La columnista Lourdes Mendoza dio ayer cuenta de que por más que buscan, en Pemex no encuentran un avión Grumman. Se trata, en efecto, de un Gulfstream 550 que, a principios de esta fallida y corrupta Administración adquirió la entonces paraestatal a un costo de 55 millones de dólares, pero que nunca ha estado al servicio de Petróleos Mexicanos.
Y es que apenas surcó el espacio aéreo mexicano el avioncito fue adjudicado a la Secretaría de la Defensa Nacional por lo que, desde entonces, aterriza y despega en la Base Aérea de Santa Lucía, en el EdoMex, a no más de 40 kilómetros del Zócalo de la Ciudad de México.
De ese avioncito le ha dado cuenta el Índice Político desde hace ya cuatro años. Se le informó a usted aquí que estaba al servicio de la señora Angélica Rivera, quien desempeña el papel de Primera Dama.
Tiene un uso frecuente, ya que ella lo emplea para viajar constantemente al aeropuerto ejecutivo de Opa-Locka, en Miami, Florida, donde posee un par de condominios en Biscayne Key, lo mismo que al aeródromo de Santa Mónica, en el condado de Los Ángeles, para permanecer días, a veces hasta semanas, en la residencia de Beverly Hills donde vive la mayor de sus tres hijas que, como ella, aspira a ser actriz.
Perdido, lo que se dice perdido, no está el avión que mide 29 metros de largo. A menos que ya lo hayan “desincorporado” y le hayan cambiado la matrícula. De XC-PET (oficial) a XA-SQU (privado)… porque entonces sí los contribuyentes ya lo perdimos.
Meade contra el caudillismo. ¿Se refería a Salinas de Gortari?
A muchos sorprendió el tweet que José Antonio Meade subió a su cuenta en la red social ayer muy temprano: “Hace décadas los mexicanos decidimos dejar atrás la época de los caudillos para convertirnos en un país de instituciones. Lamentablemente, algunos insisten en mandarlas al carajo. No lo comparto. Nuestras leyes e instituciones deben ser cumplidas y respetadas. #YoMero.”
¿A quién se refería el candidote del PRI-Verde-Panal?
Muchos dirán que a Andrés Manuel López Obrador, quien hace ya casi 12 años, efectivamente, mandó “al diablo, las instituciones”, lo que sólo fue un dicho.
Pero hay quienes creemos que, en realidad, Meade se refería a Carlos Salinas de Gortari, bajo cuya sombra caudillesca, se ampararon desde el presidente de la República, hasta el vendedor de facturas más reputado, apenas hace tres días. Y es que Salinas de Gortari sí hizo pomada a las instituciones. Y en los hechos.
Es lo malo de no hablar claro, señor Meade. De twittear a medias tintas.
Y ahora resulta que Peña Nieto se cree sus propias mentiras
¿Quién sabe con qué se intoxicaría Peña Nieto la noche del sábado en la fiesta de Carlos Salinas? ¿Quizá un camarón? ¿A lo mejor un ostión? ¿Una bebida adulterada? ¿Fumaría de la verde?
Y es que sólo intoxicado puede imaginar el jefe de la pandilla atracomulca que el pueblo se ha volcado a las calles y a las plazas públicas en apoyo a su discurso dirigido a Donald Trump, y que de la misma ficticia manera tomarán banderines y pancartas para marchar por todos los rincones de la Patria, defendiendo a la (mal) llamada Reforma Educativa, cual convocara ayer en una escuela del Estado de México. ¿Dónde más?
En primer lugar, porque eso del apoyo a su discurso anti-Trump sólo se dio en los medios que mes a mes reciben las maleta$ de Los Pinos para eso, para que “hablen bien del señor”, para que digan que “está contento”.
Y, en segundo, porque la mentada reforma no sólo es repudiada por la inmensa mayoría de los maestros de todo el país, también por los padres de familia y los alumnos que ahora se la pasan estudiando para presentar exámenes y no aprendiendo.
Hágale como Fox, señor Peña. No lea periódicos. Se va a creer sus propias mentiras.