A medida que se acerca el final de su mandato, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se enfrenta a un desafío monumental: convencer a la ciudadanía y a sus partidarios de que su administración no fue un fracaso. Esto se vuelve aún más complicado tras la contundente derrota de su vicepresidenta, Kamala Harris, frente a Donald Trump en las recientes elecciones. Con niveles de aprobación históricamente bajos, Biden intenta dejar una huella positiva antes de abandonar la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Marc Elias, un destacado abogado electoral demócrata, ha señalado que «si Joe Biden hubiera cumplido su promesa de ser una figura de transición, tal vez no estaríamos en esta situación». Esta crítica resuena entre muchos demócratas que consideran que la decisión de Biden de postularse para la reelección ha contribuido al regreso del expresidente Trump. En lugar de actuar como un «puente» hacia una nueva generación de líderes demócratas, Biden ha sido visto como una figura que se aferra al poder.
La situación se complicó aún más después de un debate televisivo desastroso en junio, donde Biden mostró signos evidentes de deterioro cognitivo y físico. Esto llevó a algunos miembros del partido a pedir su renuncia y permitir que Harris asumiera la candidatura demócrata. Sin embargo, ella tuvo solo tres meses para llevar a cabo su campaña.
Consciente del descontento interno, el equipo de Biden ha comenzado a trabajar en una serie de eventos y entrevistas para reivindicar su gestión. Según The Washington Times, el esfuerzo incluye memorandos que destacan logros como la inversión en energía limpia y semiconductores, así como la creación de empleo. «El esfuerzo comenzó a principios de esta semana con un memorando [de la Casa Blanca] en el que se argumentaba que Biden había estimulado la economía estadounidense con más de un billón de dólares en gasto privado», señala el informe.
A pesar del optimismo que intenta proyectar su administración, las críticas continúan creciendo. Muchos demócratas sienten que Biden no solo ha fallado en consolidar su legado, sino que también ha facilitado el regreso al poder del magnate republicano. La presión sobre Biden aumenta mientras se prepara para dejar el cargo, y muchos esperan ver cómo manejará esta transición.
Mientras tanto, el presidente saliente planea dirigirse a la nación para discutir los resultados electorales y la transición del poder. Su objetivo es tomar ventaja moral sobre Trump, quien no aceptó los resultados de las elecciones anteriores y obstaculizó el proceso de transición.
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