Luis Alberto García / Moscú
*Tenía un cañón en cada pie y un martillo en la cabeza.
*Marcó un gol a Bertie Williams y así eliminó a Inglaterra.
*Comparan esa recordada victoria con la de Sudáfrica en 2010.
*Anotó 333 entre ligas y copas, y recibió seis “Pichichis”.
*Homenajeado por “La Roja” en el estadio Luzhnikí de Moscú.
Pedro Telmo Zarraonaindía Montoya pertenece a esa estirpe de oficiales de artillería nacidos en España que, sin remedio, hace tiempo se extinguieron, de los que ya no hay, como Isidro Lángara. Estanislao Basora, Luis Molowny y José Panizo, que sí sabían de qué se trataba el asunto de meter una pelota dentro de una jaula vigilada por alguien que se decía arquero.
“Zarra” –como apodaron a Pedro Telmo- era más vasco que el roble milenario de Gernika, nació el 20 de enero de 1921 en el caserío de Erandio y no tuvo más equipo para trabajar como futbolista, entre 1940 y 1955, que el Athletic de Bilbao.
Además de sus seis “Pichichis” como campeón anotador del futbol español en esos tres lustros, el nombre de este bilbaíno estará unido al gol para siempre, en especial si se recuerda el que marcó a Inglaterra, al minuto 3 del segundo tiempo en el estadio de Maracaná, la catedral del futbol brasileño recién inaugurada para quienes gustan de ir a rezar a sus tribunas.
Las estadísticas y las marcas de Telmo como uno de los delanteros más resolutivos que han dado los leones de San Mamés –para honra de sus colores blanco, rojo y negro- son contundentes como su mirada cejijunta, autor de las páginas de oro del club y de 333 goles, entre Copas y Ligas.
Ganó cinco de las primeras y una liguera en 1942, seguidas de las monarquías de goleo durante varios años consecutivos, hasta sumar media docena, propietario de la marca como jugador de más trofeos en esa categoría en su vitrina, por encima de Hugo Sánchez Márquez, el macho del área, el mexicano que se le aproxima, y de Raúl González Blanco, el ángel del Real Madrid.
En la zona de ataque, Zarraonaindía, que destacaba por sus 185 centímetros de estatura, tenía como otra de sus características el estar siempre al acecho del balón y meter en problemas serios a los defensas contrarios debido a su movilidad, listo a desmarcarse o a poner el pase a un compañero libre de los zagueros inoportunos.
Conocía al pie de la letra la palabra decencia y deportivismo, pues a lo largo de sus quince años de trayectoria solamente fue expulsado una vez, y era común que lanzara la bola fuera del campo si el portero estaba lesionado, aún cuando estaba en posibilidad de convertir un gol.
No sólo tenía un cañón en cada pie, sino un martillo en la cabeza, respetado por los contrarios por sus formidables golpes con la frente, y es cuando surge una historia pintoresca ocurrida en 1951 en la capital de Suecia, antes de un partido amistoso en el estadio Rasunda.
Antes del juego entre suecos y españoles, el público que paseaba por las calles de Estocolmo era invitado al cotejo mediante unos carteles en los que se leía una frase: “Vea usted a la mejor cabeza de Europa después de la de Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra”.
Esa cabeza era la de “Zarra”, quien gracias a su forma de activarla al llegar la bola acababa introduciéndola donde era debido…y gol de España o de los leones bilbaínos; sin embargo, la anotación que mayor celebridad le dio fue con la espinilla izquierda, cuando la Furia Roja llegaba a su segunda Copa Jules Rimet, derrotar a Chile y luego a Estados Unidos.
El 2 de julio de 1950 la esperaba Inglaterra, favorita de los apostadores y de la afición reunida en el estadio “Mario Filho”, a la que los hispanos dominaron desde un principio, e iniciando la segunda parte, Gabriel Alonso, defensa derecho del Celta de Vigo, envió un pase al “Piru” Gainza, éste cabeceó hacia el centro del área y llegó Pedro Telmo anticipándose al portero Bertie Williams, quien no tuvo más que ir a recoger el balón al fondo de la meta.
España entera vivió ese triunfo como si hubiese ganado la Copa del Mundo, comparándose esa jornada de invierno sudamericano con la de Sudáfrica sesenta años después, cuando Andrés Iniesta hizo el gol triunfal a Holanda a los 116 minutos de la gran final.
Para ganar meritoriamente la XIX Copa del Mundo en el Soccer City de Pretoria, Vicente del Bosque dispuso de Casillas, Piqué, Puyol, Ramos, Iniesta, Villa, Xabi, Capdevila, Alonso, Busquets y Navas, quienes podrían ser los nietos de los gitanos señorones –“Zarra”, Basora y más- que se batieron contra Inglaterra aquel lejano día de julio.
Desde Río de Janeiro se escuchaba la transmisión radiofónica del cronista catalán Matías Prats, quien narraba épicamente aquella anotación que metió a España en la única final disputada por puntos entre los cuatro mejores conjuntos del torneo de 1950, y es por eso que, en homenaje al temible delantero de Erandio, hay algo más por decir.
Al ser homenajeado por los actuales seleccionados de “La Roja”, el 1 de julio de 2018 en Moscú y traer el episodio protagonizado por él en Brasil al mediar el siglo pasado, Francisco Osaba, colega español, habló así antes de iniciar en el estadio Luzhnikí el juego entre Rusia y el cuadro que aún dirigía Fernando Hierro:
“Muchos dicen que antes se jugaba más; pero el futbol es igualmente difícil, no hay nada escrito y cada futbolista saca todo lo que lleva dentro, como lo hizo ´Zarra´ hace más de medio siglo”.
Con la gratitud de la vieja guardia de aficionados españoles por delante, Pedro Telmo Zarraonaindía Montoya murió tranquilo el 23 de febrero de 2006, año de futbol mundialista en Alemania, con España vencida (3-1) en octavos de final por Francia.
Los tres triunfos previos de “La Roja” que dirigía entonces Luis Aragonés sobre Ucrania, Túnez y Arabia Saudita de nada sirvieron, porque victorias como la de Brasil en 1950 son inigualables, no se repiten otra vez.
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