Los últimos dos sexenios, José Antonio Meade ha devengado salarios que rondan los 24 millones de pesos, si tomamos en cuenta lo que ha declarado apenas en su 3de3, correspondiente a su última percepción anual: 2 millones 381 mil 568 pesos. Su señora esposa, declaró Meade, recibe anualmente casi un millón de pesos. Exactamente 976 mil 357. Juntos “la hacen” con tres millones de pesos. 250 mil pesos al mes.
¿Qué hacen con tanto dinero? Es un misterio. Porque según esa misma declaración –patrimonial, fiscal y de interés– el candidato pri-itamita y dama que lo acompaña han hecho un patrimonio más bien modesto. Él, una casa y un terreno que, según el candidato del tricolor valen, juntos, 3 millones 709 mil del águila. Ella, una casa y un local por los que recibe rentas. Nada más.
Risible que sólo posean un vehículo de un cuarto de millón de pesos.
Pero lo que resulta de carcajada es que Meade Kuribreña declare que el menaje de su casa vale 150 mil pesos. ¿Dónde lo adquirió? ¿En la Lagunilla? ¿En el tianguis de muebles de Insurgentes Sur y Santa Teresa al que todos conocemos como “el CREA”?
Lo que sí tiene visos de veracidad es su colección de arte tasada en 60 mil pesos. La duda, empero, es si ¿se trata de pósters de Farrah Fawcett o de 30 cuadros pintados por su mamá?
¿Tendrá un vicio muy caro el señor Meade? ¿En qué dilapida lo que gana? Porque, “decente”, como presume ser, no creo que nos haya mentido en su 3de3 ó 7de7 ó15de15. ¿O sí?
Todo indica que Peña Nieto cambio de “negro”
Cada vez más frecuentemente el señor Peña Nieto se queja de que, prácticamente, nadie lo comprende.
Ha ido del “ya sé que no aplauden” a los compañeros reporteros que dan seguimiento a sus actividades, hasta “hay que contar (sólo) lo bueno” y, aprovechando el “banderazo” del reciente 24 de febrero, “no todo está de cabeza como dicen algunos” en un tono más que despectivo.
Ya alguna ocasión se quejó de las organizaciones sociales que dizque porque lo bullean.
Y ni qué decir de las redes sociales de las que ha dicho que sus participantes se empeñan en ver sólo lo malo.
No obstante, hace un par de días cambió radicalmente esa letanía quejumbrosa.
En un discurso –leído– en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el inquilino de Los Pinos dijo que “poner en duda la valía de las organizaciones de la sociedad civil es injusto e irresponsable”, con lo cual en automático se dio un tiro en el pie.
Una de dos, o ya cambió de “negro” — escritor profesional a quien se contrata para escribir por cuenta de o bajo el nombre de otra persona autobiografías, cuentos, artículos, novelas, o incluso discursos, en especial para políticos, dice la Wikipedia— y cuando lee lo que le escriben lo hace sin convencimiento alguno, o necesita un par de copas para empezar a hablar con la verdad.
Yo más bien creo que ya cambió de “negro”.
¿Cuántos periódicos desaparecerían?
Una reunión de periodistas celebrada hace un par de días sirvió de marco para comentar que, si todo sigue como va y AMLO se convierte en Presidente de la República por la voluntad mayoritaria de los mexicanos, muchos periódicos que se dicen “nacionales” van a desaparecer.
Los ha que sólo circulan en las oficinas de prensa gubernamentales para justificar el “convenio” de propaganda y publicidad. Si eso se acaba, también se acaban esos diarios.
También los que tienen un tiraje de no más de 3 mil 500 ejemplares y una devolución de 1 mil 500, pues a duras penas venden 2 mil y a un precio mucho menor del que imprimen en sus portadas. Es común, en efecto, que a las 10 de la mañana, los cansados voceadores, que ya no quieren seguir cargando bultos de papel, ofrezcan los ejemplares de 10 pesos en sólo la mitad. Sucede a diario en pleno Paseo de la Reforma.
Hubo coincidencia generalizada en la respuesta a la pregunta de si ¿tienen razón de existir quienes sólo hacen la crónica de lo bien que el gobierno funciona y se olvidan de retratar los reclamos de la sociedad? “¡No!”
Ahora se entiende el porqué se han convertido en atacantes del cambio.
Sienten que se van, se van… se van.
¿A poco no?