Por encimita fue que los candidatos presidenciales trataron ayer en el debate el tema del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Meade, miembro del equipo de Peña Nieto y quien fue asesorado por el secretario de Hacienda, hizo como que la Virgen le hablaba ya que soslayó lo que seguramente sabe: la difícil, complicadísima, situación en la que se encuentra la renegociación, debido a dos causas principales:
Uno) La incapacidad del negociador, IldePonchito Guajardo, quien se ha visto corto, poco inteligente, frente a sus pares estadounidense y canadiense.
Dos) Los intereses del mismo Guajardo y de su patrón y antecesor en Economía, Herminio Blanco, quienes defienden más los intereses de los asiáticos que los de los mexicanos.
Tampoco dijo Meade, y él lo sabe, que el TLCAN es importante, pero ojo: el tema de mercancías se puede dar sin el Tratado.
También conoce que el tema migratorio se dejó fuera de las negociaciones.
El nuevo Tratado debe ser con migración incluida.
Meade sólo cantinfleó.
Los muuuchos bienes raíces de Margarita
Corre la versión de que la renuncia más comentada de la semana anterior, la de Margarita Zavala, tuvo una motivación adicional a la de la falta de recursos que los empresarios ya no quisieron dilapidar en su loca loca aventura presidencial.
Que en el debate de anoche Ricardo Anaya iba a sacar una de sus muchas cartulinas con gráficas que mostrarían el crecimiento de la fortuna económica de la ex “independiente” invertida en una gran cantidad de casas y hasta edificios, adquiridos durante la ocupación (militar) de Los Pinos por parte de su marido.
Que con su renuncia se evitó un “quemón”…
… y también sorteó dar explicaciones.
¡Aguas con la cartera! Mejor la escondo: AMLO
Sin duda que el mejor momento del debate de anoche fue cuando Ricardo Anaya se aproximó a Andrés Manuel López Obrador y el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia sacó su cartera y la escondió entre sus brazos para evitar que Ricardo Anaya se la fuera a birlar.
Anaya es, en efecto, el candidato presidencial más señalado por actos de corrupción, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito y súbito.
Meade por su parte ya aburre con sus 20 años de honestidad lo que equivale, de acuerdo con el refrán, a un vituperio.