Javier Peñalosa Castro
La conveniente re recaptura de El Chapo Guzmán dará, sin duda, un momento de respiro al atribulado equipo de Enrique Peña Nieto que, salvo este “logro” de relumbrón —plausible, si bien el de Badiraguato se fugó de un penal de máxima seguridad durante el actual régimen y en el terruño de Peña—, poco tiene que presumir al arrancar la segunda mitad del sexenio, por lo que lo más cuerdo sería aprovechar el momento favorable para hacer un examen serio de a dónde ha llevado al país su propuesta de gobierno, tanto en materia de seguridad y combate del crimen como en lo económico, lo político y lo social, y tratar de hacer algo digno de mencionarse en lo que resta del mandato.
Desastre económico
Más allá de las contingencias externas, a las que siempre se achaca la causa de lo que aquí ocurre, es evidente que la venta de los activos petroleros en el peor momento de la industria, la suscripción indiscriminada de acuerdos comerciales que facilitan la importación de mercancías sin una política clara de desarrollo de industrias propias, la dependencia enfermiza de la economía estadounidense, de la que sólo recibimos los contagios infecciosos y no las rachas de auge, la falta de una política educativa y de desarrollo científico y tecnológico que permita sustentar un desarrollo económico de largo aliento, la adopción de una política fiscal inequitativa y algunas otras acciones de este gobierno no abonan el terreno para un crecimiento sano y sostenido.
La semana que termina el dólar siguió su carrera desbocada y cerró por arriba de los 18 pesos a la compra, con lo que la depreciación acumulada a lo largo de los últimos 12 meses comienza a rondar el 40 por ciento (comparado con el aumento del 4.2 por ciento a los mínimos y otros indicadores), y aunque se presume la inflación más baja de la historia, los bolsillos de la gente difieren seriamente de las declaraciones triunfalistas de los “genios” encabezados por Luis Videgaray.
El panorama luce sombrío para el año que comienza, pues si bien en Estados Unidos se perciben tímidos signos de recuperación, ello no necesariamente significa que a México le va a ir bien. La baja marginal en el precio de la gasolina y la electricidad no serán suficientes para lograr que el resto de los precios disminuyan. En tanto, las importaciones, de las que seguimos siendo enormemente dependientes, serán afectadas de manera seria por la depreciación irrefrenable del peso.
Mientras, los mexicanos seguimos esperando —¿hasta cuándo?— que las llamadas reformas estructurales den algún fruto, por magro que éste sea.
En lo político, el panorama no es más halagüeño.
Los partidos políticos mexicanos continúan avanzando a pasos agigantados hacia el abismo del descrédito y la podredumbre. Mención especial merece el PRD, que si bien no tiene la trayectoria de rectitud y apego a sus principios que hubieran deseado militantes como Heberto Castillo y Arnoldo Martínez Verdugo, se parece cada vez menos a lo que se planteó al ser creado, con la impensable suma de voluntades de las corrientes y partidos de izquierda ocurrida tras el fraude en los comicios presidenciales de 1988, en los que se despojó a Cuauhtémoc Cárdenas del triunfo obtenido en las urnas para buscar el poder por la vía electoral.
Los primeros años del PRD hicieron pensar en el avance de ese partido. Los liderazgos del propio Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador parecían apuntar en tal dirección. Sin embargo, con la llegada de Rosario Robles y la grosera injerencia del impresentable Carlos Ahumada inicia una declinación que se profundiza hasta llegar a la debacle con los cuatro presidentes sucesivos del grupo de Los Chuchos (José Guadalupe Acosta Naranjo, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete), quienes entregaron el mando a un priista afiliado de último momento al PRD para recibir los despojos de ese instituto político.
Hoy Agustín Basaave busca resucitar al PRD mediante alianzas contra natura con el PAN y candidaturas de dirigentes empresariales como Gutiérrez Candiani, que aspira a hacerse del gobierno de Oaxaca con la ayuda de este esperpento.
En el PAN las cosas no pintan mejor, pues la dirigencia de ese partido también busca hacer alianza con el PRD y acude a algunas de las elecciones de gobernadores que tendrán lugar este año con personajes por demás cuestionados, como los Yunes en Veracruz, José Luis Preciado en Colima y Toni Gali en Puebla, sólo por citar algunos. Es tal el desorden que panistas de cepa optarían por las candidaturas independientes.
En el PRI nada cambia, y por ese inmovilismo se vislumbran problemas para mantener las gubernaturas que hoy tiene ese partido. En tanto, aumenta gradualmente el volumen de la lucha sorda por la sucesión, en la que a los suspirantes más visibles (Videgaray, Osorio, Nuño y Meade) se suman otros que creen tener posibilidades de recibir el mítico dedazo. En tanto, desde este año comenzarán a proliferar las “alcancías” con miras a campañas y precampañas, menudearán los programas asistencialistas y los repartos populistas de pantallas planas de televisión, despensas y otras baratijas.
El desprestigiado Verde, por su parte, lame las heridas que le han dejado las multas y el proceso legal a su exdirigente, y se pone a punto para apoyar al PRI en lo que haga falta.
Finalmente en Morena el panorama luce tranquilo, con su presidente / candidato fuerte y en espera de capitalizar los yerros ajenos, con la experiencia que le dan las dos campañas presidenciales que tiene en su haber.
¿Y lo social?
En lo social, continuaremos atestiguando el desmantelamiento de conquistas laborales como la seguridad en el empleo, los salarios remuneradores, el derecho a una pensión digna y otras prestaciones.
En el campo, seguirá profundizándose el empobrecimiento, continuará la apertura indiscriminada a las importaciones de productos agrícolas que reciben subsidio en sus países de origen y se mantendrá a los campesinos en el abandono, salvo en época de elecciones.
Nada quisiéramos más que estar equivocados, pero como pudimos ver en este repaso a vuelapluma, salvo la captura de El Chapo, el gobierno peñista poco tendrá que presumir este año.