Día Hábil
Si los mexicanos tuvieran memoria, Andrés Manuel López Obrador y su gobierno se irían en septiembre de 2024 para no volver.
El millón de muertos por Covid-19, en su mayoría por la negligencia del gobierno lopezobradorista, y los 161 mil ejecutados en apenas cinco años, debieran ser motivos suficientes para echarlos de Palacio Nacional y terminar con esta pesadilla para todos.
Pero no.
Las becas, las pensiones que representan 600 mil millones de pesos anuales y que en 2024 serán casi 700 mil, compran voluntades, conciencias y dignidad.
Y provocan que se traicionen los principios y que se olvide a los seres queridos que perdieron la vida.
Lo sabe claramente el tabasqueño, por eso mantiene ese discurso de “primero los pobres” y de que los conservadores, los neoliberales, los malos quieren volver al poder sólo para seguir robando.
Su confesión involuntaria el 4 de enero de este año es una prueba fehaciente de cuál es el verdadero objetivo de mantener esa ayuda, ese apoyo indistinto, ese regalo de dinero.
-Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesita defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos.
No así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad.
Entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política, dijo, y dejó claro el trasfondo de su supuesta preocupación o interés por los pobres.
¿Qué significa?
Sencillo: es la compra del voto.
Abierta, cínica, impune.
Algo que siempre criticó cuando opositor y que hoy, en la presidencia, hace todos los días.
Pero los mexicanos, reitero, no tienen memoria.
Total, el muerto, muerto está y el vivo tiene que vivir. Y con dinero regalado, qué mejor.
Los programas sociales, la ayuda, son necesarios, sin duda. Y son justicia para miles.
Pero manejarlos políticamente como hace Andrés Manuel descaradamente es, además de ilegal, inmoral.
Más aún si siempre prometió y promete ser distinto y acabar con la corrupción.
DINAMARCA Y LÓPEZ-GATELL
México está muy lejos de Dinamarca y no sólo geográficamente.
El sistema de salud público está destrozado, devastado, por las decisiones absurdas y ocurrencias de López Obrador y del equipo que le asesora, así que la promesa-ocurrencia de que al finalizar el sexenio todos los mexicanos tendrán acceso a los servicios de salud y a medicamentos gratuitos son eso, solamente: una ocurrencia.
Y que el sistema funcionaría mejor que el de Dinamarca, más.
Ya lo dijo José Angel Gurría, quien fue secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2005 a 2021: México jamás tendrá un sistema de salud ni siquiera cercano al de Dinamarca, porque sólo capta el 17 por ciento de su producto interno bruto PIB en impuestos, mientras que el promedio de la OCDE es de 34 por ciento.
En concreto: no le alcanza, no tiene los fondos suficientes para financiarlo, para pagarlo, así que cuando López Obrador repita esa mentira en sus conferencias de Palacio Nacional un día sí y otro también, no le crea. Es mentira.
LÓPEZ-GATELL Y COVID-19
Hugo López-Gatell Ramírez es responsable de esa negligencia.
Asegurar que el cubrebocas no servía para evitar el contagio, que el presidente no era foco de contagio sólo porque sí, que el personal médico estaba equipado para enfrentar la emergencia sanitaria, que los niños con cáncer son golpistas y no vacunar a los menores de edad contra Covid, son algunos de los crímenes que cometió y comete.
Y suspender la compra de medicamentos para toda clase de padecimientos, incluidos cáncer y mentales, es un crimen.
El fin de semana, López-Gatell Ramírez fue increpado por familiares de enfermos para reclamarle la falta de medicamentos.
¿Qué hizo?
Evadirse y hacerse el ofendido.
También fue cuestionado por los reporteros, porque podría ser llevado a juicio por la negligencia en la atención de Covid y se negó a contestar. Sólo argumentó que esa es la opinión de quien le preguntó, cuando son números, datos duros, lo que se le presenta.
Por eso ha sido apodado El Doctor Muerte.
Y LOS EJECUTADOS
Los mexicanos a la hora de acudir a las urnas deberían tomar en cuenta no sólo ese millón de muertos por Covid-19, sino los 200 mil ejecutados con los que cerrará este gobierno.
Esa estrategia de abrazos, no balazos, es una burla para quienes han perdido algún ser querido, cercano, en manos del crimen.
En menos de cinco años, el gobierno de López Obrador suma 161 mil asesinatos, muy arriba de los 156 mil con los que terminó Enrique Peña Nieto y 121 mil de Felipe Calderón Hinojosa. Y aún le quedan 13 meses.
Vámonos: Preocupa tanto La Señora X en Palacio Nacional, que el ocupante se refiere diario a ella. No la tendrá fácil en 2024 Andrés Manuel.
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