Por Claudio De la Llata
Un fuerte tufo de traición trasciende, luego de que Beatriz Paredes se subió al tren de la sucesión presidencial, en una ruta en la que los votos electrónicos, para muchos procesados por la misma gente de la 4T, para favorecerla se han intensificado con un solo fin: descarrilar a Xóchitl Gálvez para que no llegue a ser postulada por el frente amplio por México, para facilitar la llegada a la silla presidencial de Claudia Sheinbaum.
Hay que recordar antes que nada, las traiciones de Beatriz Paredes al PRI, a los mexicanos, a los tlaxcaltecas y al mundo entero, en su larga trayectoria política que hacen impostergable, dejar de mencionarlos dadas las circunstancias:
1.- Traicionó a Joaquín Cisneros, entonces candidato de PRI al gobierno del estado de Tlaxcala, al que dejó de lado para crear una alianza cuadripartita y favorecer a su elegido Alfonso Sánchez Anaya allá en el lejano año de 1998, época en la que era presidente del PRD Andrés Manuel López Obrador.
2.-No obstante lo anterior, volvió a traicionar a su partido, para intentar por la misma vía partidaria de Sánchez Anaya, postular a su esposa María Del Carmen Ramírez en el año de 2005, y por lo anterior tuvo otra vez tratos con quienes encabezan la 4T y con el mismo Andrés Manuel López Obrador.
3.-Por si fuera poco, todavía pudo impulsar a su pupilo Alfonso Sánchez Anaya a la candidatura a la diputación federal con cabecera distrital en Apizaco Tlaxcala por MORENA, en el año del 2015 y ésta vez le falló, pues la mala fama de ambos, propició que perdiera la elección, aclarando que la que negoció la nominación con Andrés Manuel López Obrador, fue Beatriz Paredes.
4.-Traicionó a un grupo de activistas feministas, e impidió en su momento (año de 2009), la reforma para despenalizar la práctica del aborto… ¡cómo olvidarlo!
5.- Traicionó a un grupo muy importante de constructores mexicanos, que deseaban tener contratos con Pemex, y trajo de Brasil a la fraudulenta empresa Odebrecht.
Luego de la necesaria y larga cita de algunos de los casos en los que ha quedado confirmada su traición, partidista, cívica, política y moral de Beatriz Paredes; la duda sobre la pulcritud y autenticidad de sus intenciones, y la convicción que le mueven para luchar por una postulación, enferma de salud (delicada para ser exacta), con una edad que si bien no es muy avanzada, es sustancial para el ajetreo que representa la sola postulación de la tlaxcalteca a la candidatura presidencial, hacen que cualquiera con la cabeza en su lugar desconfíe de su legitimidad, y abre paso a la aventurada (pero no descabellada) hipótesis de que Paredes Rangel, nada más le está haciendo al cuento, para descarrilar a Xóchitl Gálvez y evitar que la hidalguense llegue a una candidatura presidencial, que pueda derribar las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador; con quien tiene tratos, enjuagues y alianzas inconfesables, pero públicas, desde hace tres décadas, pues sus acciones la delatan.
Causa extrañeza que cargando un desprestigio a cuestas en la materia, haya podido tener tantos prosélitos digitales de la noche a la mañana, cuando sus prolongadas ausencias (embajadora en Cuba y en Brasil), la han alejado de una base social que hace mucho no la conoce, y el voto de la gente joven se hace inverosímil, pues desde su primera salida al exterior, en su calidad de diplomática dista hace ya casi 20 años, y los jóvenes no la pudieron conocer más que en foto.
Igualmente llama la atención, la vehemencia con la que el traidor mayor del PRI, Alito Moreno, la defiende y aclama, pese a la reprobación pública y generalizada, de lo poco que queda de la base militante del partido tricolor.
Igualmente es de extrañarse, la cantidad de dinero que hay para su campaña, pero en el entendido de que el dispendio presuntamente sale de su bolsillo, cosa que es absolutamente falsa, pues si por algo se le conoce a Beatriz Paredes es por ser miserable, coda, cuentachiles y pichicata.
Finalmente hay que decir, que si gana Beatriz Paredes, se estará poniendo una lápida al PRI, pues entre ella y Alito Moreno han vendido la marca, la militancia, los triunfos y las conciencias en ese partido; para darle paso a otro periodo presidencial de la 4T, que si bien puede ganar con Claudia Sheinbaum, no ganará la mayoría el partido MORENA en ninguna de las cámaras, y sólo alargará el suplicio de los mexicanos, y podría ser el fin del sistema demócrata mexicano, y el principio del autoritarismo vertical, bananero y obtuso.