Es increíble la serie de osos que tienen que efectuar los encargados de saquear nuestros impuestos para “hacer como que la Virgen les habla”. Se necesita un morro muy especial para escenificar tales ridículos, que según ellos, forman parte del protocolo del poder. Se necesita una piel muy gruesa, para aparentar ser lo que no se es.
El caso del embajador indeseable, Miguel Basáñez, desnortado y defenestrado por los Estados Unidos, es emblemático en esta materia. Muchos mexicanos nos conformaríamos con que sólo trataran de eludir esos papelitos de payasos de circo gacho, que además quieren que nos traguemos por el mismo boleto que nos hace vivir en este país.
Primero, los tradicionales lambiscones de los foros televisivos empezaron a destacar las brillantes calificaciones académicas de Miguel Basáñez Ebergeny, investigador universitario de una institución “patito” de la Costa Este de los Estados Unidos. Como corresponde hacer con los de su condición, los intelecuales –¡por cuales!—orgánicos se desvivían en elogios para el personaje.
Era una estratagema, según los pagadores de Los Pinos, pensada para ubicar el nombre y el prestigio del “académico” de marras en la marquesina de la política exterior. Para hacer de su inminente designación como embajador, algo indiscutible e irreversible. Pero, todos sabemos, que hay maderas que no aguantan el barniz. Como todas las estrategias de Los Pinos, valió lo que se le unta al queso.
Al servicio exterior, por la puerta de atrás
Después, los publirrelacionistas de Los Pinos deslizaron a sus textoservidores en sus medios paniaguados las subrepticias visitas al amparo del anonimato que “el académico” Basáñez realizaba de cuando en vez al ocupante principal de esa cueva de ignorantes y rapaces, con el fin de diseñar, juntos, los rumbos de la geopolítica autóctona.
Cuando se dio a conocer la noticia de que estaba a punto de ser propuesto como embajador ante los Estados Unidos, el México político, la creme de la creme —Duque de Otranto dixit—acabó rindiéndose ante el tamaño favor que le hacía “el académico” al equipo de Peña Nieto, pues iba a abandonar sus labores doctorales para dignarse ingresar —por la puerta de atrás, claro—al servicio diplomático mexicano.
Una biografía con más oscuros que claros
Muchos internacionistas de número y de carrera fueron desplazados para ubicar a Basáñez en la punta de la pirámide del poder mexiquense en el exterior. Los diplomáticos de carrera, enterraron la testuz, esperando regresar por la revancha al primer desliz del mentecato, ajeno a todo lo que pudiera parecerse a las labores de la llamada Cancillería.
Posiblemente, porque ya sabían los antecedentes del tuxpeño, hijo del subcontratista mayor de Joaquín Hernández Galicia (a) La Quina, proverbial surtidor de carne de monte y antojitos tropicales para la mesa del General Alfonso Corona del Rosal, ex regente de la Ciudad de México, que en pago a sus dones serviciales lo hizo director de Lecumberri, en los años aciagos del diazordacismo represor. Carcelero, pues, del gorilato.
Ha sido “coyote” aquí de empresas extranjeras
También, porque estaban enterados de que Miguel Basáñez Ebergeny, protector de los negocios petroleros de los herederos de Reyes Heroles y consejero ideológico de sus afanes editoriales, Jefe del Consejo redactor de la revista Este País –¡vaya cabezal tan despectivo!–, que cumplió la función para que fue creada: empoderar a los juniors en las conciencias sucias del poder, no iba a demostrar lo que nunca fue.
Asimismo, porque sabían que Miguel Basáñez Ebergeny, el mentado académico no había sido sino el feroz Procurador estatal de Alfredo del Mazo González, que tuvo que abandonar el cargo por la cocina, después de mil desmanes y atracos llevados a cabo en el Estado de México. Unos, por encargo del gobernador; otros muchos por su cuenta.
Uno de los principales empujadores de la codicia de Alfredo del Mazo. Redactor, junto con René Villarreal, de la fantasiosa y entreguista política de reconversión industrial, que juraban por ésta, llevaría al atracomulca a la presidencia en 1988.
O quizá porque se enteraron que en los últimos años, el académico Basáñez Ebergeny había desempeñado los redituables oficios de “coyote” y prestanombres de holdings neoyorkinos que, a través de él, pretendían quedarse con el gas natural de la Cuenca de Burgos y de las que se atravesaran en su camino. Sabían de la influencia de los juniors de Reyes Heroles en las altas esferas del poder.
Sin ninguna experiencia en labores diplomáticas
En los corrillos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, todos se preguntaban en qué cabeza cabía el desatino de nombrar embajador –el más importante, dada nuestra relación con EU– a un pelafustán, coyote y prestanombres de empresas estadunidenses. A una personita que, aunque nacida en México, pensaba y suspiraba en inglés texano.
Da hasta pena ajena recordar los paripés del proverbial culi empinado Emilio Gamboa, en el Senado, para apurar los trámites del beneplácito de sus comodinos, hacia la triste figura del en mal momento veracruzano. También los excesivos elogios de la prensa, radio y televisión vendida a la figurita del soberbio Basáñez Ebergeny, vulgar coyote, revestido con levita de Embajador.
