La guerra ya no se trata de quién tiene más soldados ni de quién fabrica o compra más tanques. Hoy, la guerra gira en torno a quién controla el mejor software y quién es capaz de convertir tus propios dispositivos en armas. Lo ocurrido en Líbano es la prueba perfecta. El Mossad, la agencia de inteligencia israelí, ejecutó un ataque quirúrgico: miles de beepers o y walkie-talkies de Hezbolá, manipulados con explosivos, explotaron simultáneamente. Imagina esto: eres un terrorista, tienes tu walkie-talkie en la mano, comienza a sonar, lo acercas a tu cabeza y, segundos después, explota.
Esta no fue una operación convencional, fue una obra maestra tecnológica. Israel infiltró el suministro de equipos de Hezbolá, insertando explosivos en los dispositivos que ellos mismos usaban para coordinarse. Cuando llegó el momento, los israelíes activaron las explosiones simultáneamente, sin necesidad de disparar una sola bala. Este es el futuro de la guerra: una en la que no necesitas ejércitos ni aviones, solo inteligencia y tecnología para convertir las herramientas de tu enemigo en su propia destrucción.
Esto no es un hecho aislado. Si miras un poco más allá, verás que en Ucrania ya se está utilizando la inteligencia artificial para decidir en el campo de batalla. Los drones ya no solo son herramientas de espionaje, ahora atacan, destruyen tanques, y lo hacen sin que una persona tenga que apretar un botón. La IA decide en tiempo real cuál es el mejor objetivo, cuándo y cómo atacar. ¿El resultado? Ejércitos enteros quedan obsoletos. Porque, y aquí viene la parte incómoda para los que siguen creyendo en la “paz a través del diálogo”: no necesitas más soldados, necesitas más tecnología.
Y si, Israel es el líder indiscutible en esto. Lleva años perfeccionando su capacidad de operar drones y sistemas autónomos. Lo de los beepers en Líbano es solo la punta del iceberg. Hace poco, usaron un robot para eliminar a un científico nuclear iraní. ¿Desde dónde? A cientos de kilómetros de distancia, mientras el comandante tomaba un café cómodamente. No es solo que el futuro de la guerra ya llegó, es que ni se dieron cuenta de cuándo comenzó.
Pero, como siempre, la tecnología siempre gana. Mientras algunos gobiernos siguen soñando con un mundo donde todo es paz y flores, los que entienden la realidad saben que la única manera de protegerte es con innovación. Y no hablo de más tanques o más soldados. Hablo de inteligencia artificial, de drones autónomos, de sistemas de ataque que puedan anticiparse a cualquier amenaza. Porque el enemigo ya no es un soldado con su rifle. El enemigo es quien tiene la capacidad de convertir algo que tienes en tu mano en bomba.
Hablemos de Ucrania. Los ucranianos están utilizando drones baratos, que cuestan unos cuantos cientos de dólares, para destruir tanques rusos que valen millones. El costo-beneficio es increíble. Mientras Rusia gasta miles de millones en mantener su maquinaria militar, Ucrania los está destrozando con tecnología simple, accesible, y eficiente. Este es el futuro. Nos podemos ir despidiendo de las batallas épicas en campos abiertos. Ahora las guerras se pelean con algoritmos y con IA.
Y aquí es donde la gente me dice: “Norberto, ¿no te preocupa que la tecnología esté deshumanizando la guerra?” A ver, pero si la guerra nunca ha sido humana. La guerra siempre ha sido brutal, despiadada, y llena de sufrimiento. Si ahora podemos hacerla más eficiente, con menos pérdidas humanas (al menos de nuestra parte), ¿quién puede oponerse a eso? Y los que se quejan de que “la tecnología deshumaniza”, simplemente no entienden que esta es la dirección natural de las cosas.
Mientras nosotros seguimos en estas discusiones ridículas, China y Rusia están construyendo sus propios arsenales tecnológicos. China, con su capacidad de producción masiva, ya controla el 70% del mercado de drones comerciales. Y usualmente lo que comienza como tecnología comercial, tarde o temprano termina se utiliza como arma de guerra. Lo vimos en Ucrania, lo vimos en Líbano, y lo vamos a seguir viendo en cualquier conflicto moderno. ¿Y qué está haciendo Occidente? Intentar poner trabas regulatorias a la innovación y confiar en un gobierno que jamás será lo suficientemente rápido ni eficiente como para adaptarse a esta nueva realidad.
Aquí está la verdad: los gobiernos dificilmente serán capaces de protegernos en este nuevo escenario. No pueden regular lo que no entienden. La tecnología avanza más rápido que cualquier burocracia, y eso incluye la tecnología militar. Los que realmente entienden cómo funciona el mundo —los empresarios— están desarrollando las armas del futuro. Pero, por supuesto, la izquierda sigue aferrada a sus fantasías de control gubernamental y a la creencia de que más regulación nos va a salvar. No podría estar más equivocada.
Entonces, ¿de verdad vamos a seguir confiando en que el Estado tradicional, lento y burocrático, pueda proteger a sus poblaciones en este nuevo tipo de guerra? Incluso Israel, a pesar de ser un Estado, no depende de sus estructuras gubernamentales tradicionales para ganar estos conflictos. Entiende que lo debe hacer a través de la innovación, con mentes brillantes que operan fuera de la burocracia, aprovechando la libertad para desarrollar tecnologías avanzadas. El futuro de la guerra no está en manos de ejércitos convencionales ni de gobiernos pesados. Está en la capacidad de adaptarse rápidamente, de crear, de ser más inteligentes que el enemigo. La tecnología y la capacidad de actuar sin restricciones son las verdaderas armas del futuro.
La guerra ha cambiado. El que no lo vea ya está perdiendo.