC. Todos los actores contrarios a López Obrador, están valiéndose de este proceso para afectar el mayor triunfo democrático posterior al 2018, que arrebató al PRIAN neoliberal, un bastión retrógrado de más de treinta años.
Es excelente la entrevista que concedió el Ing. Bonilla a Azucena Urioste, en la que con firmeza defiende y se somete a la voluntad del Congreso ¿Es necesario agregar más? Que las dirigencias nacionales del PAN, del PRI, del PRD, principalmente, anunciaron, expulsarán a los diputados reformistas, cuando no tuvieron el control previo para evitar, lo que dicen, fue un fraude a la Constitución.
Tan apasionados, que los mismos legisladores federales, se pronuncian por minar, incluso desaparecer los Poderes -más allá del Congreso-, cuando deberían defender la voluntad representada del pueblo bajacaliforniano. Sin reparar que dicha desaparición, sentaría un precedente alarmante, que propiciaría eventualmente, desaparecer al propio Poder Legislativo de la Unión.
Juega en esto, la sucesión de la dirigencia nacional de Morena. La situación vergonzosa del CEN del PRI, que en su debate de candidatos a su dirigencia nacional, los aspirantes dieron clara muestra de vaguedad ideológica y del olvido e ignorancia de los principios de la Revolución Mexicana, sin que ninguno de ellos fuera capaz de pronunciarse por los principios del PRI: Nada relativo a lo revolucionario y nada respecto de lo institucional, lo que evidencia su desconocimiento del verdadero valor y significación de su propio nombre, postulados únicos que podrían mantener la vigencia de su Partido. Que aunque mencionaron a Colosio, hasta el pavoneo y el cansancio, igual que a Reyes Heroles, quedó manifiesto que nunca los han leído.
Esto sin hacer mención de los intereses económicos que crecieron y sólo pueden sobrevivir con los privilegios concedidos por los gobiernos de Baja California de Ruffo a Kiko Vega, que pretenden desestabilizar demagógicamente al gobierno que tomará posesión en noviembre, por voluntad del pueblo de Baja California.
Solamente me preguntaría para finalizar, por qué el 2014, que se redujo el período de gobierno, nadie cuestionó la constitucionalidad de la reforma: La soberanía legislativa permite regular, modificar y desregular, de la misma forma.
EPÍTOME: Doña Candelaria Chacón Aguilar, mi manina (abuela materna), nació en Ojos Negros, hoy Ensenada, primera capital de la Baja California de hoy, en 1896. Fue, y es, la primera mujer registrada por el Registro Civil en aquel Territorio -ella tenía ya, cinco años de edad cuando llegó el Registro Civil. Yo, aunque sonorense, pertenezco por ese solo hecho, a las Familias Pioneras y Fundadoras de la Baja California, y bajacaliforniano, consecuentemente; Su hermano menor, mi tío abuelo Willi, el primer hombre registrado de Mexicali. Mi madre, cachanilla.
Somos el final occidental de la migración del resto del mundo que colonizó México y que entró por el Golfo oriental, inicialmente en Yucatán y por Veracruz. Nuestra población es diversa, la de mayor colorido y frescura, pues hablar de 136 años en Baja California, es hablar de tiempos remotos.
Hemos poblado nuestra tierra, mexicanos de todas las regiones del país. Pero también extranjeros que llegaron del norte, lo mismo de ascendencia europea que asiática. Más recientemente, por centroamericanos, sudamericanos y africanos.
De todo el mundo, los últimos 40 años, llegan pensadores, interesados aficionados y científicos sociales, artistas y líderes mundiales, a ver en persona lo que allí construimos y sucede: un nuevo lenguaje, un colectivo que al integrarse reforma la naturaleza de las nacionalidades que políticamente allí confluyen y cohabitamos. Historiadores, sociólogos y lingüistas aventuran que allí hay otra nación que crece y ya florece…
Siempre ha sido difícil para el centro del poder del país comprender aquello. Sólo nosotros sabemos de lo que fuimos despojados, luego de que en 1988 votamos por Cuauhtémoc, al año siguiente, en 1989, cuando ganó Ruffo. Y muy pronto el PAN asfixió las aspiraciones nuestras de elegir a nuestros mandatarios, en pro de nuestra identidad.
30 años de nazis, ajenos, mayor explotación, abaratamiento de nuestra mano de obra y de nuestras capacidades comerciales, de nuestra calidad de vida (en 1980, en Tijuana, todo se operaba en dólares: éramos un pueblo rico, que hoy no tiene ya, apenas pesos), y entre otros males e involuciones, predomina un racismo insolidario, fomentado por la clase gobernante de esos 30 años, cuyo mandato, con Bonilla, ha sido revocado. Pero hoy, que elegimos un gobierno distinto, por nuestra soberana voluntad, quieren que dure 2 años.
Cuando la reforma del 2014, fue hecha para un gobierno panista, por cansancio debemos entender, toda vez que el factor Andrés Manuel del 2018, no era previsible.