La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La violencia gratuita es hija de la frustración
El abominable video, en el que se aprecia a cuatro cuicos de Tulum, torturando a una mujer a grado tal que la matan, es algo más que brutalidad policiaca, implica una violencia de clase, porque como lo señalaron muchos internautas, si hubiera sido una turista rubia, otra habría sido su suerte.
A Victoria Esperanza no la sometieron por escandalizar, la agredieron por ser morena y pobre, por no tener el salvoconducto del color de piel privilegiado.
El trágico caso, nos sirve para trasladarlo a la realidad de Xalapa.
En la capital del estado de Veracruz, los integrantes de Seguridad Pública realizan con frecuencia detenciones selectivas para revisar a ‘presuntos sospechosos’.
¿Cuáles son las características de los ‘sospechosos’?
Ser jóvenes, tener el pelo largo, la piel tatuada, portar una mochila y ropa sencilla. Estos elementos los hacen criminales en potencia y a menudo, son parados para ser humillados con groseros manoseos, interrogados con agresividad y vulnerados en su autoestima.
Pero no sólo los chavos padecen estas arbitrariedades.
Hay operativos de vialidad, especializados en detener a plomeros, carpinteros, pintores y demás, que al llevar en sus añosos vehículos una varilla o una escalera que sobresale, son catalogados como enemigos de la sociedad e interceptados por tan ‘grave falta a la ley’. El desenlace es elemental: flojito y cooperando o corralón.
Esta es la otra cara de la crueldad de las policías: descargar su furia contra los más pobres.