Basáñez le ha hecho a todo, menos a labores diplomáticas, y mucho menos a tareas de operación política, que requieren una sensibilidad, modos y maneras muy distantes de las virtudes que puedan atreverse a adornar la meteca visión de este bandolero de rancho mexiquense.
Pero, argumenta en su defensa que a él le dieron instrucciones para organizar a la chicanada para truncar las posibilidades presidenciales de Donald Trump. Nunca un trabajo peor encargado. No era ni la persona, ni la manera de inmiscuirse en algo que perjudica absolutamente a tolucos y pachuquitas.
El Partido Republicano lo denunció en Foggy Bottom
Como Basanez no tenía el oficio, ni el tacto, menos el manual, regó el tepache a base de protagonismos insensatos, de actitudes ofensivas a la política exterior, que es prolongación de la interna. El que nada tiene y llega a tener, loco se quiere volver.
Cuando en el Departamento de Estado recibieron de los capitostes del Partido Republicano la documentación que acreditaba estos locos afanes de un amateur político, con el presupuesto de nuestros bolsillos, le dieron de plazo 24 horas para salir de ese país, antes de que lo declararan persona non grata. Un revés para la tolucopachucracia, en todo lo alto.
Le pegan a Trump, pero al peñato lo odia Hillary
Los mexiquenses se empeñan en las campañas anti Trump, cuando el sentido común indica que deberían apoyarlo. Son de la misma ralea. Los estima más que Hillary. Durante la elección del 2012, cuando Hillary era secretaria de Estado y la advirtieron del posible triunfo del PRI y de Peña Nieto, exclamó:”over my dead body!“, algo así como tendran que pasar sobre mi cadáver.
Para la Clinton, no existe mejor opción en México que la dama del rebozo, Margarita Zavala, la señora de Calderón. Desde que se conocieron, trabaron íntima amistad, porque las unía un dolor común: haber sido engañadas por sus maridos adictos, en la misma oficina presidencial. Clinton, con el sexo oral de la Lewinsky. El beodo Calderón con la seducción de Patricia Flores Elizondo…
… la misma que corrió de Los Pinos a la omnipotente dama del rebozo, dándole un castigo de veranillo ardiente: la hizo Secretaria General de la Cámara de Diputados, con todo el presupuesto y la ascendencia plenipotenciaria sobre las debilidades de Beatriz Paredes, la lideresa de pacotilla. Todo un gato sobre el tejado caliente, Tennessee Williams, dixit.
Las dos hermanas del mismo dolor, Hillary y Margarita, presas del mismo mal trago, abandonaron sus hogares conyugales para librar una pelea judicial por sus derechos patrimoniales y filiales.
A Claudia Ruiz Massieu ni la conoce, por más que los textoservidores de Carlos Salinas de Gortari, su tío indeseable, y su grupito de embozalados –mandados por sus papis a que aprenden política bajo su batuta en la casona de Santa Teresa– insistan en que sería la pinza de la coordinación perfecta.
La tolucopachucracia se equivoca de amigos y enemigos
Quien manda en estos trastupijes es el corazón, dijera Ernesto Alonso. Sobre sus designios, ni el poder de Enrique de Martino, el personaje encarnado en la telenovela “El Maleficio” alcanza. Échese ese trompo a la uña.
La tolucopachucracia se equivoca de amigos y de enemigos. Crea fantasmas adónde no los hay. Reprime a inocentes y premia a los corruptos y descastados. Total, el dinero viene de donde mismo: nosotros. Y se equivocan a su favor cada minuto. En esta ocasión, como siempre, el tiro se les fue por la culata.
Si gana Hillary, ¡Dios los coja confesados!
Índice Flamígero: “Muchas gracias, míster Meade”, es el título de la colaboración de don Rubén Mujica Vélez: “Gracias porque ahora estoy disfrutando un chicharrón delicioso, un mezcal súper, un queso y requesón de antología, un pulque de rechupete, unos biuces que usted no conoce, unos quelites de cuento, unas tlayudas pueblerinas soberbias, un pescado que pa’ que les digo, unos chapulines que despiertan ansias de torero, un tepache digno de cardenal perverso, en fin unos alimentos que ya quisiera un goliardo. Gracias señor Meade porque sus achichincles armados me los trajeron en sus avioncitos de utilería y con todo eso calmaron mi hambre, por el desabasto que causaron, usted dice que, los maestros. Pero también quiero decirle que le añado un millón de maldiciones por los muertos y heridos de nuestra Nochixtlán que causaron sus valientes al disparar sobre un pueblo indefenso. Usted y su jefecito serán para siempre perversos sujetos repudiables. Ojalá sus hijos sepan de nuestros buenos deseos. Siga disfrutando de su nómina gorda y de sus viajes que paga, entre otros, el pueblo oaxaqueño. Duerma bien.”
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