La difunta Mónica Pretelini obtuvo una tardía y forzada felicitación de quien fuera su marido. Pero quienes ni siquiera tuvieron esa suerte fueron Maritza Díaz y Yessica de Lamadrid quienes también le dieron hijos a Enrique Peña Nieto. Triste Día de las Madres para Paulina, Alejandro y Nicole Peña Pretelini. También para Diego Peña Díaz. Sus progenitoras están sepultadas en la mente de quien todavía es presidente de la República. A menos que sea amnésico.
Y es que justo en los primeros minutos del 10 de mayo en las cuentas que EPN mantiene en Facebook y en Pinterest fue posteado un mensaje de felicitación “… a todas las mamás en su día!”, en el que aparecían dos imágenes de él con doña Socorro Nieto viuda de Peña, su madre, y de su esposa actual, Angélica Rivera, acompañada ésta de las hijas que procreó con el llamado Güero Castro.
Hubo publicaciones que inmediatamente dieron cuenta de la ausencia de Mónica Pretelini entre las madres felicitadas. Y sólo hasta las 2 de la tarde, 14 horas después de su primer post, EPN “subió” la felicitación a la madre de sus primeros tres hijos, en la que se leía “… te amamos y te extrañamos todos los días”.
Pretelini, usted recuerda, falleció el 11 de enero de 2007, cuando Peña aún fungía como gobernador del Estado de México. Un fallecimiento envuelto en el misterio y rodeado de condiciones contradictorias y por ende sospechosas.
Martiza Díaz mantuvo hasta hace poco un diferendo público con el padre de su hijo Diego. Y no fue felicitada públicamente por EPN.
Tampoco Yessica de Lamadrid, cuyo pequeño hijo con Peña Nieto, apenas un año de edad, falleció víctima de cáncer veinte días después que la señora Pretelini.
¿Más vale tarde que nunca? ¿14 horas después?
Eso es como no tener…
A Germán Larrea le siguen doliendo US $55 millones
Entre abogados con altos estipendios, publirrelacionistas nada baratos, textoservidores, desplegados, compra de sindicalistas “di$identes”, sobornos a jueces, magistrados, auditores y un sinfín de gastos más, el empresario Germán Larrea ya debe de haber desembolsado una cantidad más o menos similar a los 55 millones que, en un acto de justicia, prácticamente le arrancó Napoleón Gómez Urrutia tras 14 años de litigio.
Gastarlos no es problema. Que se los quiten en lo que él cree que fue a la mala, sí, por supuesto.
Germán –quien en nada se parece a su padre Jorge Larrea, todo un caballero– compró Mexicana de Cananea en 1990 con la protección del capo di tutti capi Carlos Salinas de Gortari. Se comprometió entonces a dar a los trabajadores el 5% de participación en la nueva empresa. Y no es sino hasta 2004 que transfiere el equivalente, casi 55 millones de pesos a un fideicomiso.
Y ¡ay dolor! Larrea lo sintió y resintió cual si fuera un golpe al corazón. ¿Cómo le “quitaban” 55 millones de los casi 15 mil 400 millones que ahora posee. Lo que debió ser quitarle un pelo a un gato, se convirtió en un dolor de pecho que aún no cesa.
¿Qué pasó con esos 55 millones de dólares? Fueron repartidos a los trabajadores. Se pagó a los abogados que durante 14 años atendieron el litigio.
¿Y qué ha hecho Larrea para mitigar su dolor? Atacar arteramente a quien defendió a los trabajadores y los recompensó. Atacar también a quien no cesa de exigir que se rescaten los cadáveres de la mina Pasta de Conchos, también propiedad de Larrea. Más dolor, pues.
A Gómez Urrutia lo han absuelto 11 veces. La Interpol sentenció: no es un delincuente, es un perseguido político.
Pero Larrea sigue tras él. Capaz que suma otros 55 millones de dólares a lo ya gastado, para cobrárselas al líder minero.
¡Ay dolor!