Claudia Rodríguez
Exabrupto o qué bru…
Es casi impensable, que cada vez que en el estado de Puebla suceda algún evento fatídico, el gobernador Miguel Barbosa Huerta –electo en elecciones extraordinarias el pasado 2 de junio–, luego de expresar su pésame o hasta su solidaridad para con los familiares de las personas fallecidas, en seguida expiara si merecían o no a su propio criterio, el haber muerto o no.
Confundir la gimnasia con la magnesia, en los círculos del poder, puede arruinar la credibilidad de quien cae en su propia trampa.
Determinar si alguien merece un castigo como la muerte, e involucrar a su Dios, es tanto como posicionarse por arriba de esa deidad, como si se conocieran a cabalidad los designios del ser superior.
En la mira
Cuando menos, sí fue una brutal “metida de pata”, la expresión del mandatario poblano Barbosa –el morenista que le arrebató al Partido Acción Nacional (PAN), el dominio del Ejecutivo local–, al señalar que la muerte de los exgobernadores Martha Érika Alonso y su esposo Rafael Moreno Valle, fue un castigo de Dios por haberle robado la elección estatal en el 2018.
Justo cuando aparecen actas de defunción que refieren la muerte de los exgobernadores poblanos tres horas después de la caída del helicóptero en el que viajaban aquél fatídico día de celebración familiar, y las conclusiones oficiales de los peritajes pueden tardar meses, a Barbosa se le ocurre erigirse como juez, casi divino del destino de sus adversarios ya fallecidos.
Aunque los peritos canadienses contratados para determinar la causa del desplome en donde viajaban Alonso y Moreno Valle además de otras tres personas –y en donde todos perdieron la vida–, ya determinaron que lo que causó la caída de la nave fue el que se atoró el núcleo en donde se sostienen las aspas; la verdad es que aún hay que determinar cómo fue que se originó tal situación, y eso, es un asunto de otro orden que puede hasta orillar a acciones de orden penal contra quien resulte responsable.
Lo que pone a Barbosa indudablemente y de manera natural, en una de las líneas de la investigación aún no concluida por la autoridad.
Ganar a machetazos perder por imprudente
Solito el mandatario local de Puebla se pone en la mira no sólo de la crítica y la opinión pública, sino de las conclusiones de “a quién beneficia” el resultado, cuando dice que peleó la elección del pasado 2 de julio “a machetazos” y que quienes se “la robaron”, “los castigo Dios”.
No hay forma alguna de que los finados se defiendan de las sentencias, por mucho que puedan ser ciertas, y es así, que el que recibe ya toda la furia de tirios y troyanos por su falta de tacto justo ante los familiares de los exgobernadores que lo antecedieron, es el mandatario poblano, Miguel Barbosa.
¿En dónde queda el discurso de la concordia sobre todo ante un accidente como en el que murieron Alonso y Moreno Valle?
Así no señor Barbosa. No vaya usted a creer en el karma.
Acta Divina… “Diecinueve meses nos tardamos para llegar al 2 de junio del 2019 y la lucha fue a machetazos porque nos querían extinguir, no pudieron detenernos y con ayuda de ustedes ganamos. Gracias, amigas y amigos de Huejotzingo, y así fue como ganamos en muchas partes del estado, todos los que ganamos el primero de julio de 2018, porque yo gané, me la robaron, pero los castigó Dios”, señaló el gobernador de Puebla, Miguel Ángel Barbosa.
Para advertir… No abona a la credibilidad entre los gobernados que los 30 millones de votos para Morena, fueron lo más acertado para el país.
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